miércoles, 31 de diciembre de 2008

Un soneto

For my fake plastic love

Sombra serás de infame enamorado
rojo sepulcro en mitad de la noche;
triste deseo sabor del reproche,
sangre desnuda en el lecho pintado.

Muere el cómplice a tu voz destinado,
buscas su huella de falso derroche,
gritos pausados en su piel anoche,
mudos regalos al silencio helado.

Tu oscura traición se desdobla en ecos,
el temblor en tus sienes te delata,
su cuerpo es de mi soledad el hueco.

La ausencia de tus lágrimas de plata,
con rosas marchitas y soles secos,
el roce de tu yema aún me mata.


Music: Glen Campbell - Wichita Lineman
Quote: "Las personas felices no creen en milagros" W. Goethe.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Un poema navideño

Quise pegar este poema de Fernando Pessoa (firmado bajo el pseudónimo de Alberto Caeiro); hace poco lo descubrí, o me lo descubrieron, mejor dicho, y me pareció una muy buena oportunidad ponerlo acá debido a la fecha. Creo que el contenido es crudo, en partes y esperanzador en otras, pero no una esperanza mala y opiácea, sino algo muy anclado en la realidad que de hecho se desprende de la concepción general de lo que es Jesús y dios mismo... claro, de una manera muy sincera y para algunos, lastimera. 

EN UN MEDIODÍA de fin de primavera
tuve un sueño como una fotografía.
Vi a Jesucristo bajar a la tierra.
Vino por la falda de un monte
nuevamente como un niño,
corriendo y rodando por la yerba
y arrancando flores para tirarlas
con una risa que se oía a lo lejos.
Había huido del cielo,
era demasiado nuestro para fingirse
la segunda persona de la Trinidad.

En el cielo todo era falso, todo estaba en desacuerdo
con flores y árboles y piedras.
En el cielo debía estar siempre serio
y alguna vez volverse hombre nuevamente
y subir a la cruz, y estar siempre muriendo
con una corona hecha toda de espinos
y los pies clavados con un clavo con cabeza,
y hasta con un paño alrededor de la cintura
como los negros en las ilustraciones.
Ni siquiera le dejaban tener padre y madre
como los demás niños.
Su padre era dos personas—
un viejo llamado José, que era carpintero,
y que no era su padre;
y otro padre que era una paloma estúpida,
la única paloma fea del mundo
porque no era del mundo ni era paloma.
Y su madre no había amado antes de tenerlo.
no era mujer; era la maleta
en la que él había venido del cielo.
Y que rían que tan sólo nacido de madre,
y sin padre para amar con respeto,
¡predicara la bondad y la justicia!

Un día en que Dios se hallaba durmiendo
y el Espíritu Santo andaba volando,
fue a la caja de los milagros y robó tres.
Con el primero hizo que nadie supiera que había huido.
Con el segundo se creó eternamente humano y niño.
Con el tercero creó un Cristo eternamente en la cruz
y lo dejó clavado en la cruz que hay en el cielo
y sirve de modelo a las demás.
Después huyó hacia el sol
y bajó por el primer rayo que cogió.
Hoy vive conmigo en mi aldea.
Es un lindo niño risueño y natural.
Se limpia la nariz con el brazo derecho,
chapotea en los charcos,
arranca flores, las quiere y las olvida.
Arroja piedras a los burros,
roba fruta en las huertas
y huye de los perros llorando y gritando.
Y, porque sabe que a ellas no les gusta
y que todos se ríen,
corre detrás de las muchachas
que van en grupo por los caminos
con los cántaros en la cabeza
y les levanta las faldas.

A mí me enseñó todo.
Me enseñó a mirar las cosas.
Me muestra todas las cosas que hay en las flores.
Me hace ver como son graciosas las piedras
cuando las tenemos en la mano
y las mira despacio.
Me habla muy mal de Dios.
Dice que es un viejo estúpido y enfermo,
siempre escupiendo en el suelo
y diciendo groserías.
La Virgen María pasa las tardes de la Eternidad tejiendo calcetas
y el Espíritu Santo se rasca con el pico
y se retrepa en las sillas y las ensucia.

