domingo, 20 de enero de 2013

Feliz cumpleaños, señor Poe



Y ¿qué quiso decir el cuervo cuando dijo nunca más? El 19 de enero se celebraría el cumpleaños 204 del gran escritor estadounidense. A manera de homenaje escribo lo que para mí, dijo el cuervo, como manera de hacer trascendente y de recalcar la importancia que su obra sigue teniendo en la actualidad.

El poema El Cuervo es la obra lírica más famosa de Edgar Allan Poe (1809 – 1849); se publicó por primera vez en enero de 1845 y a la fecha es uno de los textos más importantes del romanticismo norteamericano, un símbolo indudable de la literatura gótica así como una referencia literaria fundamental.

La magia poemática de la obra radica en parte en la versificación y sonoridad hipnótica (apreciable en su idioma original), así como en la atmósfera lúgubre y la angustia que proyecta el personaje narrador. Construido con fuertes imágenes, figuras retóricas y estribillos, características propias de poesía, Poe introduce una historia, que será narrada por un personaje sin nombre cuya voz pinta una escena singular que le cambiará el resto de su existencia.  

La historia es en realidad muy sencilla. Abre con un verso que recuerda la tradición cuentística de relatos fantásticos, situados en ningún lugar y en todos: “Una vez, al filo de una lúgubre medianoche” y desde aquí se advierte el tono que el resto de la composición tendrá: lo siniestro, la noche, el secreto, temas fusionados con la forma de relato mágico que generan la atmósfera que alude el misterio.

El hombre, adormilado en su sillón, escucha el llamado a la puerta de su cuarto. Luego de algunas cavilaciones, sobre si quizá el sonido sólo proviene de su mente, y dilucidando la razón por la que alguien venga a buscarlo, el hombre decide abrir la puerta, y con su apertura, a la par del viento gélido, se introduce un horrible cuervo presto a instalarse en el busto de Palas sobre el dintel de su puerta. Ahí, en la inmovilidad tétrica y fantasmagórica, alucinante y diabólica, el pájaro permanece con el movimiento nimio del susurro de dos palabras: “Nunca más”. 

El cuervo, poco a poco, se transforma en un ser que con su quietud impela al personaje narrador quien constantemente le dirige preguntas, todas sin otra respuesta sino “Nunca más”; conforme avanza la historia, el lector se va enterando de que el personaje atormentado ha perdido a su amada Leonora “Leonora por los ángeles llamada aquí ya sin nombre para siempre” y urge de saber en qué lugar post mortem se encuentra. El grito y la desesperación, lo llevan a encontrar en el Cuervo a una especie de profeta sapientísimo o bien a una figura de los infiernos, un símbolo que le ha de decir algo más sobre su propia vida, pero ante su única respuesta, el terror del personaje aumenta, tanto que se expande hacia todos los rincones de la habitación, a través de las cortinas y la alfombra, igual por los ojos que por los oídos hasta contagiar al mismo lector con una angustia incontrolable.

El único repertorio lingüístico de la bestia aumenta la locura. El personaje está fuera de sí y son sólo sus digresiones y problemas los que aparecen a los ojos del lector. Es un hecho que al final del poema sólo sabemos lo que sucedió al inicio: que el cuervo está en el dintel de la puerta, quieto, con los ojos encendidos como fuego y atormentando al hombre que lo mira. Pero ¿qué esconde, pues, su letanía repetitiva, tan fuerte y poderosa que ejerce tal control sobre el protagonista?

Ese “Nunca más” es cuna de muchas significaciones. Unos dicen que el Cuervo es sólo el reflejo de la psique alterada del hombre, quien halló en el pájaro una especie de salida a sus propios conflictos, quizá el cuervo sea el personaje mismo, no es posible tener una única interpretación. Pienso que el cuervo es un símbolo, una representación física de un fantasma que atormenta la mente y el espíritu.

No es casualidad la contraposición entre la rigidez y estatismo del cuervo y la movilidad y alteración del protagonista. Recordemos que el inicio del poema presenta a un hombre adormilado y poco a poco sus sentidos se alteran hasta que acaba sin reconocimiento de sí y sin control, gritando por la locura y la angustia que lo invade. El cuervo existe más allá de su forma física, pues su verdadera fuerza es la representación de aquello que no se va nunca, como los recuerdos o la tristeza. En alguno de los versos, el protagonista clama por un poco de Nepente, un bálsamo que se usaba en la antigua Grecia para provocar el olvido; asimismo, clama por otro aliciente divino, procedente de Galaad, esto, en un intento desesperado por deshacerse del dolor que le representa el ominoso pájaro. 

La composición se titula “El cuervo”, pero la carga existencial y angustiosa recae siempre en el hombre, al pájaro se le tilda de demonio o bestia, pero es sólo una representación del personaje narrador y se convierte en un ser que no se irá nunca. La mínima esperanza del personaje que dice “Otros amigos se han ido antes; / mañana él también me dejará”  es una ilusión vana, pues el cuervo se quedará eternamente sin que él sea capaz de hacerlo desaparecer. Así pues, el recuerdo de Leonora está vivificado por el cuervo quien nunca emprende el vuelo y que con su presencia inmóvil no logrará generar el alivio de una compañía sino fabricará una soledad vigilada, angustiosamente.

¿Por qué no pensar que quizá haya un pájaro de ébano en cada persona, un símbolo horroroso posado en nuestros personales bustos de Palas, un pájaro evadido “de la ribera de la noche plutónica” que nos recuerda aquellas cosas que creemos haber olvidado o que no hemos podido trascender? Quizá si no nos hemos vuelto locos ha sido porque no ha llegado a materializarse de tal forma el imposible olvido y sólo traemos, interiormente, un “hórrido cuervo vetusto y amenazador” que no aparta su pico del corazón, aunque no llegue en la penumbra a llamar a la puerta ni se pose sobre el dintel. 

"Nunca más" es una sentencia que, lejos de pensarse como un carácter liberador, está oprimiendo el alma y el pensamiento, bañando de estatismo doliente toda la existencia. El pico del cuervo grazna y reverbera el silencio con una sola frase que recuerda a cada segundo que nada es posible de mejorarse, siempre la misma respuesta ante una infinidad de preguntas llega con la certeza de un dolor insondable por no ser capaces de cambiar nada ni de olvidar nada. 

Así pues, sin importar las circunstancias, el Cuervo dirá “Nunca más” y esa tortura será suficiente para horrorizar nuestras primitivas y mortales almas. Así cierra el grandioso poema: “Y mi alma, / del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, / no podrá liberarse. ¡Nunca más!


Music on: Holocene - Bon Iver
Quote: "Pero yo, siempre yo por debajo de todo, / sigo pensando que gritar es cosa de mudos / y que escuchar es intercambiar ecos / con barcos fantasmas o con muertos / que han perdido la esperanza de vengarse." Francisco Hernández 
Reading: Los premios - Julio Cortázar

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