jueves, 31 de julio de 2008

El amor y la muerte

Pareciera a veces que no hay más arte en la tierra que el de dos cuerpos que se unen en el beso, que el beso puede crear mundos perfectos y reales, pero no es nada cierto, lo único cierto es la muerte y el amor que no está tan lejos del odio y esa línea entre ambos, misma que define el mundo y que lo crea: pero es que el mundo no se crea con un beso sino con la vuelta de la línea que se encuentra con otra línea, esa otra que separa el amor del odio, que distingue levemente la culminación de los suspiros ahogados en gargantas ajenas, desconocidas e íntimas.

Y no se sabe en qué momento se ama o se odia, no se sabe sino hasta la muerte, porque la muerte es todo, no se sabe nada hasta que después del último gemido de placer ahogado entre las sábanas se erige el monumento del dolor que tampoco se distingue del placer. Los amantes de intercalan, se distinguen y se fusionan; lo que sucede es que uno se toma del otro y lo quiere matar para convertirse en él, porque eso es el amor, es entregar todo y darlo todo sin pensar; es dar eso que se carece a alguien que no lo ha pedido, y es matar, entregar y buscar al otro para que sea parte de uno mismo, para que una vez entregada el alma se pueda llenar el vacío.

Entonces hay dos que aman y nunca piden nada pero quieren dar todo, que es nada… y luego llega el silencio, una ola de dolor que los une de nuevo y martiriza el par de cuerpos que no saben que están a punto de cometer una terrible equivocación, la equivocación del mundo, la tonta y falsa correspondencia de cuerpos, de muertos que no saben que han muerto, de almas inconsolables, de sensaciones y de eternidades… Se ignora la verdad por haber sido tan evidente, y no se sabe, así como no se sabe en qué momento se odia y en que momento se ama, no se sabe tampoco cuándo es que llegará la muerte en forma definitiva y tajante a poner el punto final a un evento condenado desde el inicio; y se ignora más que nada porque la muerte tendrá siempre la forma de ese amante y la muerte existirá aún en la vida, ya que la vida es sólo la puerta de entrada a la muerte, esa muerte, o lo que así llamamos y creemos conocer.

Amar es morir, entregarse a ese otro es morir con la sangre desbordándose en el interior del igual, con el sudor que comparte la huella de lo desconocido, de un crimen impune que no tienen juez que lo salve. Los amantes no lo sabrán porque el amor es la muerte y la muerte es el hueco y la finitud pero también es lo eterno, es el cuerpo frío, las caricias desinteresadas, el egoísmo disfrazado.

Los amantes, cada uno, tienen la muerte en los ojos pero su compañero lo ignora, no sabe que es cómplice y delator del mismo acto; la muerte y el amor son la misma cosa y uno surge del otro y existe gracias al otro y tienen el mismo propósito sea como sea que se quiera percibir; y así como oscuramente sabemos que no podemos escapara a la muerte no podemos escapara al amor porque ambos son uno y entonces amamos porque amar es más bello que morir y simplemente morir aunque en realidad se trate de lo mismo.

Music: C'mere - Interpol
Quote: "Hoy es día de muchas estrellas en el cielo, por lo menos así promete esta tarde triste que una palabra humana salvaría." C. Lispector

jueves, 24 de julio de 2008

De la canción de amor de J. Alfred Prufrock y del genio de T. S. Eliot

Poema la Canción De Amor De J. Alfred Prufrock de Thomas Stearn Eliot

Nota: el texto a continuación presentado es una traducción de su original en inglés; para las citas textuales he decidido utilizar el original para hacer evidente la cadencia, el ritmo, las antítesis y las metáforas que sólo se pueden apreciar de manera completa en el original; de cualquier modo, incluyo la traducción de las mismas como nota al pie.

Vamos, tú y yo,
a la hora en que la tarde se extiende sobre el cielo

cual un paciente adormecido sobre la mesa por el éter:
vamos a través de ciertas calles semisolitarias,
refugios bulliciososde noches de desvelo en hoteluchos para pernoctar
y de mesones con el piso cubierto de aserrín y conchas de ostra,
calles que acechan cual debate tediosode intención insidiosa
que desemboca en un interrogante abrumador…
Ay, no preguntes: «¿De qué me hablas?»

