martes, 27 de diciembre de 2016

Querido Santa Claus:


Antes que nada, disculpa que te diga la siguiente verdad: siempre le he hecho cartas a los Reyes Magos. No es que tuviera algo en tu contra, querido, pero mi mamá nunca me inculcó la fe en el señor que anunciaba la Coca Cola. Y la fe la he perdido, en general, con el paso de los años.

Pero cuando uno tiene deseos da igual a quién se los pida, querido Santa Claus, los mitos encierran un carisma inigualable y el receptáculo se ajusta a la persona y su realidad individual. Así pues. Lo que deseo en este momento es lo que creo que necesito o no necesito, según sea el caso, pocas cosas, concretas, ambiciosas:

Primero que nada, querido Santa Claus, quiero resignación, sí, de esa que te dicen que debes tener cuando las cosas te salen mal, frase muy recurrente cuando se te muere alguien, pero también aplicable a cuando trabajas muy duro para lograr algo y fracasas, cuando intentas muchas veces y descubres que por más que trates no eres suficiente. Resignación, sí, para no enloquecer ni deprimirse; resignación, querido Santa Claus, porque no hay manera de luchar contra la corriente sin morir de agotamiento.

Después quiero valor, en grandes dosis, porque necesito despertar todos los días en este mundo que se cae a pedazos y poder responder como aquel Sísifo en la montaña, con alegría y felicidad plena frente a una condena eterna; responder, querido Santa Claus, que estoy bien a pesar del castigo, a pesar de que nado en el fango cuando lo que espero es volar sobre las estrellas, responder que todo está bien y que sí soy feliz.

Y quiero amor, querido Santa Claus, porque uno debe tener algo hermoso que te destruya y al mismo tiempo te haga renacer, porque es siempre sorprendente y te hace romper límites impensados, porque estoy convencida de que es mucho más de lo que dicen que es, y que, aunque no alcance y no sea más grande que mil cosas, encuentra la manera de hacer girar la existencia entera, hacia rumbos desconocidos. Y eso siempre es necesario.

Y al final, querido Santa Claus, quiero vida, porque sin ella no se hace nada; y además quiero ser capaz de vivir pensando profundamente sin azotarme por la pequeñez de mi ser en el mundo, para así poder siempre abrazar la vida sin pensar en la muerte. Y no, por si te lo preguntabas, no quiero muerte, sobre todo no muerte, querido Santa Claus, no quiero que venga a rondar con la certeza gélida de su presencia irremediable, la quiero lejos, lejos para pensar que el tiempo presente es hoy y es bueno y que, mientras haya vida, hay posibilidad, a pesar de todo.

Querido Santa Claus, hasta ahí mis deseos. Disculpa la retahíla, entiendo que no podemos establecer convenios más allá de esta ocasión especial, mas es mi plan escribirte de nuevo el siguiente año y aseguro estar deseando cosas diferentes, porque nada me basta, querido, siempre falta algo, todo es insuficiente. 

Music on: Not even jail - Interpol
Quote: "El futuro es de quien lo ve como presente". Mauricio Montiel Figueras
Reading: Los niños están locos - Héctor Manjarrez

viernes, 23 de diciembre de 2016

Yo hubiera hecho lo mismo


Leyendo a José Emilio Pacheco, di con un poema titulado "La mayoría de edad", y me hizo pensar en ese momento en que me dejaron, más bien en los muchos momentos en que me han dejado. El poema dice así:

La mayoría de edad
no se alcanza por fecha de nacimiento
ni consta en los archivos oficiales.
Nos graduamos de adultos nada más
cuando alguien nos deja.
En plena juventud llega de pronto
el sabor de la muerte.

No vengo a azotarme porque me dejaron ya que, aunque sí es terrible en muchos niveles, creo muy importante recalcar el otro lado: siempre somos víctimas. Es decir, siempre vamos a herir a alguien, a dejar a alguien, por el simple hecho de que queremos estar bien y hacer lo que creemos que nos hará felices.

La última vez que me dejaron fue hace tres años. Por ridículo que suene, aún me duele, y todavía puedo llorarlo y sufrirlo con gran facilidad; me duele no haber sido suficiente, me duele sobre todo, que me dejaron por otra persona que era todo lo que yo no era y que sí era suficiente y más.

No sé si haya un adjetivo para lo que sigue, pues yo nunca he dejado a alguien por alguien más. En mis relaciones amorosas es usual que me dejen por alguien más. He escuchado de personas maravillosas que se convierten en verdugos tremendos. Gente que viviendo un matrimonio tranquilo y en paz logran dejarlo todo por otra persona porque esa persona sencillamente les cambia la vida y consideran pertinente arriesgarlo todo por intentar (¿amor? bueno, supongo que es amor) y lograr.

Sí creo que la mayoría de edad se alcanza cuando te dejan, ahí toda la razón, querido José Emilio, porque terminas devastado y sabes que el mundo sigue su curso pero te sientes en pausa, como un intruso; porque no puedes dejar de hacer el resto de las cosas que normalmente haces y que necesitas hacer, pero todo se siente distinto, vacío, pesado, enrarecido, y sólo deseas despertar de una pesadilla terrible en la cual no sabes en qué momento te metiste ni qué hiciste para joderlo todo y estar ahí. Y nada, eres tú, insuficiente y triste, mirando a la persona que amas amando a otra, haciendo todo lo que no hizo contigo con otra y te mueres un poquito cada vez que lo reflexionas o lo atestiguas. Ni modo: la madurez no es bonita.

Y como amo la paz y la tranquilidad, deseo profundamente que nunca me pase a mí (no hablo ya de ser la víctima porque eso, de tantas veces que me ha pasado, es algo que, aunque no se haga costumbre, al menos sé las etapas y los desenlaces); me refiero a ser el verdugo. No quiero que llegue alguien a mi vida que prometa cambiarla y darme todo lo que creo que no tengo y necesito, no quiero que nadie me entregue castillos y estrellas y me haga pensar que puedo echarlo todo por la borda, sin más consideraciones. No quiero ser el verdugo que ejecute el alma de quien me ama y me da todo lo que es, no quiero.

Pero ¿lo haría? Mucho he pensado en esa última vez que me dejaron, he pensado en él y he visto un poco de su vida a la debida distancia de las redes sociales (tan cerca, tan lejos); veo que es feliz y que haberme dejado no fue un capricho, sino algo que tenía que hacer para estar bien. A veces pienso que fue la decisión correcta, incluso pienso que, de hallarme en la misma situación yo hubiera hecho lo mismo, y no hubiera tenido consideración por la víctima; al final uno hace lo que tiene que hacer para estar bien, aunque eso implique lastimar a la gente como daño colateral (y estaría bueno que él leyera esto, en la misma distancia que nos da internet pero que de alguna manera nos mantiene en contacto). Así es la vida. ¿Lo hubiera hecho? Sí, seguramente también lo hubiera hecho.

Y es normal, pasa todo el tiempo... Pero ya estuve del otro lado y, en verdad, no quisiera hacerlo.

Music on: Nancy from now on - Father John Misty
Quote: "Escribes porque somos puertas / mal cerradas delante del vacío". Jeremías Marquines
Reading: Los niños están locos - Héctor Manjarrez

jueves, 17 de noviembre de 2016

¿Cuánta vida te está costando tu sueldo?