Todo en el cielo es estúpido como en la iglesia católica.
Me dice que Dios nada entiende.
De las cosas que creó—
«Si es que él las creó, que lo dudo»—
«Él dice, por ejemplo, que los seres cantan su gloria,
pero los seres no cantan nada,
si cantaran serían cantores.
Los seres existen y nada más,
y por eso se llaman seres.»
Y después, cansados de hablar mal de Dios,
el niño Jesús se duerme en mis brazos
y lo llevo cargando hacia la casa.

Él vive conmigo en mi casa a la mitad del monte.
Él es el eterno niño, el Dios que faltaba.
Él es lo humano que es natural.
Él es lo divino que sonríe y que juega.
Y así es que sé con toda certeza
que es él el Niño Jesús verdadero.
Y el niño tan humano que es divino
es ésta mi cotidiana vida de poeta,
y porque siempre está conmigo soy siempre poeta,
y mi mínima mirada
me llena de sensación,
y el más pequeño sonido, sea lo que fuere,
parece hablar conmigo.

El Niño Nuevo que habita donde vivo
me da una mano a mí
y la otra a todo lo que existe
y así vamos los tres por el camino que haya,
brincando y cantando y riendo
y gozando nuestro secreto común
que es el de saber en todas partes
que no hay misterio en el mundo
y que todo vale la pena.

El Niño Eterno me acompaña siempre.
La dirección de mi mirada es la que señala su dedo.
Mi oído atento alegremente a todos los sonidos
son las cosquillas que él me hace en las orejas, jugando.
Nos llevamos tan bien uno con el otro
en compañía de todo
que nunca pensamos uno en el otro,
pero vivimos juntos siendo dos
en un íntimo acuerdo
como la mano derecha y la izquierda.
Al anochecer jugamos a la matatena
en el escalón de la puerta de la casa,
graves como conviene a un dios y a un poeta,
y como si cada piedra
fuese todo un universo
y fuese por eso un gran peligro para ella
dejarla caer al suelo.

Después le cuento historias de las cosas sólo de los hombres
y él sonríe porque todo es increíble.
Se ríe de los reyes y de los que no son reyes,
y le da pena oír hablar de las guerras,
y del comercio y de los barcos,
que humean en el aire de alta mar.
Porque él sabe que todo eso falta a aquella verdad
que una flor tiene al florecer
y que anda con la luz del sol
cambiando los montes y los valles,
y haciendo que duelan los ojos por los muros enjalbegados.
Después él se duerme y yo lo acuesto.
lo llevo en brazos adentro de la casa
y lo acuesto, desnudándolo lentamente
como si siguiera un ritual muy limpio
y del todo maternal hasta que está desnudo.
El duerme dentro de mi alma
y a veces despierta en la noche
y juega con mis sueños.
Coloca a unos piernas arriba,
pone a unos encima de otros
y aplaude solo
sonriendo a mi sueño.

Cuando muera, hijito.
que sea yo el niño, el más pequeño.
Tómame en tus brazos
y llévame hacia adentro de tu casa.
Desnuda mi ser cansado y humano
y acuéstame en tu cama.
Y cuéntame historias, si despierto,
para que vuelva a dormir.
Y dame sueños tuyos para que juegue
hasta que nazca cualquier día
que tú sabes cuál es.

Esta es la historia de mi Niño Jesús.
¿Por qué razón que se perciba
no ha de ser ella más verdadera
que todo lo que los filósofos piensan
y todo lo que las religiones enseñan?

Music: Perfect day - Lou Reed
Quote: "de otro, será de otro, como antes de mis besos" P. Neruda

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Recuerdos de colores (cuento)

Publico hoy un cuento inédito, el último que escribí. El título me resulta un tanto cursi, lo sé, sin embargo creo que existe una justificación y que al final puede tornarse en una situación bastante cruel y enferma, no lo sé. Ya me dirán... Espero les guste.


