miércoles, 27 de enero de 2016

Previo y After: Torneo de Poesía Adversario en el Cuadrilátero 2015

Antes de salir al ring en las últimas rondas: semifinal y final, Colectivo Naufragio hizo esta entrevista, que se enfocó a las cuestiones poéticas. Estuvo muy interesante, no tuve problema alguno en contestar y creo que esa es una buena señal de que sigo haciendo lo que en realidad me gusta. La entrevista aquí:



Estoy agradecida, porque después de aquella aventura poética he tenido varias invitaciones a leer con varias personas interesantes. La editorial Verso Destierro ha intervenido para muchas de estas invitaciones, para algunas de las cuales después, a su debido tiempo, publicaré información en cuanto a lugares y horarios, en caso de que haya algún interesado. El colectivo hizo entrevistas a los otros contendientes, personas que opinaron cosas muy certeras en cuanto a la poesía, personas inteligentes con las cuales también ya he tenido oportunidad de leer y cuyas entrevistas están en el canal de YouTube de Colectivo Naufragio.

La poesía es, siempre lo he creído, una cosa que me salva. El arte, en general, suele cumplir con esa función, acaso la única, de cambiar las perspectivas y tocar, de una manera muy extraña, esas fibras imperceptibles de cada persona. La poesía es la constante en mi vida, el fundamento, el camino, la meta, la justificación, en fin, muchas cosas que me dirigen la existencia. Y lo agradezco, en verdad.


Music on: Scattered glass - Sleep party people 
Quote: "Ese pobre instante adoptado por mi ternura". Alejandra Pizarnik
Reading: Marienbad eléctrico - Enrique Vila-Matas

viernes, 22 de enero de 2016

Aceptar

En esta vida hay que aceptar demasiadas cosas que no gustan, que no quisiéramos hacer. Pero si no aceptamos, nos volveríamos locos, nos suicidaríamos. Creo que eso hacen los suicidas: no aceptan.

En realidad, si lo vemos fríamente, la vida se trata de aceptar más que de luchar; de ceder más que de construir. Esta es la razón por la cual frecuentemente la vida me agota mucho. Esta es la razón por la cual suelo estar cansada.

A veces pienso que no es que yo esté rota, no necesariamente, es sólo esa dificultad de tener que aceptar. Lo trágico es que al mismo tiempo soy una necia que desea y espera y anhela y lucha por cosas, aunque mucho de ese esfuerzo esté condenado al fracaso. A veces también me derroto desde que empiezo, porque me canso; es un andar constante entre la indecisión, entre no querer aceptar tan tranquilamente como muchos lo hacen.

Carezco de los bríos para la renuncia total. Existo para la queja y para el pretexto, pero también sobrevive en mí esa leve rebeldía, ese grito que quiere cambiarlo todo y que sabe que no puede… y habito en un círculo vicioso del que no se escapa. No, hasta que acepte, en paz, o elija la renuncia total, también en paz.

Music on: Lovesong - The cure
Quote: "La poesía salva a quien la lee, pero condena a quien la escribe". Guillermo Vega Zaragoza
Reading: Mark Strand - New selected poems

miércoles, 20 de enero de 2016

Es el mundo

A veces no sé qué es lo que me hace llorar. Pero lloro, así, de pronto. Trato de relacionar el punto exacto o la cosa específica que pudiera haberme hecho llorar. Pero o no lo encuentro o la cosa es tan estúpida o tan insignificante, que no me puedo creer que haya sido eso.

Y pues, acabo de ver en el muro de mi novio un post sobre el paseo en bici de Rosarito – Ensenada, al que él va alegremente con todas las ganas del mundo. Y claro, él, tan deportista, puede echarse los 80 kilómetros, subidas incluidas, sin ningún problema, él, que corre diario ¡y lo disfruta! Y yo… yo pues, he intentado hacer ejercicio en muchos momentos de mi vida, y he fracasado, me harto de ir a los gimnasios y a las múltiples clases, y no sólo me harto sino que en más de una ocasión he salido llorando.

No me avergüenza lo que soy: ordinaria y obesa; estúpida hasta decir basta, una persona que lo único que puede hacer (y eso de manera intrascendente y ociosa) es escribir imbéciles penas, por eso las escribo, porque no me da pena lo que soy (y sin embargo, lo sufro, eso sí). En ocasiones trato de hacer algo al respecto, trato de arreglar un problema que traigo arrastrando desde siempre, y, como sé que paso once horas sentada en una oficina, opto por dejar de comer chatarra, aunque eso también me resulta muy difícil, sobre todo porque tengo hambre todo el tiempo. Al respecto, en menos de dos semanas subí tres kilos, ¿cómo le hice?, no me lo explico, pero así fue, las básculas no mienten. Y me derroto tan rápido que la mejor solución que se me ocurre es atascarme de pizza. 