La cosa tiene un gran preludio: todo empezó cuando terminé la maestría y estaba quedándome sin beca, un muy buen amigo me dijo que se necesitaba una "asistente" en el Centro Cultural del México Contemporáneo, el cual pertenecía al sindicato de maestros (SNTE); entré, era un trabajo sencillo: contestar llamadas, hacer citas para la coordinadora, dar informes, llevar la agenda cultural y de la jefa, atender a los artistas. Después de un año haciendo es chamba, la jefa vio algo de potencial en mí y decidió ponerme a cargo de Relaciones Públicas, lo que sea que eso signifique. En menos de un mes después, por cuestiones de incomodidad (la directora era hija de Elba Esther Gordilloy ahora ella estaba en la cárcel), el sindicato decidió que lo mejor era correr a todos los que trabajaban ahí, sin preguntar ni considerar nada.

Luego de eso, mi buen amigo me pidió que lo ayudara a dar unas clases en un Cetis, también lo apoyé con cosas que necesitaba y, como en realidad quien me estaba pagando era él (de dónde, no lo sé, mucho menos cómo, pero no entremos en detalles), me siguió pagando lo acordado a cambio de las nuevas actividades asignadas. Un día me dijo que necesitaban a alguien con buena ortografía y redacción para que ayudara a revisar un periódico que hacía el SNTE en la FIL de Guadalajara, así que me mandó para allá a hacer corrección de estilo y apoyar con una que otra cosita. Entonces conocí a una señora, directora de la Editorial del Magisterio, quien me ofreció un trabajo fijo. Yo, atenida a lo que me pagaba mi amigo y sabiendo que pronto dejaría su puesto de Secretario General en el SNTE, decidí tomar ese trabajo. Es una editorial, me dije, qué bonito ha de ser.

Y comencé. Y poco a poco se me fueron bajando los ánimos y fueron creciendo las decepciones. La verdad es que nunca había hecho corrección de estilo de manera profesional. De modo que ahí aprendí mucho, en serio mucho, más de impresión y edición que de corrección, pero lo aprendí. Y también aprendí lo que no se debe hacer. Resultó que la tal Editorial era más bien una imprenta, cuya directora no sabía la diferencia entre una imprenta y una editorial. Resultó que había un plan de independizarse del sindicato y funcionar como debería ser una editorial de verdad, pero esto nunca se concretó. Bueno, la supuesta independencia sí, con una gran ceremonia de inauguración en un nuevo lugar, y a la cual se invitaron a las editoriales más importantes de México (o al menos eso creía yo, pues en realidad se invitaron a las imprentas más importantes de México). Total que el proyecto nunca resultó lo que yo me imaginaba. Era una editorial sin editores, sin catálogo, sin línea editorial y que pretende cobrar a los autores porque no los ve como autores sino como clientes. Con todo respeto externé mis ideas, le dije a la jefa que no podía cobrar a los autores porque eso no es lo que ellos buscan ni esperan; ella dijo que si no les cobraba de dónde iba a sacar dinero, que aquello era un negocio y que me quitara esas ideas de la cabeza; evidentemente no tiene idea de cómo funciona una editorial y por más que se lo digan no le interesa escucharlo. Encima, habría que sumarle que no sabe los contenidos de lo que se publica, que piensa que todas las personas que quieren escribir libros son ególatras y que se asquea cuando sabe que hay muchas propuestas de publicar poesía; "poetas no", decía.

Yo estaba decepcionada y desesperada. Desde que inició el año (con apenas un año trabajando ahí) empecé a buscar otras opciones, sin encontrar nada que me gustara y con sueldos bajísimos. Después de la inauguración estuve a nada de renunciar, pero la necesidad de la lana y los gastos me detuvieron; fui a entrevistas, no me llamaron, busqué por ahí y por allá sin hallar nada que fuera suficiente como para renunciar de una vez por todas. Hasta que un buen día encontré un anuncio en Facebook en Ediciones Era donde pedían gente con un perfil como el mío y que supiera hacer lo que más o menos sé hacer. Y tuve la fortuna de que quisieron contratarme. Una cosa buena del sindicato es que paga muy bien (y cómo no, si todos sabemos las arcas que se llevó doña Elba Esther), pero ya llevaba mucho tiempo pensando si era realmente importante tener dinero a cambio de estar en un lugar que no me gusta, o bien, no tenerlo pero estar en un lugar que de entrada tiene mejor horario, cuyos directivos saben bien cuál es la chamba y donde, por supuesto, estoy cerca de la literatura.

Esta oferta de Era salió en el momento menos esperado. Ya estaba resignada a terminar el año ahí, ahogada de trabajo hasta los fines de semana debido a su pésima planeación (eso o renunciar, definitivamente), atendiendo a peticiones que me parecían incongruentes y fuera de lugar (como fabricar una botarga para la FIL Guadalajara y tener un stand que no exhibe ni vende libros, sí, en la feria del libro más importante de Latinoamérica). Pensé en aplicar al doctorado, cosa que tampoco me llenaba de felicidad pero al menos parecía una puerta de salida ante tanta frustración. Afortunadamente, la luz llegó, con Era, algo que no tenía entre mis planes, pero que me salvó. Y además, con todo lo que busqué y todo lo que aprendí, me hice buena haciendo corrección de estilo y cuidado editorial (allá, en el sindicato, la jefa cree que esa chamba es cosa que cualquiera que sepa leer puede hacer), le eché ganas y me hice muy buena, tanto que me llaman de Editorial Planeta y de Editores Mexicanos Unidos, y trabajo con libros de literatura que generalmente valen la pena (nunca había leído La Isla del Dr. Moreau ni Moby Dick y me las eché mientras las corregía). Estoy en mucha paz, tanta que ya tengo tiempo para retomar mi blog y puedo regresar a mis pendientes de escritura.

Bueno, no todo es miel sobre hojuelas: me pagan la mitad de lo que me pagaba el sindicato, pero no me importa. ¿Cuánta vida te está costando tu sueldo? Me lo pregunté y decidí que no podía seguir dejando la vida en algo que no sólo no me gustaba, sino que incluso me avergonzaba; es real que cuando me preguntaban de mi trabajo yo no quería ni abrir la boca, de la pena. Ahora, después de buscar y buscar, no me avergüenza, porque por fin trabajo en una editorial de verdad, vaya, una editorial.


Music on: Sweetheart - Jont
Quote: "En el insomnio de la noche caben / caravanas en el desierto / e hileras de pingüinos saltando al agua". Elsa Cross
Reading: La campana de cristal - Sylvia Plath

martes, 18 de octubre de 2016

¿No habrá puerta de salida? en la FIL Zócalo 2016


A finales de abril me informaron que la editora de Abismos estaba buscando escritores jóvenes para armar un libro para el Mercado de la Poesía en Francia. Yo tenía ya listo un libro, así que lo mandé a ver si le gustaba algún poema. El caso es que le gustó todo y me propuso editarlo. En un par de meses se hizo todo, firma de contrato, revisión de pruebas, impresión. Yo, feliz, más feliz que nunca.

En fin, el libro va a tener su primera presentación el próximo viernes 21 de octubre en la Feria Internacional del Libro en el Zócalo, la cita es en el foro "La Chula" a las 15:00 horas. Es un libro bonito, desgarrador pero bonito, que, si pudiera definir rápidamente, diría que se trata de "quedarse", de la "no renuncia", y claro, de la angustia, la desesperanza, las puertas sin salida..., del mundo, pues.