Vamos más bien a realizar nuestra visita.
En el salón las señoras están deambulando

y de Miguel Ángel están hablando.
La neblina amarilla que se rasca la espalda sobre las ventanas,

el humo amarillo que frota el hocico sobre las ventanas,
lamió con su lengua las esquinas del ocaso,
se deslizó por la terraza, pegó un salto repentino,
y viendo que era una tarde lánguida de octubre,
dio una vuelta a la casa y se acostó a dormir.
Ya habrá tiempo. Ya lo habrá.

Para el humo amarillo que se arrastra por las calles
rascándose sobre las ventanas.
Ya habrá tiempo. Ya lo habrá.
Para preparar un rostro que afronte los rostros que enfrentamos.
Ya habrá tiempo para matar, para crear,
y tiempo para todas las obras y los días de nuestras manos
que elevan las preguntas y las dejan caer sobre tu plato;
tiempo para ti y tiempo para mí,
tiempo bastante aun para mil indecisiones,
y para mil visiones y otras tantas revisiones,
antes de la hora de compartir el pan tostado y el té.
En el salón las señoras están deambulando

y de Miguel Ángel están hablando.
Ya habrá tiempo. Ya lo habrá.

Para preguntarnos: ¿Me atreveré yo acaso? ¿Me atreveré?
Tiempo para dar la vuelta y bajar por la escalera
con una coronilla calva en medio de mi cabellera.
Ellos dirán: «¡Ay, cómo el pelo se le está cayendo!»
Mi sacoleva, el cuello que apoya firmemente mi barbilla,
mi corbata, opulenta aunque modesta y bien aseguradapor un sencillo prendedor.
Ellos dirán: «¡Ay, cuán flacos tiene los brazos y las piernas!

¿Me aventuro yo acaso a perturbar el universo?
En un minuto hay tiempo suficiente
para decisiones y revisiones que un minuto rectifica.
Pues ya los he conocido, conocido a todos:

conocido las tardes, las mañanas, los ocasos;
he medido mi vida con cucharitas de café,
conozco aquellas voces que fallecen en un salto mortal
bajo la música que llega desde el rincón lejano del salón
Entonces, ¿cómo he de presumir?
Pues he conocido ya los ojos, conocido a todos,

los ojos que nos sellan en una mirada formulada
estando yo ya formulado, en un alfiler esparrancado;
bien clavado retorciéndome sobre la pared.
¿Cómo comenzar entoncesa escupir las colillas de mis costumbres y mis días?
Entonces, ¿cómo he de presumir?
Pues he conocido ya los brazos, conocido a todos,
brazos de pulseras adornados, níveos y desnudos
(mas al fulgor de la lámpara cubiertos de leve vello de oro).
¿Será el perfume de un vestidolo que me hace divagar así?

Brazos sobre una mesa reclinados o envueltos en lospliegues de un mantón.
Entonces ¿habré de presumir?¿Y cómo he de comenzar acaso?
Diré tal vez: he paseado por callejuelas al ocaso

y he visto el humo que sube de las pipas
de hombres solitarios en mangas de camisa, sobre lasventanas reclinados.
Hubiera preferido ser un par de recias tenazas

que corren en el silencio de oceánicas terrazas.
¡Y la tarde, la incipiente noche, duerme sosegadamente!
Acariciada por unos dedos largos,
dormida, exhausta… o haciéndose la enferma
sobre el suelo extendida, junto a ti, junto a mí.
¿Tendré fuerza bastante después del té y los helados y las tortas,
para forzar la culminación de nuestro instante?
Aunque he gemido y he ayunado, he gemido y he rezado,
aunque he visto mi cabeza (algo ya calva) portada en una
fuente,yo no soy un profeta -y ello en realidad no importa
demasiado-he visto mi grandeza titubear en un instante,
he presenciado al Lacayo Eterno, con mi abrigo en sus
manos, reírse con desprecio,y al fin de cuentas, sentí miedo.
Hubiera valido la pena, al fin de cuentas,

después de las tazas, la mermelada, el té,
entre las porcelanas, en medio de nuestra charla baladí,
hubiera valido la penamorder con sonrisas la materia,
enrollar en una bola al universopara arrojar
la hacia algún interrogante abrumador.
Poder decir: «Soy Lázaro que regresa de la muerte
para os revelarlo todo, y así lo voy a hacer»…
Y si al poner en una almohada la cabeza, una dijera:
«No. No fue esto lo que quise decir.No lo fue. De ninguna manera».
Hubiera valido la pena, al fin de cuentas,

