martes, 24 de junio de 2014

Gustave, enamorado



Gustave Flaubert escribió cerca de 3800 cartas a Louise Colet, su amante. Dichas epístolas no son únicamente un motivo de chisme sobre una pasión, sino una puerta hacia ese otro Flaubert, más allá del escritor siempre insatisfecho y perfeccionista de Madame Bovary, como se le conoce en la actualidad. Gide afirmó que cambiaría las novelas de Flaubert por su correspondencia y es que en las cartas fluye la pluma de un autor humano y al mismo tiempo erudito, encarcelado por las vicisitudes que nos interrumpen el cauce vital a todos pero otorgando una respuesta humana y ordinaria, sin dejar de lado su inteligencia.

Es en 1846 cuando Flaubert conoce a Louise Colet. El escultor Pradier, amigo de Gustave los presentó, con la intención de que el escritor tuviera una amante fija, por razones estrictamente higiénicas. Mas de ese encuentro resultaron, no sólo una serie de encuentros casuales entre amantes ávidos de desfogue sexual, sino un amor apasionado, una compenetración intelectual profunda, aunque no siempre en acuerdo sobre algunos temas, una complicidad que se refleja en cada carta.Gustave encontró en ella un receptáculo para la expresión de sus más profundos sentimientos así como sus ideas más sinceras; la redacción no contiene freno alguno, se aprecian escritas al vuelo, y aún así, sobresalen en ellas la perfecta factura de su prosa, así como la cadencia y cohesión de todas las ideas y sentimientos. Gustave relata escenas cotidianas y problemáticas mundanas seguidas de episodios de revelaciones intelectuales y vitales, con el sello de su propio ser erudito: “Me fastidia la inteligencia; quería ser completamente sencillo para amarte como un niño, o si no, ser un Goethe o un Byron”.

Entre todo, Flaubert es un ser espontáneo y sincero, muy alejado del hombre que no dejaba de realizar cambios a Madame Bovary hasta que le satisficiera por completo. Sobre su libertad vital y la deliberada falta de planes y tensiones, esta frase: "Mis libros están abiertos en el mismo sitio; nada ha cambiado. La naturaleza exterior nos avergüenza: es de una serenidad desoladora para nuestro orgullo. Es igual, no pensemos ni en el porvenir, ni en nosotros, ni en nada. Pensar es la manera de sufrir. Dejémonos llevar por el viento de nuestro corazón; mientras hinche la vela, que nos empuje como guste y, en cuanto a los escollos... ¡qué más da! Ya veremos."

Las cartas revelan a Flaubert como un hombre sin reservas que se enamora, y que por supuesto, presa del amor, también despotrica en su contra cada que puede, desprecia sus engaños y sus embrutecimientos, en muchas ocasiones. Este aspecto me parece especialmente importante, pues muestra una convicción personal frente al amor, el saberlo como un opio al que no puede renunciar, el entenderlo como algo dañino para todo el que lo toque. Baste leer algunas de las frases más acertadas al respecto: “¿No sabes que amar demasiado trae mala suerte a ambos?”, “Lo grotesco del amor me ha impedido siempre entregarme a él”, “No soy de esos para quienes la posesión mata el amor; al contrario, lo enciende”, “Estoy espantado del amor, porque siento que nos devora a ambos, sobre todo a ti”.

Y sin embargo, ama, profunda e intensamente: “Apenas te he dejado y, a medida que me alejaba, mi pensamiento regresaba hacia ti. Corría más aprisa que el humo de la locomotora que huía tras de nosotros (es una comparación con muchos humos, perdón por el chiste). Vamos, un beso, rápido, ya sabes cómo, de los que dice Ariosto, y otro más, ¡más!, más, y también, después, bajo la barbilla, en ese sitio que me gusta de tu piel, tan suave, en tu pecho donde apoyo mi corazón. Adiós, adiós. Todas las ternuras que quieras.” En otra carta, escribe así: "Pero aún no te olvido, lo sabes muy bien. No ha llegado la hora. Habrá tiempo para pensar en eso cuando estemos en esa situación. No te afanes en ser desdichada. Piensa siempre que te quiero, dítelo, complácete en esa idea; ponla aparte en tu corazón, no para turbarlo y llenarlo hasta los bordes, sino para confrontarlo y penetrarlo con calor. Si quieres, hazle tomar un baño de amor, a tu pobre corazón, pero no lo ahogues.”