Estoy agradecida con Sidharta Ochoa por la oportunidad y toda la difusión que se ha hecho. El libro, hasta el momento, ya se puede comprar en Amazon y pronto estará en varias librerías. El cuarto libro, el tercero de poesía, me siento contenta, mucho.

Music on: Dudley - Yeah yeah yeahs 
Quote: "El amor conduce a las despedidas". Alejandro Páez Varela
Reading: La ciudad de las palabras - Alberto Manguel

viernes, 26 de agosto de 2016

Las distracciones

De la serie: Homenajes a Leonora Carrington



El infierno desconoce los puntos cardinales,
se extiende sin medida, circular como el tiempo.
Es un reino de fuego que contiene islas errabundas.

Niña de sal, cruza la puerta de la nada.

Aun entre el caos se dicta la armonía de las esferas,
y del cielo infinitos ríos de luz abrasan cada esquina.

Niña, baja de la barca y hurga con tus manos secas el fango ennegrecido.

En lo alto se desliza la mujer danzante,
su blancura de estrellas se vierte sobre la noche,
sus gemelas admiran viaje, cenit y caída.

Niña, el mundo subterráneo se forja entero ante tus ojos.

Una columna con piel de árbol soporta el triángulo eterno, guardián inmóvil, el ave de rapiña cuida el mundo luminoso de su centro.

Niña, baja a buscar el camino de la hierba.

El andrógino de largos cabellos forja destinos desde un vehículo encallado,
su espalda tiene surcos de noche, sus visiones tejen el viento.

Niña, ve a conocer al rey loco, para que seas tú quien lo lleve lejos del camino que ignora.

Habitantes mutilados se arrastran por las zanjas del desastre, su canto lastimero impregna el aire y transporta el germen de la muerte.

Niña, despierta, una estatua vigila tus pasos.

Llueven susurros que apaciguan las llamas, en el umbral no hay letreros.


Bienvenida.


Music on: True love waits - Radiohead
Quote: "La locura te abre puertas de tu interior. Cometer actos que los otros condenan te eleva a otra dimensión, saltas encima de tu propia mediocridad". Elena Poniatowska
Reading: Leche del sueño - Leonora Carrington

martes, 5 de julio de 2016

El despertar de Alejandra Pizarnik: la poética de no ser de este mundo



Alejandra, siendo adolescente, llamó por teléfono al psicoanalista y escritor León Ostrov, para solicitarle una entrevista. A partir de aquí, las visitas fueron frecuentes; Ostrov recuerda así el primer encuentro que tuvo con Alejandra: “Mi primera impresión, cuando la vi, fue la de estar frente a una adolescente entre angélica y estrafalaria. Me impresionaron su grandes ojos, transparentes y aterrados, y su voz, grave y lenta, en la que temblaban todos los miedos”.

El objetivo original de los encuentros era el psicoanálisis; sin embargo, entre ambos se desarrolló una complicidad escritural psicológico-literaria. Durante los años en que Alejandra vivió en París, ambos establecieron una correspondencia constante, en la cual se puede atestiguar este vínculo que trasciende la relación entre un psicoanalista y su paciente. Ostrov afirma: “No estoy seguro de haberla siempre psicoanalizado; sé que siempre Alejandra me poetizaba a mí”.

Es a partir de esta correspondencia que se puede desentrañar una parte de la poética de Alejandra, las cartas son poéticas en sí mismas, pero sueltas, en prosa libre, sin tapujos y con una plena sensación de sinceridad. León se convirtió en un cómplice poético. Tan es así que el libro La última inocencia (1956) lo dedicó a él y, posteriormente, para cuando publicó Las aventuras perdidas (1958) decidió dedicarle un poema ahí: “El despertar”.

Este poema es un canto elevado hacia la noche, hacia ese decir constante que ella no es de este mundo. ¿Qué significa el despertar para Alejandra? No es un despertar alegre ni positivo. Es darse cuenta de que la libertad es un engaño, de que la vida es una tortura. En una carta a León escribe: “Todavía me contemplo, asombrada de estar viva”.

En “El despertar” Alejandra reúne lo que piensa de su existencia, una suerte de transitar estático, una imitación de lo que debería ser la vida. A través de una plegaria invoca a lo desconocido, para obtener un poco de misericordia. Un fragmento del mismo da cuenta de la desesperación y angustia latente:

Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás o simplemente fue
¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco esperaría
con las luces encendidas?
¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?
El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual
Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde

Como un mantra repite en varios momentos del poema el hecho de que la jaula se ha hecho pájaro, ¿qué significado esconde esta letanía que aparece como una constante aterradora? La jaula tiene una función doble, atrapa, pero al mismo tiempo protege. La jaula se convierte en un elemento de la libertad, se hace pájaro y afuera, donde no hay barrotes que detengan nada, la libertad es aterradora. ¿Qué haré con el miedo?, se pregunta también constantemente, la poeta no sabe qué hacer con los monstruos que se asoman desde el aire, desde la luz, desde todo lo asible e inasible. La jaula era un mecanismo de protección que, perdido, la conduce a la angustia y al dolor. León fue testigo de ese miedo, cuando ella le escribe, desde París: “La verdad es que acá me muero de miedo. No sé si ello responderá a mi inmensa capacidad de temer o si la realidad contiene verdaderas causas que lo desaten”.

El vacío, la soledad, la alienación son constantes en la pluma de Alejandra. Y la poesía era una forma de vida, una manera de escapar de los estándares, de abstraerse fuera de las rutinas establecidas sobre ir a trabajar, “ganarse la vida”, perder el tiempo en el ritual absurdo de trabajar siete u ocho horas diarias, de enrolarse en lo que los otros llamaban vida.

En la correspondencia, sigue apareciendo su miedo, su miedo a la existencia cotidiana e incomprensible: “No tengo miedo de morir, tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva, tengo miedo del viento […], tengo miedo de los árboles salvajes, nacidos porque sí y para nada”. Alejandra despertó, en contra de su voluntad, al miedo inenarrable. Pero esta condición es, aunque terrible, su aliada. Alejandra sabía de la unión entre poesía y vida, tal como lo entendían los grandes poetas de vanguardia. Pero en ella la angustia y el miedo eran demasiado pesados, ella lo sabía.

También sabía que algún día iba a partir, para nunca regresar. El despertar fue una denuncia explícita de la existencia que no deseaba, de un trajinar constante de luchas de contrarios, de antítesis que se le presentaban y frente a las que no respondía sino con paradojas. Un apunte de diario escrito en 1961 lo atestigua. “En medio de mi terror estaba el pequeño miedo a perder la intensidad de mi sufrimiento. Si mi angustia me deja, pensé, estoy perdida”. Escrito en el pizarrón, el día de su muerte, se leía: “ir nada más que hasta el fondo”. El despertar que ella necesitaba era otro, uno desconocido, uno que no tuviera nada que ver con esta tierra ajena. 

Music on: She always takes it black - Gregory Allan Isakov
Quote: "Acudir a la infencia / es regresar vacío / y sin infancia: adulto / que es la peor manera / de despertar por las mañanas". A.E. Quintero
Reading: Leonora - Elena Poniatowska

viernes, 1 de julio de 2016

Elegía




1. Luces neón

Ciudad de México, destellos que abren el silencio y la penumbra,  ciudad cómplice y enemiga, avistada desde el cuarto piso.

(Vodka tonic.
Agua.
Cigarrillos.
Almohadas viejas.
Sábanas roídas.)