Así que me encuentro al borde de la lágrima, aguantándome, porque uno tiene que trabajar en una oficina y no está bien ser la chillona y llamar la atención de esa manera. Pero así estoy, respirando con trabajos, y todo por un estúpido post que pone mi novio sobre las maravillosas resoluciones de año nuevo, como ir al paseo ese, y hacerlo sin paradas y mejorar sus tiempos cada día. Y lloro porque yo sólo soy una gorda que no merece a alguien así, porque me siento humillada al no ser lo que él quisiera (aunque lo niegue), y... bueno, más allá de eso, no sé por qué; sólo me invade una tristeza inmensa de ver todo lo que él es y yo no alcanzo.

Lloro porque no sé qué hace él con una persona tan asquerosa (lloro, ni modo, ya se me salieron mis lagrimitas, adiós profesionalismo laboral), lloro porque soy tan poca cosa y siento que estoy derrotada desde el principio, pero mi maldita necedad no me lleva a mejorar ni a acostumbrarme, sino a llorar y llorar todo el tiempo.

No, no tengo un daño en mi cerebro, como él ha llegado a sugerir, un daño que de alguna manera explique por qué me da la chilladera repentina sin causa aparente. La razón es, como siempre, el mundo que me queda demasiado grande, y yo, que resulto, a fin de cuentas, mediocre e insuficiente.

Music on: The universe - Gregory Alan Isakov
Quote: "Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo". Alejandra Pizarnik
Reading: Pájaros en la boca - Samanta schweblin

lunes, 18 de enero de 2016

En su lugar



El mundo nació hoy
cuando de entre al caos
floreció la semilla de tu nombre.

Sentí tu presencia
la pre-esencia de tu carne,
el mundo dejó de ser ajeno
y supe que entre todas las devastaciones
una luz habría de sobrevivir.
La luz que nunca se apaga: "there's a light that never goes out".

Teníamos que encontrarnos cuando fuéramos más de luz y menos de tiempo,
pero esto tenía que suceder,
algún día: "el amor siempre nos demuestra la circularidad del mundo".

Tu voz, 
como esperanza de agua entre páramos desiertos, 
ha hecho que el mundo se ponga en su lugar.


Music on: Fake plastic trees - Radiohead
Quote: "triste como sí misma / hermosa como el suicidio". Alejandra Pizarnik
Reading: Pájaros en la boca - Samanta Schweblin

viernes, 15 de enero de 2016

La rana que salta



¿Sirve de algo decir? ¿Sirve de algo extrañar las cosas irremediables? Escribió Pizarnik, en unos de sus versos más acertados: “¿Para qué extenuarme en alumbrar recuerdos que son pura ceniza?”

Hay una historia de una rana adentro de una olla con agua, la rana tiene la capacidad de usar su energía para ajustar su temperatura corporal, de manera que no se queme. La rana puede hacer esto por un tiempo, pero si el agua sigue calentándose, la rana ya no podrá ajustar su temperatura más y tendrá dos opciones: saltar o morir. La rana tiene que saber cuál es el momento exacto para saltar. Si se queda mucho ahí seguirá gastando su energía para ajustar su temperatura y, cuando ya no pueda ajustar más y quiera saltar, ya no tendrá energía suficiente para efectuar el salto. Entonces, tiene que ser lista y saltar  cuando aún le queden fuerzas y energía para hacerlo.

Pizarnik tenía razón con aquellos versos de los recuerdos. No sirve de nada regresar a alumbrar cosas inservibles, cenizas. La historia de la rana aplica a variadas situaciones y circunstancias: De momento, y porque soy clásica y me gustan la fechas, estoy ahogada en un recuerdo ceniciento y muerto sobre una persona a la que me ha costado mucho trabajo abandonar del todo y cuyo cumpleaños es el día de hoy. Con todo lo que me duele, sé que tuve la potencial inteligencia de la rana, salté antes de que el agua hirviendo me dejara morir. Un buen día decidí que ya no habría más. Tomé como punto de partida su último berrinche, sus últimas palabras de “me voy” para que de verdad se fuera y, al mismo tiempo, me fui yo. No he hablado con él desde entonces, si acaso se había mantenido esta suerte de comunicación a través de nuestros blogs, pero ya ni eso. Conforme pasan los días me convenzo más y más de que nunca habremos de encontrarnos… sí, aunque también piense en esa frase hermosa de Verónica Gerber que reza: “Sé que volveré a verte, el amor siempre nos demuestra la circularidad del mundo”; pero dudo si aquello tan tortuoso era amor, porque el amor no debería ser ese desgarre, ese morirse en vida sin poder escapar, ese llanto incontrolable por sentirse nada.