sí hubiera valido la pena,después de los ocasos, las zaguanes, las callejuelas
salpicadas,después de las novelas, de las tazas de té y de las faldaspor los pisos arrastradas.
¿Después de todo esto y algo más?
Me es imposible decir justamente lo que siento.Mas cual linterna mágica que proyecta diseños de nervios
sobre la pantalla,hubiera valido la pena, si al colocar un almohadón o
arrancar una bufanda,volviendo la mirada a la ventana, una hubiese confesado:
«No. No fue esto lo que quise decir.No lo fue. De ninguna manera».
No. No soy el príncipe Hamlet. Ni he debido serlo;más bien uno de sus cortesanos acudientes, alguien capaz

de integrar un cortejo, dar comienzo a un par de escenas,
asesorar al príncipe; en síntesis, fácil instrumento,
diferente, presto siempre a servir,político, cauto y asaz meticuloso.
A veces, en realidad, casi ridículo.A veces tonto de capirote.
Me vence la vejez. Me vence la vejez.

Luciré el pantalón con la manga al revés.
¿Me peinaré hacia atrás? ¿Me arriesgo a comer melocotones?

Me pondré pantalones de franela blancay me iré a pasear a lo largo de la playa.
He oído allí cómo entre ellas se cantan las sirenas.

Mas no creo que me vayan a cantar a mí.
Las he visto nadando mar adentro sobre las crestas de la marejada,
peinando las cabelleras níveas que va formando el oleajecuando de blanco y negro el viento encrespa el océano.
Nos hemos demorado demasiado en las cámaras del mar,

junto a ondinas adornadas con algaseojas y castañas,
hasta que voces humanas nos despiertan, y perecemos ahogados.

El año: 1917: el hombre: T. S. Eliot; el momento: la Generación Perdida. Estas tres características se funden para crear un nuevo modo de ver Edmundo y consecuentemente el arte, que es una forma de representar al mundo y al hombre. T. S. Eliot se enmarca como uno de los fundadores de la llamada Generación perdida, es un hombre que busca más allá de la belleza convencional en el arte y que experimenta con juegos, metáforas e historia que funden una tradición antigua a punto de desmoronarse junto con la vanguardia en la que no hay tampoco demasiadas esperanzas.

Cierto que el texto más conocido de Eliot es La tierra baldía, publicada en 1922; sin embargo, la Canción de amor de J. Alfred Prufrock es una composición poética con la misma carga de desencanto que mira incluso, hacia terrenos de lo que posteriormente se conocería como Existencialismo.

T. S. Eliot es un poeta capaz de proyectar la poesía misma hacia la crudeza de la realidad y el desencanto de los sueños; la Canción de amor de J. Alfred Prufrock marca la modernidad de su época en varios aspectos, algunos son: el lenguaje, las metáforas, el contenido, la forma y la intención.

T. S. Eliot consigue una perfecta armonía de un modo antitético y ambiguo, un ejemplo de ésto se manifiesta en la capacidad de contraponer la imagen de un atardecer comparándolo con un paciente a punto de ser operado, “When the evening is spread out against the sky / Like a patient etherised upon a table”[1]. Aquí tenemos la primera marca de modernidad al emplear comparaciones completamente imposibles y fuera de la convención; el poema está cargado de imágenes de este estilo que contrasta en varias ocasiones con metáforas y alegorías, “Licked its tongue into the corners of the evening, / Lingered upon the pools that stand in drains”[2].

Es interesante la expresión sincera del poeta al afirmar que él no se cree dueño de las circunstancias, de nada, a veces ni de sí mismo, detalle que también marca la modernidad pues, por lo general, los poetas tendían a creerse los portadores o creadores de la verdad. Esta revelación de la no-verdad es crucial en el sentido del poema, pues matiza las emociones y las circunstancias. También se seña de la desesperación de la época en donde los asideros con la realidad comienzan a desaparecer.

El manejo del tiempo es también novedoso, es ambiguo y a la vez claro, por ejemplo, el poeta afirma en una línea que habrá tiempo para todo lo posible, hasta lo imposible, sin embargo en la siguiente línea se da cuenta de la realidad, su realidad, representada por su propia vejez. Es curioso pues no deja de insistir en que hay tiempo de sobra, como si la temporalidad trascendiera al ser humano y él pudiera tener la conciencia de esta trascendencia, como si existiera la certeza de que siempre hay tiempo, quizá tiempo en otro lado. La ambigüedad, por más extraña que sea le es familiar al lector pues éste también entiende la intemporalidad del tiempo y la incapacidad de asirlo aún sin olvidar la conciencia de entender lo que representa.