No hay lugar para los sueños.
La ilusión de lo eterno ha sido confinada a algunos metros cuadrados.
Silencio.
Tu mano apenas me roza pero insistes en que nos quedemos, que guardemos otro poco ese momento antes de que exista otra persona que no pueda hacernos seguir en el secreto.
Silencio.
No dices nada pero lo sé: el final apremia.
Tu mano no puede tocarme al caminar por la calle pero sí a través de escaleras viejas, o dentro de un elevador ruidoso, cómplice de pequeñas confesiones calladas.
Tu mano quiere deslizarse suave sólo a través de las ropas y entre los lugares más oscuros y distantes.

(Cerrar cortinas.
Terminar el acto.
Servir otro trago.
Abrir la ventana.
Fumar.)

Sé que hubo una vez un pacto, tuvo que haberlo.
Quizá lo juramos bajo estrellas demasiado pálidas, en una cercanía muy liviana; por algo no pareció en serio, no dijimos nada y cada uno entendió lo que quiso, un pacto que nunca salió del secreto ahogado en cuatro paredes y otros espacios escondidos, clausurados, estancias y nichos perdidos en el anonimato, en una cantina o en otros tantos cuartos de la misma anatomía.

2. El cisma

En una de esas noches apareció.
Las distancias y los saludos forzados venían anunciando su llegada, no así su gracia conmigo, su permanencia en los dos.
Era el amor, el que nunca vino a visitarnos a ambos que no consagró aquello que dicen que se consagra, ese halo de luz que jamás apareció en ninguno de nuestros besos (¿se podrán contar los besos como se quieren contar las tristezas, se podrá compensar la idea de felicidad con el llanto escurriéndose hacia adentro?), no, en ninguno de nuestros besos, ni en las frases o las esperas.
Apareció para que decidieras partir, porque partir es fácil cuando el amor llama al otro lado de la puerta, allá, a existir detrás de nuestros (¿nuestros?) sueños.
Para que decidieras desparecer en medio de la niebla de una melodía
que nunca escuchamos juntos,
en un deseo insatisfecho: “I won’t share you”.

3. En el jardín del dolor

Llevo varios meses durmiendo en este cuarto, en este departamento alquilado para dos, en este cuarto nuevo que compartimos un par de noches, cuando ya habías roto el lazo, aunque yo seguía sin saberlo (saber nos llaga el alma, nos puebla las noches de invierno).

Pienso en sembrar un jardín con los recuerdos, para que crezca un árbol que asfixie el cuarto, la estancia, todo lo que pueda, conmigo adentro.
Pienso en los que mueren, en saber renunciar.
La no renuncia implica la convivencia constante con un tipo de dolor que se va sembrando y cuidando, como un fruto que alimenta y que es lo único que otorga esa pizca de eternidad.
Así sería mi árbol: jardín del dolor.

Duelen las cosas que ya no están:

(Canciones: Leonard Cohen a la madrugada, Philip Glass y “Please let me get what I want this time”. Lugares: Tepoztlán al amanecer, sentarse afuera de las aulas, las calles del centro, Morelia nunca visitada, Guanajuato y tu sitio en la cama. Palabras, muchas palabras: Hegel, Heidegger, Wittgenstein, Barthes, Pessoa, Vargas Llosa y Camus)

Las otras cosas: los soliloquios antes de dormir, la forma de preparar los tragos, tu olor, tus ojos, tus manos, lo que era ya una extensión de ti.
Sigo firme realizando el ritual de pensarte, sembrando las semillas que tienen el nombre de algún recuerdo.
Sigo ejecutando la fuga de la realidad para no pensar, para no ser.
Siembro mi jardín.

4. Recuerdos nuevos

No pedía mucho. Solo quería la eternidad.
Supe que no sería protagonista de ningún romance, que el secreto era el único destino.
Acepté. Entendí, desde aquel día, con los ojos clavados en las vigas viejas que no habría nunca amor.
Pero permanecí. Se me fueron llenando los bríos de moho, pero me quedé a intentar.
La eternidad: sólo eso. El mundo se vino abajo. Me quedé. Fue muy tarde para saber que algunas palabras no serían capaces de sostener un universo.

Ahora voy a crear recuerdos nuevos, aunque no olvide que el desamor refleja la insuficiencia, aunque el dolor impida la fabricación de otras realidades, aunque el fracaso se recuerde a cada respiro —respiración seca, de sal, de polvo— como un titánico esfuerzo para mantenerme a flote.
La renuncia es la verdadera corona, pero no todos somos capaces de liderar ese reino.
Mi biografía es la del intento que fracasa, y la del dolor, no la de la muerte.
Debo olvidar que existe ese mundo, hablar sobre ese dolor que tiene que mantenerse a flote porque si se hunde se transforma en una penumbra con dientes.

Mi fracaso es la realidad: ser todo lo dispensable, lo que sigue quemándose, desperdiciado, ardiendo incansable sobre sus propios restos.

Music on: Heart of golf - Birdy
Quote: "La poesía es la única prueba concreta de la existencia del hombre". Luis Cardoza y Aragón
Reading: Leonora - Elena Poniatowska

miércoles, 22 de junio de 2016

Corta para lo que deseo


Yo soy mediocre. El mundo es demasiado grande y, como sé que no voy a alcanzarlo, me freno más de lo que debería. Pero no es tanto así, hay veces en las que no me freno y anhelo y busco y me caigo, y cada que me caigo me da más trabajo recomenzar; retomo el vuelo frenándome más, con cansancio, con agotamiento y tristeza.

Yo no alcanzo. O quizá sí pero no me parece suficiente. No me he cansado de escribir, por ejemplo, pero lo que más hago es quejarme, no me he cansado de quejarme. Hace unos meses leí Memorias del subsuelo de Dostoievski, y me enfrenté a un espejo, yo soy como ese hombre de la queja, que no tiene otra opción más que quejarse porque es verdaderamente incapaz de hacer otra cosa.

Yo no soy suficiente. Vivo anhelando las vidas de otras personas, pensando en qué me faltó para que ese hombre que me encantaba me hiciera caso, por qué tuve la mala suerte de no ser elegida para tal o cual trabajo, para esa beca para la que me esforcé tanto. Resultado: no soy suficiente. Y la duda es una cosa enferma que carcome el alma paulatinamente, porque si uno supiera qué hizo mal podría al menos trabajar para obtener ese “algo” que hizo falta, para saber por dónde arreglar la cosa. La duda, cera caliente vertiéndose sin parar en el cuerpo.

Si tan sólo pudiera aceptar la insuficiencia y la mediocridad, sería todo muy sencillo. Pero no, yo vivo aferrada a las posibilidades alegres que veo en los otros, pensando por qué ellos sí y yo no. Si pudiera aceptar que tengo un trabajo mediocre pero que me pagan bien, podría dejar de anhelar eso que yo creo que es mejor para mí, de buscar, de desgastarme por hacer que otros, los de otros trabajos, me legitimen y me contraten. Pero no alcanzo, no alcanzo para lo que deseo, no tengo talento, no importa el esfuerzo, no alcanzo. Igual me pasó con un tipo al que yo adoraba con mucha devoción: no le alcancé, no fui suficiente para que quisiera estar conmigo, ni modo. Es la historia de mi vida. Tengo problemas con el hecho de tener que aceptar amable y felizmente lo que tengo en lugar de tratar de luchar por algo más.