Y sin embargo, aquí estoy. ¿Por qué regreso como si no tuviera otro remedio? Sí tengo otro remedio: mirar hacia adelante, aceptar que hay cosas que se pierden y no se pueden recuperar. Este proceso ha sido muy doloroso, sobre todo por la falta de comprensión, lo peor del desamor es la duda, como escribió el gran Alejandro Páez Varela: “uno quisiera saber si todo lo que pasó fue realidad, o si lo inventamos para sentirnos queridos, o si los dos cerramos los ojos y soñamos que teníamos todo. La duda”. Y yo me acuerdo cómo hace años compartíamos también su lectura, las lecturas, y estábamos tan extraña y sencillamente en el mismo canal. Y no es que haya pasado tantísimo tiempo, pero parece que sí y que cada segundo ha sido dolorosísimo. No puedo evitar rememorar las cosas hermosas que hicimos, por breves que fueron, las canciones dedicadas al amanecer, las pláticas enteras y, sobre todo, esa declaración que hizo sobre mí, que yo era lo que siempre había querido… Pero junto con eso recuerdo también todo lo opuesto, concretamente, la destrucción: saber que yo, de alguna forma que aún no logro comprender, me transformé en eso que él no quería, me convertí en alguien fácil de insultar y humillar, alguien egoísta y dispensable hasta el hartazgo.

Siempre me quedaré pensando en qué fue lo que hice mal, qué hizo que todo se derrumbara. Pero conforme pasa el tiempo, igual, más me convenzo de que no “hice” nada mal, sino que simplemente fui yo, dejé ser mi verdadero ser, dije lo que pensaba, lo que quería, pedí rogué, grité, lloré. Así soy yo, una persona que demanda y necesita. Quería amor y creí encontrarlo en él, pero nosotros no entendimos las mismas cosas, no queríamos las mismas cosas, parecía que sí, a veces, con métodos distintos, y esa leve esperanza me mantenía erguida y anhelante, sin desfallecer.

Al final, fui la rana que saltó, que vive, aunque no pueda olvidar y preguntarse cosas. Y aquí viene al caso ese verso de Rosario Castellanos que reza: “Nunca como a tu lado fui de piedra”. Porque sí, tanto llanto y humillación, tanto ruego…, sí, le rogué. Pero poco a poco es más sencillo: hace unas semanas tiré a la basura la única cosa en mi poder que tenía relación con él: el libro de Urantia, que estaba en mi librero, esperándolo con toda la intención de que llegara a sus manos. ¿Para qué? Me pregunté, y me deshice de él. Fui la rana que saltó, me falta ser la rana que ya no se acuerde de él, que ya no escriba de él.



Music on: When the music's over - The Doors
Quote: "No más fila para morir / he de partir". Alejandra Pizarnik
Reading: Pájaros en la boca - Samanta Schweblin

domingo, 10 de enero de 2016

Escribir de ti...

Voy a escribir de ti, pronto. No sé por qué te lo anuncio. Quizá porque regresar a tu nombre es una tortura deliciosa que debe ser dicha para ser doblemente sentida, para que mi humillación sea doblemente sentida. Sé que no te has ido. Y no me importa lo ridículo del hecho: ésta es mi única manera de comunicarme.

No hablaré de lo que no debería hacer, hablaré de lo que es... Quisiera decirte tantas cosas, quisiera, sobre todo, regresar y aprender, para evitar el momento en que todo fracasó. Quisiera decirte que sigo fracasando, que ser yo no alcanza, que siempre encuentro la manera de echar a perder las cosas, de hacer que la gente se aleje voluntariamente, de que la gente se dé cuenta, de una forma desagradable, de que yo no soy lo que pensaban, y se engañen diciendo que sí, que sí soy lo que pensaban, y luchen aferrados a esa idea... Y yo llore. Nosotros ya no estamos ni remotamente juntos y es a causa de eso, a causa de que tú conociste a alguien que poco a poco se desvaneció. Así he sido, me desvanezco y muestro lo peor de mí. Pero no puedo acostumbrarme a quedarme abandonada.