Flaubert supo que la felicidad era pasajera, que las desgracias del mundo eran enormes y que él era sólo un escritorcillo más, doliéndose de la existencia, doliéndose incluso de su propia erudición: “Siempre es así: uno hace sufrir a los que quiere, o ellos le hacen sufrir”, “Ser tonto, egoísta y tener buena salud son las tres condiciones requeridas para ser feliz; pero si nos falta la primera, todo está perdido”, eso y saber que la felicidad, en realidad, no es un placer sino una condena: “Cada alegría hay que pagarla con un dolor, ¿qué digo con uno?; ¡con mil! Así pues, hago bien en no buscarlas demasiado. La felicidad es un placer que te arruina.”

Estas muestras, a mi parecer, dan una nueva cara el escritor, o más bien, revelan aspectos que no salen a flote a través de su literatura. Cuántas veces hemos deseado conocer a nuestros autores preferidos más allá de sus obras. Estas cartas son una evidencia irrefutable del hombre, antes de las letras, con las leras y por las letras pero más allá de las letras. 

Music on: Lost cause - Beck
Quote: "Esas lágrimas causadas por mí, querría rescatarlas con otros tantos vasos de sangre." Gustave Flaubert
Reading: Cartas de cumpleaños - Ted Hughes

viernes, 13 de junio de 2014

La espera

1. 
Esperaré hasta que mi frente deje
de arrugarse siempre que
pasas por aquí vestido de sol
a través de mi cabeza enmohecida.
Sé que he dicho a través,
porque así es como lo haces,
me atraviesas, me taladras y cada
una de tus huellas de serafín
es suficiente para que se me abra
una zanja profunda en el cerebro.

2.
Esperaré otro poco.
Da lo mismo que sea mucho o sea poco,
sea una noche o mil amaneceres
desiertos que se forman
en mis ojos desde hace tanto tiempo.
Un poco puede ser nada o bien todo
porque haga lo que haga
no dejas de atravesar.
Atravesar como atraviesa un árbol
cayéndose sin tregua
sobre una casa, llena e indefensa,
atravesar como la consecuencia
de un accidente mortal que quisiera
volarme el cráneo entero,
derruirlo y hacerle un hoyo enorme
pero sin ningún éxito.



3.
Sé que te he visto y también te he sentido,
pero de igual forma podría también
olerte pasar, morderte pasar,
o llorarte pasar,
los verbos se han adecuado a tu exacta
anatomía de soles y tiempo,
han seguido el camino de tu sombra,
forjado un ímpetu de independencia
para adentrarse en ti
sin limitar aquello
que sólo podría sentir el cuerpo.
Esperaré, entonces,
hasta que las arrugas se hagan ríos
y los ríos se vuelvan tierra magra
llevada por el aire
hasta el confín de lo desconocido,
y se hagan polvo y vuelen
sobre el universo que ambos miramos
y que ninguno entiende,
un lienzo de luz tan claro, impredecible
intangible, impensable.

4.
Pero aun entonces seguirás pasando.
Yo esperaré y más que eso
amaré cada parte de la espera,
cuando hayas dejado de pasar, amor,
y solo hasta entonces, ya sin tu voz,
sin el cielo que cargas en tu espalda,
sin los tesoros que guarda tu andar,
sin la calidez que el recuerdo dice
que es tu abrazo infinito,
ya sin luz y sin agua
y sin ese sabor
que sabemos o pensamos que es cierto,
sabor de mar, de tierra,
de miel entre la leche de la carne,
ya sin esas arenas diminutas
y al mismo tiempo vastas,
células de tu esencia, ya sin eso,
entonces nada tendrá mi cabeza
para que la sostenga
y dejaré de esperar y habré muerto.


5.
Escúchame una vez:
un grito fugitivo,
esperarte es vida, tu ausencia es muerte.
No dejes de pasar,
de llenarme siempre con el dolor
que tu presencia causa,
no dejes de pasar,
construiré un imperio desde la espera,
No dejes de pasar, aunque me duela,
porque si muero no podré ya nunca
acariciarte suave en la memoria,
porque morir es olvidar por siempre
y no quiero liberarte, aún no,
de la menuda cárcel,
luz de mis pensamientos.
Esperaré deseando que tu paso
no deje de colmar todas mis horas,
que siquiera la espera de tu paso
me traiga el inicio de ti, tu voz,
tu verdor que se asoma
a través de las cornisas del mundo,
el alfabeto que es
desde que existes y me llamas, tú,
todo vestido de agua,
de vida, de horizontes infinitos.

6.
No cortaré la espera,
aunque te tardes siglos o segundos.
Morir es, amor, dejar de esperarte.
Te esperaré el tiempo que se requiera
y el tiempo que me alcance.

Music on: Harvest moon - Neil young
Quote: "La felicidad es algo monstruoso, y quienes la buscan son castigados." Gustave Flaubert
Reading: Cartas de Gustave Flaubert a Louise Colet