En fin, así soy, corta. El mundo no se hace a medida de nadie y, sin embargo, yo siempre quedo corta para lo que deseo. ¿Sería tan terrible acoplarse a lo que hay y dejar de sufrir? Por un lado no, pero por otro, la necedad… Ese querer ser más de lo que se es, ese maldito deseo insatisfecho y el constante impedimento por ser eso más y esa estúpida tendencia a sólo admirar lo que falta en lugar de valorar lo que se tiene y esa antigua necedad por querer que las cosas sean otra cosa.

Music on: Óverdur - Sigur Rós
Quote: "El silencio es la grieta por la que camino cuando no respondo". Adriana Ventura
Reading: Odioso caballo - Francisco Hernández



Quote: 

viernes, 17 de junio de 2016

La libertad, esa utopía



Hace unos días estuve en el Anexo del Reclusorio Oriente. El programa Visitando a los lectores, que organiza la Coordinación de Literatura del INBA, me volvió a invitar. En esta ocasión les llevé un texto de Jorge Luis Borges: "La casa de Asterión". No sé por qué me gusta tanto ese cuento, creo que es, en parte, por mi afición a los mitos griegos, y porque creo que todos ellos pueden explicar mucho de nuestro comportamiento actual, ya que los dioses son humanos y comenten atrocidades humanas, pero con el poder de un dios. La historia de Teseo y el Minotauro me ha fascinado desde que un día, cuando era niña, mi mamá tuvo a bien comprarme un libro de mitología para niños, nunca he terminado de agradecer esa adquisición, por cierto.

La idea del ciclo es hablar de la obra propia, pero creía que era mejor hablar de Borges primero, aunque claro, si uno habla de Borges y luego lee un textito propio queda muy mal parado, pero bueno, no quise ser protagonista total así que llevé mis copias y leímos poco a poco, detenidamente, el cuento (en ocasiones como ésta es que pienso que debería aventurarme a dar clases de Literatura, pero esa es harina de otro costal), les gustó mucho. Sin advertirlo a toda conciencia, había elegido un texto cuyo centro era el encierro, la privación de la libertad y, sobre todo, la soledad. No inicié hablando de estas características, sino más bien de los recursos literarios de la transgresión a lo establecido, en este caso, la transgresión y "vuelta de tuerca" que ofrece Borges al dar una imagen del Minotauro no como la bestia despiadada que nos cuenta el mito, sino como este ser alienado e ignorante de su castigo, este ser que busca entretenerse de mil maneras para tratar de evadir la soledad.

Uno de los muchachos que asistieron a escucharme me preguntó mi opinión de "libertad", dijo que a ellos les habían dicho que para qué querían la libertad si no habían sabido utilizarla de manera correcta. Yo no puedo juzgar, ignoro por qué cada uno de ellos está ahí, no es cosa relevante. Sólo contesté que la libertad era una utopía, que yo misma, allá afuera, era esclava de un montón de cosas. Y es cierto, el sistema nos ha hecho creer ciertas situaciones, actuar conforme a ciertas líneas y, entre tanto, no nos damos cuenta de que somos esclavos y, aunque nos diéramos cuenta, no es tan sencillo salir huyendo como si nada, las reglas del mundo nos atrapan, nos llevan como si tuviésemos los ojos vendados o bien, como esclavos a disgusto y sin fuerzas para la rebelión.

Personalmente, me sentí muy agradecida con la invitación, esta ocasión la disfruté incluso más que la primera (no sé qué sea, pero tiendo a sentirme más a gusto entre hombres que entre mujeres). Trabajo diario en un lugar que nada tiene que ver con la literatura, sé que muchos grandísimos escritores tuvieron trabajos comunes y hasta mediocres; yo, aunque no me creo grande, sí creo que se puede tener una actividad intrascendente siempre que se trata de trabajar también por lo que sí es trascendente. Este tipo de actividades son un respiro a mi rutina. Recuerdo una frase genial de Henry Miller que me parece que se adapta perfecto a lo que trato de expresar: "Siempre hay sitio, aunque sea en nuestra propia alma, para crear un trozo de Paraíso, por demencial que pueda parecer semejante propósito". Suscribo, hay que luchar por generar esos sitios, si dejamos de crearlos estamos dejando de lado una buena parte de nosotros.

Así pues, estaré muy agradecida si me permiten realizar una actividad similar. Tengo que seguir el camino de mi pasión, es lo único que tengo seguro en mi vida.



Music on: A day in the life - The Beatles
Quote: "No sólo olvidamos cosas porque carecen de importancia, sino también porque importan demasiado". Joseph Roth
Reading: Odioso caballo - Francisco Hernández

viernes, 8 de abril de 2016

Palabras urgentes

El lunes pasado estuve con Andrés Castuera-Micher en su programa "Palabras urgentes" que se transmite por Código Ciudad de México. Leí poesía y charlamos, me hizo preguntas inteligentes, y creo que salí bien librada. Media hora de charla poética hizo que todo mi día valiera la pena, que sintiera que sí, que hay que seguir por ahí, que la pasión es la pasión y que hay que seguir adelante con ella, a pesar de su apariencia cero redituable.

Hay un podcast y se escucha aquí:
http://www.codigoradio.cultura.df.gob.mx/index.php/palabras-urgentes/21824-adriana-dorantes

Music on: Ray LaMontagne - Let it be me
Quote: "La poesía dota a las cosas de una vida circunstancial". Georges Braque
Reading: Los enamoramientos - Javier Marías

miércoles, 30 de marzo de 2016

Elecciones

¿Será que las elecciones que hacemos son realmente nuestras? Estamos en una suerte de predisposición social y cultural tan fuerte y tan clavada en el inconsciente que no siempre reparamos en ellas. Esto va desde cosas triviales como elegir algo en el menú hasta aspectos más "importantes" como decidir a qué nos vamos a dedicar el resto de nuestras vidas. Creo que deberíamos decidir con base en la experimentación de cosas que nos llaman la atención, que nos atraen y nos estimulan, pero no siempre es así. Yo tengo el problema de que no quiero elegir, porque quiero tenerlo todo, ¿por qué tengo que elegir entre comer rico o no engordar? ¿por qué debo elegir si tengo dinero o tiempo libre? Quizá sí elegimos por nosotros mismos pero no en función de lo que realmente queremos, sino en función de lo que debería construir un bien mayor, cosa que es muchas veces muy indefinida. Unas cosas por otras, dicen. Por ejemplo, hoy decidí pedir una ensalada cuando quería comerme una hamburguesa o unas alitas picosas y grasientas, en función del "bien mayor". Después de todo, creo que para no morir de locura y de mediocridad, no debemos alejarnos de esas cosas que encienden la chispa de la curiosidad, del placer, de esa suerte de salvación que a veces se necesita para no sucumbir al mundo. Y bueno, todo esto porque encima de que no tengo tiempo, me busqué un curso de poesía, para evitar el estancamiento existencial y poder creer que existe algo que me rescata de todas las decisiones que tengo que hacer, como ir a trabajar diez u once horas diarias en aras de ahorrar para pagarme un viaje, como hacer ejercicio porque estoy gorda y me da asco serlo, en fin.
Dentro de todo, creo, hay que elegir la vida, lo que más vida contenga, porque el tiempo es muy corto y no hay necesidad de gastarlo en esas cosas que ni siquiera comprendemos.