Si tuviera talento ya tendría todas las palabras reunidas para invocarte, para implorarte. Me he perdido. Me hace falta reír, aunque fuera a la distancia... tú eres parte de lo que siempre me ha hecho falta. Escribiré. Por ahora sólo quiero decirte que hay un poema con tus versos, el cual he leído cada que tengo oportunidad en lecturas de poesía a las que de pronto me invitan, ese poema que ya conoces, con las líneas que robé para perpetuarte. Lo leo esperando que acaso sea poderoso para conjurarte (tengo que creer en el poder de mi palabra) y lo leo pensando en todo lo que no fuimos, que no seremos.

Escribiré, porque eso es acaso lo único que puede mantenernos en el mismo plano existencial, escuchándonos, sabiéndonos.

Music on: Varú - Sigúr Ros
Quote: "Tal vez esté enloqueciendo. Porque lo deseo, lo deseo tanto como la muerte". Alejandra Pizarnik
Reading: La señora Dalloway - Virginia Woolf

viernes, 8 de enero de 2016

Disciplina

Soy una persona ordinaria, no soy inteligente. Solía pensar que esas carencias se podían compensar con otras cosas, como ser disciplinada y trabajadora. Pero en estos días me he dado cuenta de que tampoco tengo aquellas cualidades de las que me jactaba. Recomienzo: soy una persona ordinaria, no soy inteligente, tampoco soy disciplinada ni trabajadora.

La disciplina, vaya, yo pensé que significaba otra cosa. El diccionario de la RAE apunta este significado: “Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral”. Yo pensaba la disciplina como algo relacionado con la constancia y la perseverancia, no la veía como sólo el adoctrinamiento, mucho menos encaminado a cuestiones morales. Me dicen disciplina y veo a un tipo que corre todos los días, y que tiene esa, precisamente, “disciplina” para no alejarse de una costumbre establecida a punta de rigor. Ese tipo, entendería yo, es un hombre disciplinado. Pensaba también, bajo la misma percepción, que esa disciplina se extendía hacia cualquier actividad a la que se le dedica un esfuerzo específico y sobre todo una constancia.

Entonces, además de haber estado engañada sobre mí misma, estaba engañada sobre el significado de lo que yo tenía como característica de mi persona. Qué desastre. Bueno, para el caso, no la tengo, intento cosas que en un momento dejo de hacer, me aburro, me fastidio con facilidad. Caí en la cuenta de que si he logrado lo que he logrado es porque he tenido un capataz atrás de mí que me obliga a hacerlo; si no lo tuviera no lo hubiera conseguido. Pienso en la maestría, por ejemplo…, ¿cómo es que tuve éxito? Pues a punta de los azotes de mi asesora y de saber que Conacyt me había regalado una beca a cambio de mi grado académico. Si escribí mi primer libro fue porque estaba en un taller que me exigía llevar textos nuevos y hacer ejercicios y entregarlos a cambio de una calificación, lo hice muy rápido y lo hice bien, gracias a la presión. Creo que no funciono de otra manera, que si no tengo algo o alguien que esté sobre de mí, no hago las cosas. Ahora bien, si fuera inteligente vería esas cosas como estímulos y no como presiones, pero no. Y la evidencia no me es suficiente para imitar el patrón sin que haya alguien atrás de mí. Ya lo he dicho: no soy inteligente.

Es por eso que nunca termino una rutina de ejercicio, porque me molesta mucho y no hay quien me regañe; mi propia voluntad es débil y no me basta pensar en los beneficios que podría obtener a largo plazo, simplemente renuncio. Cuando me pongo a dieta, lo hago en serio porque cada semana voy con el nutriólogo y sé que si no bajé nada me va a regañar y a presionar, entonces sólo así dejo de comer; es muy triste mi patetismo, pero es real que si nadie me exige, yo, por mí misma, soy mediocre y prefiero comer, ver el Facebook todo el día, “estupidear”. Eso es fácil, es para gente ordinaria, para gente como yo.

No soy una persona grande, tampoco creo que lo que hago vale la pena; me pregunto por qué es que escribo… creo que escribir es una de las pocas cosas que hago por iniciativa, sabiendo que no hay ningún resultado específico para con el mundo ni para conmigo misma, nada remunerado, nada dirigido, sólo escribo, y ya, y esta escritura no me cuesta ningún esfuerzo. Escribo, generalmente sin presiones de ningún tipo, sólo lo hago… por necedad, a veces… por aburrimiento, otras veces, porque no aguanto guardarme lo que siento, y porque conozco el lenguaje, los puntos y las comas, o no sé, tal vez no sé la razón o si haya una razón.