Estoy pintando mi cuarto, mi hermana Regina me trajo muchas pinturas para que lo pinte, ella sabe que me gusta pintar, lo que sea. Mientras pinto me acuerdo de cosas, de algunas nada más, unos recuerdos son más fuertes y me llegan más seguido y no, no me acuerdo de todo. Pero estoy pintando y no me aburro. Pinto y de pronto, de repente, ahí llega otro recuerdo como si apareciera en mi mente mientras pinto.

Recuerdos aislados tengo muchos, ya lo he dicho, pero también hay muchas cosas que ya se me olvidaron. Me acuerdo más de cosas que son tristes y feas. En especial, y por sólo dar un ejemplo, veo un féretro sumido en la tierra, la lluvia que nos mojaba a todos, yo abrazada a mi hermana mayor viendo cómo las flores se bañaban de lluvia y en mis zapatos rebotaban las gotas que la sombrilla no alcanzaba a cubrir. Era el féretro de mi padre y curiosamente, de él sólo tengo esa vaga imagen, de la tarde de su muerte, la lluvia, el negro uniforme en las ropas. Si, apenas eso y nada más.

De mi madre me acuerdo más pero sigue siendo en episodios, recuerdo la embolia y las enfermeras en la casa, los pasillos largos y fríos y las luces que se encendían a altas horas de la noche sólo para ella y sus cuidados. Recuerdo que yo quería desaparecer y aún lo quiero hacer, a veces. Recuerdo concretamente el minuto exacto de su muerte, porque yo estaba ahí junto a ella mirándole la cara.

Si vamos a imágenes más simples, en su forma, me acuerdo también de los pobres que viven bajo los puentes, que se esconden en las esquinas y escarban en basureros. Había ahí una mujer y la recuerdo más que a los demás porque haberla mirado a los ojos me dio la razón para entender muchas cosas y justificar mis acciones. No cabe duda de que hay unos recuerdos que sirven más que otros, aunque sean terribles.

A través de un túnel se me acercó arrastrando una mujer en harapos, sucia y hambrienta que cargaba a un niño en la espalda, me pidió una limosna, una caridad. Yo acostumbraba no mirar a esa gente a los ojos, sino a ignorarlos, pero entonces ella me tomó de la falda y al voltear la cara para soltar su mano me crucé con su mirada. Me dijo que tenía frío, que quería que le regalara mi suéter, un suéter rojo que me gustaba mucho. Con trabajos hice que me soltara, me dio miedo, bueno, más que miedo creo que se llama compasión, y ya después vino el miedo.

Pero antes de todo eso yo hablaba de mi madre. No es que se me olvide, es que de pronto me llegan muchas cosas. Sí, mi madre enferma, que no me quería. Pero, ahora que lo pienso, la mujer del túnel y mi madre, las dos se parecen, ya decía yo que algo tenían que parecerse y eso, eso en lo que se parecían fue lo que ocasionó todo.

Yo tenía quince años, cuando mi madre murió porque eso es lo que yo estaba contando, y mi hermana Regina tenía dieciocho. Mi madre estaba muy enferma; yo logré disuadir la realidad por un rato, yo no quería saber nada, no me importaba si moría, pero Regina, pobrecita Regina que lloraba y lloraba. Yo no la quería, a mi madre, digo, no recuerdo haberla querido nunca mucho, trabajaba siempre hasta tarde, Regina me cuidaba, hacía las tareas conmigo, me compraba libros, me llevaba al cine, me hacía de comer. A Regina yo la quería mucho, tal vez por eso, sí, por eso ha de haber sido que hice lo que hice.

En ese tiempo, mientras la enfermedad era todo lo que había que oler en la casa, yo misma decidía perderme por las calles hasta tarde, entraba a las iglesias a admirar los retablos, iba a cafés a leer o salía con mis amigos, lo que fuera con tal de demorar el momento del inevitable regreso, pues a dónde más podía ir sino a la casa.