Music on: Love more - Bon Iver
Quote: "Soñé que jugaba con mi reflejo. Pero mi reflejo no estaba en un espejo, sino que reflejaba a otra persona que no era yo". Clarice Lispector
Reading: Los enamoramientos - Javier Marías

viernes, 26 de febrero de 2016

Almas vestidas de azul

Gracias a la poesía he tenido la oportunidad de hacer cosas muy interesantes. El lunes pasado me invitaron por parte del INBA a participar en un ciclo llamado Visitando a los Lectores y fui al Centro Femenil de Readaptación Social en Tepepan. La idea original era que yo leyera cosas mías, pero me pareció más significativo hablar de la poesía en general. No iba muy preparada, sino que llevé una serie de opciones para trabajar, las cuales usaría o no dependiendo de la gente y de su nivel de interés; me advirtieron que las chicas eran bastante apáticas, y yo, en realidad, tengo muy poca experiencia dando una clase o una charla.

En realidad la cosa fue sencilla, es decir, llegar, esperar a que se reunieran, hablar de poesía, leer a Rosario Castellanos y a Alejandra Pizarnik; mi idea era que pudieran escribir un texto a partir del yo, leímos "Autorretrato" de Castellanos y "El despertar" de Pizarnik, poemas que, además de que me encantan, funcionan perfecto para ejemplificar el yo que se desnuda a través de la palabra. También les hice hincapié en la concepción creacionista de Vicente Huidobro, con la consigna de que el creador puede hacer lo que se le antoje y crear una realidad tan alterna como se pueda imaginar. Sobre estas dos ideas del yo traté de dirigir la actividad y creo que tuve éxito.

Es cierto que existen experiencias que te cambian la perspectiva. La onda poética y al dinámica antes descrita no tiene mayor grado de dificultad, pero es la gente con la que trabajé la que sorprendió, no por el grado de dificultad, por supuesto, ya que a pesar de lo que me comentaron, se mostraron bastante interesadas. El punto de cambio y de complicación, hasta cierto punto, está en lo que estas personas traen en la cabeza. Es decir, yo soy una persona muy egoísta -muchas veces me pregunto cómo es que me convertí en alguien así-, me preocupo por cosas verdaderamente insignificantes sin poder abrir los ojos a otras que sí importan, pero desenvolverse, aunque sea por un tiempo breve en un espacio tan distinto al habitual cambia muchísimo la perspectiva vital.

La sala donde se efectuó la charla no era sino una biblioteca bastante austera, con algunas sillas y mesas, a la mitad de la sesión (porque fueron llegando a cuentagotas) había doce chicas. Les pedí que escribieran, como algunas tuvieron cierta dificultad para arrancarse, dicté un par de versos de uno de mis poemas, y les pedí que, a partir de ellos, escribieran lo que quisieran. Algunas se mostraron renuentes a leer lo escrito, algunas leyeron con mucho entusiasmo. Hubo un texto en particular que me estremeció, ella me dijo que sólo había escrito la realidad, su realidad:



En aquel lugar todas visten de azul, como color obligatorio, como uniforme; de hecho antes de ir, me orientaron acerca de cómo debía vestir yo, nada de azul, ni de beige. Así andan aquellos "muertos", esa es la realidad que viven.

No puedo negar el morbo de haberme preguntado qué habrán hecho para estar ahí, si son personas tan comunes como yo, como mis amigas, como mis compañeros de trabajo. Sé por experiencias de amigos y familiares que el sistema no funciona y que quizá algunas tomaron una mala decisión, estuvieron en el lugar equivocado o con la gente equivocada, lo cual las llevó a ese lugar. No estoy en condiciones de juzgar a nadie (y creo que nadie debe hacerlo), me da tristeza, nada más.


Music on: All Iwant - Kodaline
Quote: "Vi que es suficiente la piedra de tu rostro para.esculpir el infierno." Alejandra Estrada
Reading: Los demasiados libros - Gabriel Zaid

martes, 2 de febrero de 2016

Sobre "Un hervidero de pájaros marinos" de María Baranda

Después de los terrores acaecidos durante la Segunda Guerra Mundial, Theodor W. Adorno se cuestionaba si después de todo eso aún sería posible escribir poesía. Y, categóricamente, precisó que no, que esto sería incluso un acto barbárico. La pregunta no especificaba el tipo de poesía que se podría o debería escribirse. Quizá habría que optar por una vertiente a la par de la desolación, que no redimiera ni ensalzara al género humano sino que hablara del desastre.
Siguiendo lo que podría haber sido la alternativa ante la cesación definitiva de la escritura poética, y pensando en una veta específica, resulta curioso pensar que un tipo de poesía que apela al vacío y a la desolación, unos versos identificados con el determinismo y la desesperanza conduzcan a pensar, aún en toda su oscuridad, que sigue valiendo la pena escribir poesía. Este es el caso de la más reciente obra de María Baranda: Un hervidero de pájaros marinos, libro que conjunta elementos disímiles y que canta —sí, que canta— con ahínco sobre un mundo podrido y las casi nulas posibilidades de salvación.
El libro toma como epígrafe unos versos del poeta martiniqués Aimé Césaire, a partir de los cuales se desarrollan los cinco apartados que lo conforman. Si hubiera una manera de resumir esta obra de Baranda, optaría por una oda al desencanto y a la búsqueda sin creces; un clamor que funde lo mítico con lo cotidiano para declarar que el mundo ha sido un constante sumidero en la desesperanza. Y, sin embargo, una afirmación de la poesía como camino para construir otro mundo posible.
En esta obra, la autora busca abarcar una totalidad utópica; crea un escenario en el que confluyen los dioses griegos, los íconos sagrados del cristianismo, quienes ejecutan acciones propias de su grandeza a la par de actividades cotidianas y meramente humanas. Zeus, el más grande de los dioses aparece para detener su pick up y sudar; Homero, el gran poeta de la antigüedad también existe para dejarnos claro que nada hay de loable en toda la fama que se le ha echado a cuestas; se encuentra barriendo las esquinas y ha cambiado, acaso también perdido, su capacidad de contar, narrar y sobre todo hacer que su voz declaradora persista en la historia.
Todas las mitologías son parte de la misma podredumbre; Baranda derrumba mitos. Nos dice que el viaje de Virgilio no es un pasaje mítico y ficticio, sino que es un andar actual que pertenece a todos. Da a entender que, por muy remotos que parezcan aquellos países y reinos de los que habla, son en realidad parte de nuestro tiempo, esto no lo sabemos porque desde siempre han estado en un continuo proceso de destrucción que nos ha hecho inmunes a ver sus cambios. También afirma que la humanidad ha estado a la espera sin saber que aquello tan ansiado es nada, que el Paraíso es una quimera, que el infierno no es un castigo postrero sino un presente inevitable.
Ecos de grandes poetas aparecen en la sutil intertextualidad que la autora maneja, ahí está Gorostiza y Muerte sin fin, ahí está Eliot y personajes iguales a sus hombres huecos. Junto a ellos, Baranda introduce una paradoja en apariencia irreconciliable: da importancia a la tradición poética pero también desdeña la figura de los poetas. En sus versos recoge la más fuerte declaración: el poeta ha perdido la fuerza y la voz. Sin embargo, existe la pregunta: ¿en verdad la ha perdido o sólo se ha desnudado en toda su autenticidad? ¿Por qué habría de recoger las tradiciones milenarias y al mismo tiempo ridiculizar al bardo? Baranda afirma en sus versos que aquel bardo sabedor y transmisor no existe, el poeta verdadero está en los desechos de los cuartos de hotel:

El poeta mintió
como un rumor antiguo entre los cañaverales
y los huertos de ablución en primavera.
Mintió a borbotones
y su mentira se quedó en las toallitas blancas del hotel
y el hábil monedero de una vieja tiritando de frío con su
pena
con una cuerda arropó el camino y sus mitologías
como si ése fuera su único fin,
su lugar de asedio en la invención del tiempo.