La contraposición de metáforas y la capacidad de utilizar palabras comunes como corbata y alfiler en una línea absolutamente poética, “My necktie rich and modest, but asserted by a simple pin”[3], es un talento digno de admirar, pues las personas que son capaces de crear metáforas e imágenes tan expresivas con las palabras más cotidianas son personas que poseen una gran virtud, pues se han dado cuenta de que no se necesita ser rebuscado ni incomprensible para ser genial y expresar lo que sienten de manera universal.

La incertidumbre en el poema es un elemento clave, el poeta no está seguro de nada, como ya se mencionó y es muy curioso el hecho de que redacta líneas hermosas, puramente poéticas aún cuando no está seguro de nada de lo que hace. Da vueltas y vueltas a esa temporalidad tan intangible del momento en que se vive, “In a minute there is time / For decisions and revisions which a minute will reverse[4]”, con lo que reaparece la antítesis que trata de explicar a través de la retórica la ambigüedad presente.

El poeta está confundido, sabe que ha conocido la vida y todo lo que ésta conlleva y no se puede jactar de nada de lo que ha vivido pues siente que no hay certezas y aunado a la inexistencia de éstas se da cuenta de que la vida es tan grande y tan compleja que no existen las palabras suficientes para describirla, que todo lo que pronuncie será un leve balbuceo de lo indecible a través de las metáforas que pueda vagamente articular.
Eliot reconoce la sensibilidad de los hombres y su pequeñez; el tiempo de los profetas termina en la decadencia de su siglo: “I am no prophet and here’s no great matter; / I have seen the moment of my greatness flicker
[5]” Afirma que, de nuevo, no hay nada certero, ni para él ni para nadie, que no hay nadie prescindible en el mundo, mucho menos él; sin embargo, aún después de esta revelación él sigue siendo un hombre sorprendido por el mundo y temeroso de éste; “And in short, I was afraid[6]” Ha visto demasiado, pero no lo entiende, lo cual resulta abrumador. La revelación de un mundo sorprendente, incomprensible y enorme lo hace ver su pequeñez y lo obliga a aceptar su paso accidental por la vida del mundo.

Todo versa en una incertidumbre tremenda, casi pavorosa, él no entiende lo que pasa y dado que no lo entiende, se pregunta si acaso tuvo sentido lo que sucedió, ya que siente que ha sido demasiado y a la vez nada. “Of one, setting a pillow by her head, / Should I say: “That is not what I meant at all”[7]. La vida no puede ser descrita porque no es entendida, lo cual remite a una de las ideas principales: él no es un profeta, sino un hombre común.

Ahora, ¿Cómo puede ser que esta vida tan compleja y tan inexplicable sea medida en novelas y tazas de té? Es posible pues las palabras sencillas son el medio más viable para tratar de explicar lo inexplicable. Es impresionante sentir el choque de pensar primero que hay tiempo para todo y después llegar a la conciencia de la vejez para luego cuestionarse si habrá valido la pena todo lo vivido. Y aún hay más incertidumbre a lo largo de las últimas páginas: preguntas sin respuesta, preguntas que quizá no sean relevantes, pues aluden a cosas banales, pero aún preguntas inciertas; “Shall I part my hair behind? Do I dare to eat a peach?”[8].

El choque más fuerte del poema viene al final, no importa lo que se haya dicho al principio, asumiendo que hubiera certezas, verdades absolutas y respuestas aparece el último verso para derrumbarlo todo; “I have heard the mermaids singing, each to each / I do not think they will sing to me”[9], es decir que, si es que hay una certeza tangible es la de afrontar que el mundo en el que se vive y de cierto modo, por el que se vive, no tiene ni el más mínimo interés en el individuo. Al final, con metáforas y surrealismos concluye el poema: “We have lingered in the chambers of the sea / by sea-girls wreathed with seaweed red and brown / till human voices wake us”[10]. Con ese último párrafo viene la culminación de toda la falta de argumentos vitales y filosóficos; se ha terminado la época de los sueños, en realidad no importa lo que pasó o no pasó antes, ahora el poeta se enfrenta de lleno a la caída a la realidad que es pavorosa y terrible. Las sirenas no existen pero eso no es tan importante porque seguramente jamás existieron; pero el poeta manifiesta un desencanto colosal cuya causa misma es la existencia humana.