Y de nada sirve, claro, porque estas palabras son irrelevantes, suelo sucumbir al hecho de que soy tan prescindible que no tengo nada importante que decir. No es cuestión de actitud ni de perspectiva, es de realidad. ¿Será que la disciplina, signifique lo que signifique, ayudaría a ser un poco más de lo que uno es? ¿Qué estímulo es necesario para la grandeza, o qué presión, para el caso de quedarnos perdidos en minucias semánticas? ¿Ayuda acaso creerse más de lo que uno es? ¿La autoestima y la confianza tienen algo que ver aquí?

Repito: yo soy una persona ordinaria, a veces me agota el simple hecho de pensar. Me estresa que el mundo espere cosas de mí, que no puedo darle o que no quiero. Repaso mis líneas de vida. Sé que mi héroe más grande es un tipo que asume un castigo con felicidad y nos enseña que la existencia del ser humano no es sino un constante fracasar que debe abrazarse con alegría. ¿Será que veo a la vida misma como un castigo? Además soy contradictoria: ensalzo la mediocridad pero me duele no ser suficiente para nada; quiero la grandeza pero no trabajo para alcanzarla porque sé que he intentado demasiado con fracasos inacabables; tengo sueños pero no la fuerza para perseguirlos. ¿Es esto una cuestión que tiene que ver con la disciplina o con la falta de ella? A veces creo que es sólo cuestión de aprender a vivir en el mundo tal cual es sin cuestionarme nada, para concluir como Pessoa, “y el universo se me reconstruye sin ideales y sin esperanzas”, quizá esa es la verdadera manera de vivir: sin exigencias, sin presiones, sin esa cosa extraña llamada disciplina que no termino de tener ni de entender. O no... y nunca lograré hacerlo. Que lo ordinario sea suficiente: eso.


Music on: Trouble - Coldplay
Quote: "He fracasado en todo. Como no me hice ningún propósito, quizá todo fuese nada". Fernando Pessoa
Reading: La señora Dalloway - Virgina Woolf

jueves, 7 de enero de 2016

No entender. Vivir


Esta parte de la vida se llama “el peligro de herir susceptibilidades al decir lo que siento”. Entonces estoy en un grupo de Whatsapp. Una amiga me agregó, junto con otras personas, para hacer una cadena de oración a las 15 horas, para pedir por su papá, que estaba muy dedicado de salud. La cadena comenzó el 4 de septiembre. Nunca entendí si la oración debía hacerse sólo ese día, cuando creó el grupo, o si era una actividad que se  haría todos los días a la misma hora, tampoco entendí si, en este último caso, se debía dejar de rezar cuando su papá recuperara la salud.

Yo no participo en rezos, no soy una mala persona, intento ser solidaria y ayudar en medida de mis posibilidades, pero no creo que rezar sea útil para nadie, así que no lo hago. Estuve semanas leyendo las oraciones que la gente del grupo escribía siempre alrededor de las 15 horas. Entendí que eso significaba que a esa hora estaban haciendo oración. A veces no ponían oraciones como tal ni anunciaban que se estaba rezando, sino que llenaban la pantalla con emojis de gente rezando (o al menos el emoji que parece que está rezando porque, según sé, el Whatsapp tiene montones de dibujos inspirados en la cultura japonesa y aquellos que parecen estar rezando, en realidad están agradeciendo). Los emojis eran la manera más sencilla de decir “oye, seguimos rezando, a la hora en que quedamos, míranos”.

Como dije, yo nunca participé de eso. Traté de hablar con mi amiga, preguntar cómo estaba, ofrecer mi ayuda. Llegué a pensar que si para ella era importante o útil tener a gente rezando, bueno, bien podría yo hacerlo, pero también pensé en lo absurdo que me resultaba hacer algo en lo que no creo. En fin, pasó tiempo en la misma dinámica. Hace unos días su papá finalmente falleció. ¿De qué sirvieron las oraciones?, me pregunté, aunque yo ya lo sabía: de nada. En los momentos del funeral, la gente escribió cosas distintas, ahora pidiendo el descanso eterno y anunciando lugar y hora de los rosarios. Hace un rato, cuando dieron las 15:00 de nuevo la gente siguió rezando, ¿para qué? Estuve a nada de escribirles “ya se murió, ya no hay que rezar por su salud, que era lo que inicialmente se estaba haciendo”, me contuve, hay que entender que a veces no hay necesidad de decir cosas y que muchas veces lo que uno piensa o dice puede lastimar a los demás. Nadie pidió mi opinión, además.