En Baranda existe la constante sentencia de lo decadente del mundo, éste no es sino un conglomerado inamovible de cadáveres, donde lo divino y humano no se encuentran divididos porque responden al mismo origen y al mismo destino: la podredumbre, la basura, lo insalvable.
Y sin embargo, hay que escribir poesía. Baranda propone una actitud crítica hacia el mundo, pero en el fondo no desdeña la labor poética ni habla explícitamente de su inutilidad. Al contrario, sabe que es necesario seguir escribiendo. Como el castigado Sísifo, asume que el mundo, así como está, es, en palabras de Leibniz, el mejor de los mundos posibles. Con todas sus insuficiencias la creación es posible. Baranda retoma la figura del poeta y afirma que ese Paraíso que nos han enseñado a buscar y a esperar puede encontrarse en la redención que ofrece la poesía:

Corrí sobre el vuelo cifrado del invierno
inventando otro sitio,
un lugar para la fiebre de la playa,
un nuevo Paraíso que trajera
a cada vuelta renovada
el primer fuego y el segundo
por la sangre de la sangre,
la roja tristeza del poema
que hizo de nosotros
unos simples niños
bajo las cúpulas del tiempo.

Dentro de las fauces de la nada, existe la veta abierta a la creación, porque Homero no ha muerto, sólo se ha convertido en un cantor de nuevas odiseas, Homero detiene el tráfico citadino que es también el mar y el desierto. El hecho de que el mundo antiguo y moderno se fusionen es una declaración de, a pesar de todo, vida. Aquí Baranda desafiaría la teoría de Adorno en la que sería una barbarie escribir poesía después de las calamidades, porque la poesía transforma esas calamidades, a través de la palabra, en universos totales, en otras visiones y otros oficios. Homero transforma el polvo, el polvo es un nuevo reino, una nueva luz.

El último apartado del libro tiene a bien titularse “Al final del amanecer”. Curiosamente, son los primeros versos del epígrafe elegido los que sirven para cerrar el libro, lo que sugiere una suerte de devenir cíclico que une principio y final. En esta parte confluyen una vez más la desolación y las palabras reunidas por el leve impulso de la fatiga con la esperanza imprescindible de una frase salvadora: “Vaya usted al Paraíso”. 

Music on: Iris - Goo goo dolls
Quote: "Fijos en la verja siguieron mis ojos, fijos. Te esperaba". Alfonsina Storni
Reading: Porque parece mentira, la verdad nunca se sabe - Daniel Sada

miércoles, 27 de enero de 2016

Previo y After: Torneo de Poesía Adversario en el Cuadrilátero 2015

Antes de salir al ring en las últimas rondas: semifinal y final, Colectivo Naufragio hizo esta entrevista, que se enfocó a las cuestiones poéticas. Estuvo muy interesante, no tuve problema alguno en contestar y creo que esa es una buena señal de que sigo haciendo lo que en realidad me gusta. La entrevista aquí:



Estoy agradecida, porque después de aquella aventura poética he tenido varias invitaciones a leer con varias personas interesantes. La editorial Verso Destierro ha intervenido para muchas de estas invitaciones, para algunas de las cuales después, a su debido tiempo, publicaré información en cuanto a lugares y horarios, en caso de que haya algún interesado. El colectivo hizo entrevistas a los otros contendientes, personas que opinaron cosas muy certeras en cuanto a la poesía, personas inteligentes con las cuales también ya he tenido oportunidad de leer y cuyas entrevistas están en el canal de YouTube de Colectivo Naufragio.

La poesía es, siempre lo he creído, una cosa que me salva. El arte, en general, suele cumplir con esa función, acaso la única, de cambiar las perspectivas y tocar, de una manera muy extraña, esas fibras imperceptibles de cada persona. La poesía es la constante en mi vida, el fundamento, el camino, la meta, la justificación, en fin, muchas cosas que me dirigen la existencia. Y lo agradezco, en verdad.


Music on: Scattered glass - Sleep party people 
Quote: "Ese pobre instante adoptado por mi ternura". Alejandra Pizarnik
Reading: Marienbad eléctrico - Enrique Vila-Matas

viernes, 22 de enero de 2016

Aceptar

En esta vida hay que aceptar demasiadas cosas que no gustan, que no quisiéramos hacer. Pero si no aceptamos, nos volveríamos locos, nos suicidaríamos. Creo que eso hacen los suicidas: no aceptan.

En realidad, si lo vemos fríamente, la vida se trata de aceptar más que de luchar; de ceder más que de construir. Esta es la razón por la cual frecuentemente la vida me agota mucho. Esta es la razón por la cual suelo estar cansada.

A veces pienso que no es que yo esté rota, no necesariamente, es sólo esa dificultad de tener que aceptar. Lo trágico es que al mismo tiempo soy una necia que desea y espera y anhela y lucha por cosas, aunque mucho de ese esfuerzo esté condenado al fracaso. A veces también me derroto desde que empiezo, porque me canso; es un andar constante entre la indecisión, entre no querer aceptar tan tranquilamente como muchos lo hacen.

Carezco de los bríos para la renuncia total. Existo para la queja y para el pretexto, pero también sobrevive en mí esa leve rebeldía, ese grito que quiere cambiarlo todo y que sabe que no puede… y habito en un círculo vicioso del que no se escapa. No, hasta que acepte, en paz, o elija la renuncia total, también en paz.

Music on: Lovesong - The cure
Quote: "La poesía salva a quien la lee, pero condena a quien la escribe". Guillermo Vega Zaragoza
Reading: Mark Strand - New selected poems

miércoles, 20 de enero de 2016

Es el mundo

A veces no sé qué es lo que me hace llorar. Pero lloro, así, de pronto. Trato de relacionar el punto exacto o la cosa específica que pudiera haberme hecho llorar. Pero o no lo encuentro o la cosa es tan estúpida o tan insignificante, que no me puedo creer que haya sido eso.

Y pues, acabo de ver en el muro de mi novio un post sobre el paseo en bici de Rosarito – Ensenada, al que él va alegremente con todas las ganas del mundo. Y claro, él, tan deportista, puede echarse los 80 kilómetros, subidas incluidas, sin ningún problema, él, que corre diario ¡y lo disfruta! Y yo… yo pues, he intentado hacer ejercicio en muchos momentos de mi vida, y he fracasado, me harto de ir a los gimnasios y a las múltiples clases, y no sólo me harto sino que en más de una ocasión he salido llorando.

No me avergüenza lo que soy: ordinaria y obesa; estúpida hasta decir basta, una persona que lo único que puede hacer (y eso de manera intrascendente y ociosa) es escribir imbéciles penas, por eso las escribo, porque no me da pena lo que soy (y sin embargo, lo sufro, eso sí). En ocasiones trato de hacer algo al respecto, trato de arreglar un problema que traigo arrastrando desde siempre, y, como sé que paso once horas sentada en una oficina, opto por dejar de comer chatarra, aunque eso también me resulta muy difícil, sobre todo porque tengo hambre todo el tiempo. Al respecto, en menos de dos semanas subí tres kilos, ¿cómo le hice?, no me lo explico, pero así fue, las básculas no mienten. Y me derroto tan rápido que la mejor solución que se me ocurre es atascarme de pizza. 