Es muy duro pensar que el hombre deshace los sueños antes de emprenderlos y con esto se asume la realidad del hombre y la finalidad de su existencia: un accidente en la materia, una especie condenada a ahogarse por su propia causa.

El poeta tiene una incertidumbre muy humana dado que le es imposible negar su origen; también tiene sueños, visiones, ilusiones, todas las que paradójicamente son rotas por el hombre mismo.

Entonces, ¿Es acaso que el poema es pesimista? No, es realista y humano, existencialista quizá, porque el poeta está frente a la crudeza de despertar el mundo y darse cuenta de que no hay tanto tiempo como había contemplado y que finalmente no hay nadie que cante para él. Sin embargo, a pesar de chocar con el desencanto, existe también el consuelo de que no se ahoga sólo, que el despertar de sus sueños, afortunadamente, no es un acto individual ya que desde la primer frase se manifiesta la compañía: “Let us go then, you and I[11]”; hay alguien con él y se ahoga con él. Este hecho rescata la tragedia del despertar pues el hombre siempre se sentirá mejor acompañado de alguien que en comunión con su eterna soledad; aquí es donde entra el amor pues sólo el amor puede hacer que el ahogamiento no sea insoportable. Pensar que no se ahoga sólo es una luz al final del túnel, es la condensación de la humanidad entera, siempre con esperanza.

En el lenguaje empleado en el poema, pareciera que está retratando la realidad, tal como la ve o la interpreta, pero el hecho de que no hay verdades absolutas lo detiene; pareciera que no tiene miedo de exponer la realidad, pero por tratar de buscar este realismo es que es más duro enfrentar el miedo de ahogarse por causa de la realidad misma, una realidad demasiado pesada y realmente desconocida.

La dureza y fuerza del desencanto unido mágicamente con la sinceridad, retrata los sentimientos de un hombre, quizá cualquier hombre, que habita en la tierra y reflexiona un poco por ella y por sí mismo.


Bibliografía:
T. S. Eliot, La canción de amor de J. Alfred Prufrok. Los hombres huecos (Jaime Augusto Shelley, ed.). México; UAM (Col. Cuaderno de la memoria, 1) 1996, 67pp.
[1] Cuando la tarde se ha extendido contra el cielo / Como un paciente eterizado en una mesa.
[2] Lamió los rincones del atardecer, / Se demoró en los charcos del desagüe.
[3] Mi corbata fina y discreta, asegurada con un alfiler sencillo.
[4] En un minuto hay tiempo / Para decisiones y revisiones que un minuto revocará.
[5] No soy profeta y eso no importa mucho; / He visto el momento de mi grandeza vacilar.
[6] En suma, tuve miedo.
[7] Si a una, acomodándose un cojín junto a la cabeza, / Se le ocurriera decir: “ No es eso lo que quise decir, de ningún modo.
[8] ¿Partiré mi pelo por detrás? ¿Me atreveré a comer un durazno?
[9] He oído a las sirenas cantarse, una a la otra. / No creo que canten para mí.
[10] Nos hemos demorado en las recámaras del mar / Junto a doncellas marinas coronadas de algas rojas y cafés / Hasta que nos despiertan voces humanas, y entonces nos ahogamos.
[11] Vamos pues, tú y yo.


Music: A moment lost - Enya
Quote: "Vivir cómo dolía. Vivir era una herida abierta." C. Lispector

viernes, 18 de julio de 2008

Entrevista con Henry Miller

Fernand Séguin entrevista a Henry Miller para Radio Canadá. Esto sucede alrededor de los años 1969 y 1970. A continuación ofrezco una breve e improvisada traducción de algunas de las cosas que se hablan en esta entrevista; como mi francés no es perfecto, he omitido ciertas partes para no cambiar la información en mi afán por traducir todo. Para curiosidad de otros, la entrevista completa se encuentra en Youtube.

F.S.: Hay en este libro "Books in my life", una afirmación que espero me permita encontrarla un tanto paradójica cuando usted dice en alguna parte que no es en verdad un escritor ávido que ha leído 5000 volúmenes.

H.M.: Si, 5000.

F.S.: Pero 5000 es lo que equivale a leer 3 libros por semana considerando ya la edad de 50 años.