Creo que uno puede tratar de no ofender pero que también tiene derecho a decir lo que piensa. Esta soy yo diciendo lo que pienso. Es absurdo todo eso, absurdo rezar, absurdo creer. En estos temas me siento alienada, no comprendo cómo funciona el mundo o la gente, cómo es que creen en lo que creen. Yo recuerdo muy bien que en mis días de estudiante en una escuela de monjas se nos alentaba a rezar para cualquier cosa; recuerdo aún mejor un caso en el cual, igualmente, alguien estaba muy enfermo y la monja dijo “hay que rezar para que se haga la voluntad del Señor”. Yo no podía tener más de 13 años cuando escuché eso y se me hizo la cosa más estúpida del mundo. Si voy a rezar a un ser superior todopoderoso, debería pedir para lograr algo que yo quiero, no para que haga lo que él quiera conmigo; es verdaderamente estúpido.

Esto es lo que soy. No debería pedir disculpas al respecto. Vivimos en un mundo en el que muchas veces debemos -¿debemos?- cumplir las expectativas de otros, directa o indirectamente. Y es muy cierto que no voy por la vida tratando de hacer daño, pero he aprendido que uno puede hacer daño involuntariamente, tal como lo escribió Murakami: “Hay personas que pueden herir a otras, sólo por el mero hecho de existir”. Lo único que nos queda es ser responsables de nuestras palabras, de nuestros daños, y “aguantar vara” sobre lo que pensamos, creemos y expresamos.

En mi vida he tenido varios momentos tristes. No es que no haya perdido a un familiar, también me he enojado por no entender las cosas, pero me enoja más que la gente refugie su falta de comprensión en dioses, porque esas son salidas fáciles. No es que no haya llorado por la muerte, pero siempre he entendido que la aceptación es uno de los logros más complicados en esta existencia y que no podemos vivir a la espera de buenas noticias. No, no voy a rezar, nunca lo haré, tampoco dejaré de ser lo que soy, los otros también tienen que aprender a aceptar, aceptar que hay millones de cosas en el mundo que no son bonitas, y que lastiman.

Ahora, no sé si sea momento de salirme el grupo aquel en Whatsapp, no lo hice antes porque mi amiga lo usaba como medio para informarnos cosas sobre la salud de su papá y, aunque no parezca, sí es algo que me importaba, porque le afectaba a ella. No veo el punto de permanecer ahí, no sé si sea buena idea escribir, aún no lo decido. Quizá deba esperar un poco, aunque eso no me ayude a comprender más, en serio no lo sé.

Music on: Gregory Allan Isakov - Second chances
Quote: "Ser feliz cuesta el mismo trabajo que cualquier otra cosa". Alejandro Acevedo
Reading: La señora Dalloway - Virginia Woolf

martes, 5 de enero de 2016

El jardín

No quería el jardín para vivir
sino para contemplar la belleza de sus seres.

Quería la sombra de sosiego en sus árboles
y la calma de yacer sin pensar.

Quería quedarme quieta como esos frutos listos para devorarse,
esperar como aquéllos,
rebosantes de vida sin vivirse
descansar en aguardo del destino,
de una mano que los tome,
de una vida que los necesite.

Porque también soy un fruto maduro que la tierra expulsa
y que debe cumplir su función:
esperar
nutrir
servir.

Pero no todos los frutos sirven.

El jardín escondía retazos oscuros: frutos secos.
El jardín que yo buscaba no era el de las luces y los colores
sino el de la putrefacción.

Supe entonces que mi existir entre la espera formaba parte de otro destino,
que yo no estaba hecha para saciar,
que mi ser era como el de aquéllos de olor rancio y piel seca,
que yo debía yacer inerte hasta la pudrición.

Corrijo:
sí quería el jardín para vivir,
lo quise siempre identificada con esa especie en abandono,
hecha menos.

Porque vivir es también esperar y no lograr,
esperar y no servir,
esperar y marchitarse.

Vivir es también esto: pudrirse.


Music on: Fool for you - Phillip Phillips
Quote: "el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles"  J.L. Borges 
Reading: Miss Dalloway - Virgina Woolf