Así que me encuentro al borde de la lágrima, aguantándome, porque uno tiene que trabajar en una oficina y no está bien ser la chillona y llamar la atención de esa manera. Pero así estoy, respirando con trabajos, y todo por un estúpido post que pone mi novio sobre las maravillosas resoluciones de año nuevo, como ir al paseo ese, y hacerlo sin paradas y mejorar sus tiempos cada día. Y lloro porque yo sólo soy una gorda que no merece a alguien así, porque me siento humillada al no ser lo que él quisiera (aunque lo niegue), y... bueno, más allá de eso, no sé por qué; sólo me invade una tristeza inmensa de ver todo lo que él es y yo no alcanzo.

Lloro porque no sé qué hace él con una persona tan asquerosa (lloro, ni modo, ya se me salieron mis lagrimitas, adiós profesionalismo laboral), lloro porque soy tan poca cosa y siento que estoy derrotada desde el principio, pero mi maldita necedad no me lleva a mejorar ni a acostumbrarme, sino a llorar y llorar todo el tiempo.

No, no tengo un daño en mi cerebro, como él ha llegado a sugerir, un daño que de alguna manera explique por qué me da la chilladera repentina sin causa aparente. La razón es, como siempre, el mundo que me queda demasiado grande, y yo, que resulto, a fin de cuentas, mediocre e insuficiente.

Music on: The universe - Gregory Alan Isakov
Quote: "Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo". Alejandra Pizarnik
Reading: Pájaros en la boca - Samanta schweblin

lunes, 18 de enero de 2016

En su lugar



El mundo nació hoy
cuando de entre al caos
floreció la semilla de tu nombre.

Sentí tu presencia
la pre-esencia de tu carne,
el mundo dejó de ser ajeno
y supe que entre todas las devastaciones
una luz habría de sobrevivir.
La luz que nunca se apaga: "there's a light that never goes out".

Teníamos que encontrarnos cuando fuéramos más de luz y menos de tiempo,
pero esto tenía que suceder,
algún día: "el amor siempre nos demuestra la circularidad del mundo".

Tu voz, 
como esperanza de agua entre páramos desiertos, 
ha hecho que el mundo se ponga en su lugar.


Music on: Fake plastic trees - Radiohead
Quote: "triste como sí misma / hermosa como el suicidio". Alejandra Pizarnik
Reading: Pájaros en la boca - Samanta Schweblin

viernes, 15 de enero de 2016

La rana que salta



¿Sirve de algo decir? ¿Sirve de algo extrañar las cosas irremediables? Escribió Pizarnik, en unos de sus versos más acertados: “¿Para qué extenuarme en alumbrar recuerdos que son pura ceniza?”

Hay una historia de una rana adentro de una olla con agua, la rana tiene la capacidad de usar su energía para ajustar su temperatura corporal, de manera que no se queme. La rana puede hacer esto por un tiempo, pero si el agua sigue calentándose, la rana ya no podrá ajustar su temperatura más y tendrá dos opciones: saltar o morir. La rana tiene que saber cuál es el momento exacto para saltar. Si se queda mucho ahí seguirá gastando su energía para ajustar su temperatura y, cuando ya no pueda ajustar más y quiera saltar, ya no tendrá energía suficiente para efectuar el salto. Entonces, tiene que ser lista y saltar  cuando aún le queden fuerzas y energía para hacerlo.

Pizarnik tenía razón con aquellos versos de los recuerdos. No sirve de nada regresar a alumbrar cosas inservibles, cenizas. La historia de la rana aplica a variadas situaciones y circunstancias: De momento, y porque soy clásica y me gustan la fechas, estoy ahogada en un recuerdo ceniciento y muerto sobre una persona a la que me ha costado mucho trabajo abandonar del todo y cuyo cumpleaños es el día de hoy. Con todo lo que me duele, sé que tuve la potencial inteligencia de la rana, salté antes de que el agua hirviendo me dejara morir. Un buen día decidí que ya no habría más. Tomé como punto de partida su último berrinche, sus últimas palabras de “me voy” para que de verdad se fuera y, al mismo tiempo, me fui yo. No he hablado con él desde entonces, si acaso se había mantenido esta suerte de comunicación a través de nuestros blogs, pero ya ni eso. Conforme pasan los días me convenzo más y más de que nunca habremos de encontrarnos… sí, aunque también piense en esa frase hermosa de Verónica Gerber que reza: “Sé que volveré a verte, el amor siempre nos demuestra la circularidad del mundo”; pero dudo si aquello tan tortuoso era amor, porque el amor no debería ser ese desgarre, ese morirse en vida sin poder escapar, ese llanto incontrolable por sentirse nada.

Y sin embargo, aquí estoy. ¿Por qué regreso como si no tuviera otro remedio? Sí tengo otro remedio: mirar hacia adelante, aceptar que hay cosas que se pierden y no se pueden recuperar. Este proceso ha sido muy doloroso, sobre todo por la falta de comprensión, lo peor del desamor es la duda, como escribió el gran Alejandro Páez Varela: “uno quisiera saber si todo lo que pasó fue realidad, o si lo inventamos para sentirnos queridos, o si los dos cerramos los ojos y soñamos que teníamos todo. La duda”. Y yo me acuerdo cómo hace años compartíamos también su lectura, las lecturas, y estábamos tan extraña y sencillamente en el mismo canal. Y no es que haya pasado tantísimo tiempo, pero parece que sí y que cada segundo ha sido dolorosísimo. No puedo evitar rememorar las cosas hermosas que hicimos, por breves que fueron, las canciones dedicadas al amanecer, las pláticas enteras y, sobre todo, esa declaración que hizo sobre mí, que yo era lo que siempre había querido… Pero junto con eso recuerdo también todo lo opuesto, concretamente, la destrucción: saber que yo, de alguna forma que aún no logro comprender, me transformé en eso que él no quería, me convertí en alguien fácil de insultar y humillar, alguien egoísta y dispensable hasta el hartazgo.

Siempre me quedaré pensando en qué fue lo que hice mal, qué hizo que todo se derrumbara. Pero conforme pasa el tiempo, igual, más me convenzo de que no “hice” nada mal, sino que simplemente fui yo, dejé ser mi verdadero ser, dije lo que pensaba, lo que quería, pedí rogué, grité, lloré. Así soy yo, una persona que demanda y necesita. Quería amor y creí encontrarlo en él, pero nosotros no entendimos las mismas cosas, no queríamos las mismas cosas, parecía que sí, a veces, con métodos distintos, y esa leve esperanza me mantenía erguida y anhelante, sin desfallecer.

Al final, fui la rana que saltó, que vive, aunque no pueda olvidar y preguntarse cosas. Y aquí viene al caso ese verso de Rosario Castellanos que reza: “Nunca como a tu lado fui de piedra”. Porque sí, tanto llanto y humillación, tanto ruego…, sí, le rogué. Pero poco a poco es más sencillo: hace unas semanas tiré a la basura la única cosa en mi poder que tenía relación con él: el libro de Urantia, que estaba en mi librero, esperándolo con toda la intención de que llegara a sus manos. ¿Para qué? Me pregunté, y me deshice de él. Fui la rana que saltó, me falta ser la rana que ya no se acuerde de él, que ya no escriba de él.



Music on: When the music's over - The Doors
Quote: "No más fila para morir / he de partir". Alejandra Pizarnik
Reading: Pájaros en la boca - Samanta Schweblin