Me gustaba leer pero había veces en que no leía sino que me acostaba en el pasto y perdía la mirada en el cielo imaginando muchas cosas hasta que la luz del sol se acababa. Otras veces prefería dibujar y me iba a las mesas de la biblioteca que eran grandes y bonitas; una tarde me quedé ahí mucho tiempo y no me percaté de la hora. Afuera llovía mucho y para no mojarme tanto tomé un camino distinto para llegar a casa, uno que tenía puentes y túneles, uno que era sólo, pero más seco. Y ahí fue donde la vi, en ese puente… a la mujer, la que cargaba al niño y quería que le diera mi suéter rojo, la que con su asquerosa mirada me descubrió lo que mi madre había estado haciendo a Regina, controlándola, haciéndola llorar en las noches a costa de su salud. La mirada de los pobres, la mirada de los desnudos, de los desprotegidos, de los enfermos, eso es lo que nos quiebra, nos remueve la compasión, porque yo había sentido compasión pero después fue miedo, mucho miedo.

Esa tarde llegué a casa y me encerré en mi cuarto llena de furia, Regina apenas podía mantener los gastos, seguir trabajando sin que la despidieran por sus ausencias; cuando llegué estaba revisando las máquinas de mi madre que la mantenían respirando, con vida; en el escritorio estaban sus papeles de diseño y las cuentas por pagar. De la compasión por Regina llegué al miedo, igual que con la vieja del túnel y del miedo llegué a la verdad.

Yo ya no entraba al cuarto de mi madre, llevaba meses sin verla siquiera, sólo la escuchaba quejarse de noche. Entonces sucedió, no es tan difícil entrar a un cuarto, desenchufar unas cosas y ver la muerte en los ojos del otro, es mejor ver la muerte a ser interpelado por la vida. Y mi madre murió mirándome a los ojos, los mismos ojos que creo que son los míos, porque todos dicen que los teníamos iguales, pero los míos aún están vivos y mirando, aunque han perdido un poco de su razón, porque están tristes y aún así no generan en la gente la compasión que ella, entonces, generó en Regina y en todos los demás. Tal vez por su odio de matarla no me ha cedido el poder. Es eso, poder es lo que todos queremos, poder sobre los otros. Ella no tuvo poder en mí y creo que el precio que debo pagar es no tener yo poder sobre nadie más.

Pero Regina me lo agradeció. Nunca lo dijo, pero me agradeció. Yo entendía sus ojos aún sin que hablara, y en silencio me miró y me quiso decir que agradecía, que ella nunca se hubiera dado cuenta. Regina se siente avergonzada, si, porque su hermanita fue más lista, es por eso que no me habla casi, que me ha dejado aquí mucho tiempo, donde no sé bien qué hacer sino pintar, donde llegan los recuerdos y los revivo en pintura.

Luego me quiero acordar cuántos años tengo, eso se me olvidó también, es que me acuerdo de algunas cosas nada más. Hace tiempo que no voy a la escuela ni a la biblioteca. Creo, y sólo creo que después de que enterraron a mamá me dormí en mi cuarto quién sabe por cuántas horas o días; yo dormida de tranquilidad, de vida, de falta de compasión, no sé. Luego desperté y Regina no quería hablarme, es que se siente avergonzada, agradecida, pero avergonzada. Y es que es muy orgullosa mi hermana, no me ha de decir nada en un buen tiempo. Y yo tampoco he podido decirle la verdad, que lo que hice fue por ella, porque sus ojos fueron mi debilidad, igual que los de mi madre habían sido la suya. Ella lo sabe, pero aún necesito decírselo.

Tampoco me ha llevado al cine, ni me ha comprado libros, pero lo hará pronto, la conozco; después será, cuando yo termine de pintar las paredes con las pinturas que me trajo. Ella sabe que me gusta pintar, seguro por eso me las trajo, me ha dejado hacer todo lo que quiera aquí y no me aburro. Regina regresará pronto y me llevará al cine y me comprará helados y cuando ella esté aquí cerca, también podré dormir tranquila y dejar de soñar con la vieja que me tomó de la falda ese día y quería quedarse con mi suéter rojo.