H.M.: Sí, 3 libros por semana… tú puedes calcular mejor que yo eh. (…) Tengo amigos que me han dicho que han leído más, conocí a un profesor en una universidad que me dijo que había leído cien mil… y eso es mucho.

F.S.: ¿Es acaso mucho demasiado?

H.M.: Sí, sí mucho demasiado. Ahora si hubiera podido escoger tendría leídos sólo tal vez 100, si se pudiera escoger.

F.S.: Bueno pero eso nunca es fácil de decidir. Y cuando leía, ¿acaso tenia alguna técnica especial para leer, basado en un programa?...

H.M.: No, siempre por azar, creo, pero como sabe, un libro te conduce a otro, si un libro de interesa, que por alguna razón hay algo en ese libro que interesa, te lleva por el camino de otro. Hay gente que lee todos los libros de un autor… yo no, por ejemplo, un amiga mía, Anaïs Nin, una gran lectora, cuando era joven, a los 15 años, comenzó a leer y dijo que por qué debía escoger, así que comenzó de la A a la Z y así lo hizo con los libros de la pequeña biblioteca municipal.

F.S.: ¿Cree que es posible leer en el periodo en el que se escribe?

H.M: Sí claro, frecuentemente, la lectura me ayuda a escribir y no lo contrario (…)

F.S.: ¿Acaso los libros, en su estilo personal, han tenido una influencia en usted de manera inmediata?

H.M: Si, creo que sí; toda mi vida he pensado influenciado por lo bueno y por lo malo. Todo me influencia, creo que somos vulnerables siempre y yo más… no sé por qué pero creo que he tratado de copiar el estilo de varios escritores, lo he intentado con sus estilos, (…) copiaba un pasaje y lo trataba de hacer igual… sin éxito. No somos otra cosa que lo que vamos descubriendo poco a poco sobre nosotros mismos. No podemos ser otra cosa que lo que somos…

F.S.: Yo veo que hay escritores que tratan de construirse otra imagen, una que es diferente a lo que son… ¿pero usted no?

H.M.: No, yo creo que es la gran meta de la vida es convertirnos en lo que somos más y más y es todo un ensayo fuerte y constante

F.S.: (…) ¿Y en su caso, siente que se ha convertido en eso, en eso que quiere ser?

H.M.: Sí, claro, he observado que cada que deseaba algo con fuerza esto llegaba, yo comprendí eso poniendo atención; y también bueno, en Big Sur, cada mañana cuando me levantaba, el pacifico estaba frente a mi y veía el sol salir y pensaba en todo el mundo… Yo no sé si hay un dios o no pero aun podemos implorar por los otros… más que nada esto me pasó en la guerra y supe que se puede pensar en todos, en los enemigos incluso.

F.S.: Regresando a los autores que aparecen en Books in my life encontramos algunos nombres impresionantes, franceses que fueron una gran influencia para usted, ¿quiénes son ellos?

H.M.: Dos están muertos ya; Céline (…); estando en Francia yo leía libros en francés, franceses pues, y un poco de rusos y escandinavos pero los franceses me interesaban más

F.S.: ¿Es posible decir por qué?

H.M.: ¿Por qué? Mmm tal vez por el estilo, la forma de acercarse al sujeto, no el sujeto mismo, porque hay en ellos una gran mezcla de sensualidad, esteticismo y perfección; porque para mí y para muchos americanos en realidad, lo que pasa es que no nos damos cuenta de que nosotros somos como escritores por accidente… y en cambio en Europa el hombre se disciplina para hacer una carrera… nosotros hacemos toda clase de cosas antes de ser escritores pero en Francia se nace como escritores, tienen la facilidad… esa es la impresión que tengo. En cambio acá son pocos los que tienen el don como tal, las ganas de decir las cosas sin importar nada, claro es sólo mi impresión…

Music: The scientist - Coldplay
Quote: "If you fall asleep in the snow, you don't fell death coming" from Paris Je t'aime.

jueves, 10 de julio de 2008

Recuerdos...

Sobre el olvido y el recuerdo se pueden decir un millón de cosas... la poesía dice que el olvido es la supervivencia y por otro lado está el dicho popular que afirma que recordar es volver a vivir.

En más de una ocasión he pedido el olvido como una forma de redención frente a cosas indeseables; pero lo cierto es que últimamente han sucedido ciertas cosas que sé que no quiero olvidar jamás... y no sólo eso, sino que me he puesto en el hipotético y trágico papel de aquellas pobres personas que de pronto, por accidentes o enfermedades, empiezan a perder sus recuerdos. Honestamente me dan compasión porque en realidad no creo que tengamos una plena conciencia de lo importante que es un recuerdo, por mínimo que sea y bajo la cisrcunstancia que se de, sin importar que sea bueno o malo si es que debemos medir las cosas bajo tales parámteros.

Imaginemos por un momento que hoy, de pronto, no recordamos lo que hicimos ayer, o peor aún, no recordamos a una persona... ¿acaso no sería eso una tragedia muy grande? La vida misma es una colección de instantes almacenados en al memoria, instantes individuales o compartidos, momentos tan cruciales y tan importantes que aunque nos sucedan una vez y de manera individual, tienen el poder de cambiar buan aparte de lo que somos o de cómo nos percibimos.

La verdad es que amamos recordar y revivir... basta poner atención en la obsesión de la gente por platicar sus recuerdos, por tratar de encontrar la palabra precisa que describa el instante específico, porque al comunicar un recuerdo se revive todo y se extenúa la necesidad de legitimizarnos con otros.

No imagino una tragedia más grande que no recordar las cosas, sin importar su naturaleza. Si ya es bastante trágico confundir lo real con lo no real, aún es peor no tener ningún registro al respecto.

Sé que no todo lo que pasa en la vida es grato... mucho menos grato de recordarse, pero creo que un instante almacenado en la memoria puede servir para muchas cosas. Aparte, es una mentira enorme esa que la gente suele decirse a sí misma cuando pretende poner las cosas en el olvido. Eso es imposible a fuerza de voluntad. Entonces, si tal cosa será negada a la realidad, lo mejor que se puede hacer al respecto es abrazar el recuerdo y no dejar que se muera, hacerlo vivo a cada instante y no dejar que esos segundos desaparezcan en las arenas del tiempo...

Music: You talk - Babyshambles
Quote: "The aim of life is to live, and to live means to be aware, joyously, drunkenly, serenely, divinely aware." H. Miller

jueves, 3 de julio de 2008

Cuatro sonetos de Sor Juana

Este es un análisis formal de cuatro sonetos amorosos de Sor Juana, con el objeto de encontrar las coincidencias y diferencias entre estos ya que versan sobre el mismo tema del amor no correspondido que Sor Juana trató con mucha atención.
Los sonetos a analizar se identifican por sus primeros versos. Para referirme a ellos, utilizo las letras que los corresponden:


a.
Que no me quiera Fabio al verse amado
es dolor sin igual, en mi sentido;
mas que me quiera Silvio aborrecido
es menor mal, mas no menor enfado.
¿Qué sufrimiento no estará cansado,

si siempre le resuenan al oído,
tras la vana arrogancia de un querido,
el cansado gemir de un desdeñado?
Si de Silvio me cansa el rendimiento,

a Fabio canso con estar rendida:
si de éste busco el agradecimiento,
a mí me busca el otro agradecida:

por activa y pasiva es mi tormento,
pues padezco en querer y ser querida.

b.
Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante,

y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo;

si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo

de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.

c.
Feliciano me adora y le aborrezco;

Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:
a quien más me desdora, el alma ofrezco;

a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro
y al que le hace desprecios enriquezco;
si con mi ofensa al uno reconvengo,

me reconviene el otro a mí ofendido
y al padecer de todos modos vengo;
pues ambos atormentan mi sentido;

aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.

d.
Fabio: en el ser de todos adoradas,
son todas las beldades ambiciosas;
porque tienen las aras por ociosas
si no las ven de víctimas colmadas.
Y así, si de uno solo son amadas,
viven de la Fortuna querellosas,
porque piensan que más que ser hermosas
constituye deidad el ser rogadas.
Mas yo soy en aquesto tan medida,
que en viendo a muchos, mi atención zozobra,
y sólo quiero ser correspondida
de aquél que de mi amor réditos cobra;
porque es la sal del gusto el ser querida:
que daña lo que falta y lo que sobra.

Primero que nada es importante señalar que Sor Juana respeta perfectamente la construcción poética de un soneto, es decir, dos cuartetos y dos tercetos con rima consonante en ABBA, ABBA, CDC, DCD y con versos endecasílabos.