Music: Radiohead - Fake plastic trees
Quote: "Escribes para injuriar lo que de ti es sagrado." Mario Bojórquez

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Unas poesías aisladas...

I
Desde la mañana existe
y hasta el dulcísimo ocaso
sus tibias manos me piden
amarga la flor desnuda
silencioso el beso vive;

mi amado me arranca el goce,
mi piel desbordada gime.

II
Anoche sin que me vieras
rogué desde mi ventana
que mi corazón tuvieras
en tus dedos de mañana

III
Tú mi palabra primera
por ti canto y me desvelo
enciendes mi voz de hielo
mas eres monstruo, quimera
de mi ilusión un flagelo.

IV
La luna inunda mis ojos
busco tu cuerpo en la sombra
viejas huellas en la alfombra
sólo encuentro tus despojos.

V
Mañana el sol nos quemará las manos
rojo de amor el corazón de hielo
los celos verdes para siempre vanos;

muere de ausencia y amargura el cielo
bajo la sombra tempestad sin dueño
ceniza sola confinada al suelo.

Music: The great gig in the sky - Pink Floyd
Quote: "Nunca como a tu lado fui de piedra." R. Castellanos

jueves, 4 de diciembre de 2008

Una muchacha loca como los pájaros

Si tengo una obsesión con los pájaros es gracias a este cuento de Iván Thays titulado "Una muchacha loca como los pájaros." A continuación presento un análisis personal sobre dicho cuento, mismo que está antologado en Antología del cuento latinoamericano del siglo XXI, siglo XXI, Julio Ortega (Comp.), México, 2002. Y que también, para fines más prácticos ya en el terreno del intenet, se puede encontrar completo en la siguiente dirección: http://books.google.com.mx/books?id=Uf76SuPcPMEC&pg=PA68&lpg=PA68&dq=una+muchacha+loca+como+los+p%C3%A1jaros,+thays&source=web&ots=-eRggRnQqA&sig=vfhX7vFoGB1hbRmUAswcd725M0Y&hl=es&sa=X&oi=book_result&resnum=1&ct=result#PPA72,M1
en verdad, vale la pena. Ahora sí, mi análisis:

Dentro de la discusión eterna sobre lo que es o no es un cuento, Thays presenta en esta muestra un texto que cumple a grandes rasgos con lo que convencionalmente se define como cuento, es decir, relata una historia, presenta un planteamiento, un desarrollo y un final perfectamente definidos y aunque el autor no funciona como un ser omnisciente sino que deja al lector la posibilidad de completar la historia, el cuento está bien logrado y proporciona lo suficiente para entender la intención del autor. Aparte de esto, es cuidadoso con los detalles y decide experimentar con la forma y el contenido sin crear una lectura incomprensible o inverosímil.

El cuento presenta acciones que se mueven en el terreno metafísico mediante hechos que suceden no en una realidad cierta, por así decirlo, sino a través de planos más desconocidos tales como la memoria, el sueño y lo inexistente; todo esto aparece fusionado de manera extraña a través de la figura del pájaro, misma que es símbolo de libertad, de reconocimiento y de alteridad dentro del contexto del cuento y respecto a sus personajes.

El nudo del cuento se plantea desde el inicio, en donde quien cuenta la historia de Alex nos dice que en ésta hay tres cosas importantes que fungen como el punto de partida de la historia así como que son parte del desenlace y del misterio que envuelve la historia en sí. Estas cosas son, tal como las enumera el autor: “algo que leí de Donald Barthelmew donde decía que la mujer no existe (…). El segundo hecho es un nombre y un número de teléfono garabateado en le última página de un libro (…). El tercer hecho es el más intrigante; una serie de cartas que le llegaban periódicamente a Alex desde Amberes”

Estos tres factores son determinantes para la trama entera y no sólo para eso sino también para comprender la vida del personaje, sus aspiraciones y deseos e incluso para explorar los límites de los sueños y de la realidad.