Tanto en el soneto “a” como en el soneto “c”, el planteamiento y problemática que maneja la autora son casi lo mismo, es decir, la idea de que el yo lírico tiene grandes dificultades al verse enamorado de alguien que no lo ama de vuelta y por otro lado, tener a otro alguien que lo ama demasiado, pero que ese yo lírico no es capaz de corresponder el amor. El yo lírico está sumamente acentuado en estos dos poemas a través de los posesivos y reflexivos “mi” y “me” que aparecen constantemente; asimismo, esto es evidente en el uso de los verbos que siempre se refieren a la primera persona del singular como “tengo, pido, reconvengo, lloro, apetezco” en el soneto “c” y “busco, canso” en el soneto “a”. Esta gama de verbos demuestran el sentir de la autora que pasa por un estado de odio y desprecio hasta llegar a un grado de amor y entrega total, lo cual ejemplifica las formas en que se le manifiesta el amor y el gran dilema al no tener lo que obtiene a pesar de que existe alguien que la ama.

Así es como se manifiesta la paradoja del amor no correspondido en estos sonetos de Sor Juana en los que la autora reitera su sufrimiento en el ultimo terceto de ambos sonetos en donde da a entender que de cualquier forma ha de sufrir pues no se siente capaz de elegir a uno ni a otro porque con ninguno estará totalmente conforme.

Por otro lado, el soneto “b”, a pesar de que trata la misma problemática presenta un giro de diferencia en el final pues si en los anteriores ya analizados vemos cómo la autora sufre por no ser capaz de decidir entre uno y otro por ser desdichada de todas formas, en este soneto existe una decisión contundente, aunque no feliz, que aparece descrita en el último terceto, pues aquí el yo lírico ha escogido lo que quiere, o sea, decide estar con aquel que la quiere sin importar ésta no le corresponda pues esto representa un mejor partido, aunque con esto no afirma que ha dejado de amar a ese primero que no le corresponde.

En este poema el abuso del yo lírico es impresionante también, y los campos semánticos de los adjetivos aparecen de nuevo con una carga de lucha entre el amor y el odio con palabras como: “busco, ingrata, adoro, maltrato” y de nuevo constantes pronombres reflexivos que ejemplifican si situación angustiosa y la búsqueda de su propia decisión ante algo que no quiere.

El último soneto versa sobre lo mismo pero muestra a una Sor Juana más humilde en el sentido de que pide abiertamente y con sencillez la simple correspondencia de su amante, cosa que no había hecho en los poemas anteriores donde sólo exponía su dolor o bien, aceptaba las acciones. Aquí se queja también de aquellos que la aman y que ella no ama y pide ser
correspondida, no por esos sino por aquel del que ella está enamorada. En este poema es también importante resaltar un elemento que sólo aparece aquí y un poco en el soneto “c” y no con tanta frecuencia; es decir, la utilización de onomástica amorosa y mitológica para ejemplificar su situación; así Sor Juana nos habla de Fabio y Fortuna, por un lado y Deidad y Aras por otro, utilizadas como seres superiores. Esto mismo lo hiciera en el soneto “c” al mencionar a Feliciano y Lysardo para ejemplificar de alguna forma los nombres de los amantes en cuestión.

El último terceto da a entender que esta paradoja del amor no correspondido es algo natural y que las personas lo único que desean en los terrenos del amor es la correspondencia ya que esta es “la sal del gusto”, como lo dice en el doceavo verso de este soneto.

En cuanto a figuras retóricas, se puede decir que Sor Juana no abusa de ellas; lo que sí hay y de manera muy bien trabajada es un uso de lenguaje a la perfección mediante algunos retruécanos como el que aparece en el primer cuarteto del soneto “c” o en el último terceto del soneto “a” entre oteas muestras de esta figura literaria utilizada ya sea con adjetivos, verbos o sustantivos.

Los juegos que hace Sor Juana con el lenguaje a través de la repetición de ciertos sustantivos e incluso con los retruécanos ayudan a enfatizar la problemática amorosa de este sentimiento que por un lado es desbordante hacia una persona y por otro es nulo.

Así, en estos sonetos Sor Juana trabaja muy bien la temática del amor no correspondido que, como ya se dijo anteriormente, es uno de los temas que más le interesan y que aparece en varias de sus composiciones poéticas.

Music: Death and all his friends - Coldplay
Quote: "Reach heaven through hell" W. Blake