Alex es el personaje central, un hombre que ha viajado mucho y que ha perdido la memoria paulatinamente, hecho que lejos de consternarlo o preocuparlo, lo tranquiliza. Desde este momento podemos ver cómo la pérdida de memoria no es trágica sino justificada y entendida dentro del contexto de la historia, principalmente por dos razones, primero porque las cartas que recibe de “M” son una conexión de Alex con el mundo y luego porque éstas sugieren la no existencia de la mujer pero sí la existencia de Alex, haciendo que éste y la mujer se vean fusionados en la misma entidad, una entidad que lee las cartas para legitimar sus recuerdos.

Todo el cuento está organizado de tal forma que el lector paulatinamente logre armar el rompecabezas de la realidad de Alex con respecto a las cartas, a los sueños, a la mujer y a su memoria. Es importante resaltar que cada uno de los elementos anteriores tienen una función específica y que no existen de manera aislada sino que, al contrario, cada cosa está en unión con todas las demás para llegar a la conclusión más fuerte del relato, es decir, el cuestionamiento de la realidad de Alex y el hecho de que éste, al igual que “M”, al igual que Fiorella y que su hija, son potencialmente pájaros y que por lo tanto, son parte de la misma cosa única e indivisible.

A lo largo de las intervenciones de las cartas de “M” el lector puede apreciar con frecuencia que la personalidad de “M” y la de Alex están fusionadas y que la carta es en sí la memoria perdida de Alex que se está recobrando a partir de la voz femenina. El autor deja ver pequeños detalles de esto como cuando dice que “Alex sospechaba eran páginas arrancadas o transcritas con fidelidad de un diario personal” es decir, probablemente del diario de Alex que él ya no recuerda, entre oras pequeñas frases que apuntan a la misma identificación, tales como “difícil saber de ti, incluso cuando estabas aquí” o bien “si tú lo sabes mejor que yo” que aluden al hecho de que ya se conocían, de que son parte de lo mismo.

Cada detalle que el autor presenta se va uniendo de manera coherente ante el desarrollo de Alex y su encuentro consigo mismo. La aparición de Fiorella, su amiga del colegio, es crucial y fundamental ya que ella es el puente entre la memoria restante de Alex y sus sueños, estos sueños son los que le muestran otras posibilidades y le revelan parte del futuro vertido en los dobleces paulatinos del pájaro de papel. Fiorella también es crucial debido a su hija, la figura que Alex más puede relacionar con el pájaro, la mujer que podría ser en realidad “M”, la que está tan loca como los pájaros, la que tiene alas y la que se alegra de ver que Alex rompe la carta de su madre quizá porque piensa que de esta manera Alex se convertirá definitivamente en un pájaro.

No hay duda de que tenemos un cuento bastante bien logrado y con una estructura perfecta que no deja nada de lado pues aunque la misma voz narrativa sabe que no es capaz de contarlo todo, los detalles que proporciona son suficientes para entender el desenlace de la historia de Alex y a pesar del juego que hace entre el sueño y la realidad, el lector se convence de la magia de estas dualidades y termina creyendo que Alex, igual que la mujer, es un pájaro y que la mujer, dado que es parte de Alex mismo, no existe.

Los tres detalles que el autor proporciona para iniciar la historia de Alex se resuelven de una manera extrañamente onírica pero concreta, con la suficiente verosimilitud como para desentrañar el misterio que es planteado al inicio. El cuidado del detalle es uno de los más grandes logros del texto porque no hay nada que quede totalmente suelto ni detalle que existe de manera gratuita o sin repercusión en el resto de la historia.

Finalmente, este cuento se torna en algo mágico pero verdadero y el lector comprende la angustia metafísica de la falta de reconocimiento de este Alex desmemoriado que a través de las alas del pájaro se encuentra a sí mismo para ser libre. El relato se inicia y se cierra con la incertidumbre de la voz narrativa pero desentraña una historia intensa de búsqueda e irrealidad que se concreta de manera eficaz y convincente.

Music: Sunburn - Muse
Quote: "El tiempo es la materia de la que he sido creado" J.L. Borges