jueves, 5 de agosto de 2010

Inception



Christopher Nolan, después de 9 años de haber concebido la idea original de la película Inception (El Origen en las pobres y nunca precisas traducciones) consigue el reto de crear una película que a mi modo de ver (una cinéfila promedio) es por demás original, coherente y entretenida (y a ratos estresante).

La idea básicamente consiste en demostrar la posibilidad de acceder a los sueños de la gente, mediante un “sueño compartido” en el que varios de los involucrados en el sueño alternen en ese plano, respetando los extraños escenarios oníricos, conviviendo con las extrañezas del subconsicnete y al mismo tiempo con la conciencia suficiente para estar al tanto de cada detalle que en el sueño en sí, sucede.

Además de la originalidad de la película, los buenos actores, excelentes escenarios, tecnología y adaptación cinematográfica, me llama sobre todo la atención el tópico onírico, pues, personalmente, lo considero una de las obsesiones más grandes en mi existencia. El sueño y la posibilidad de compartir un plano predeterminado con otra persona son ideas románticas y perfectas, pero, como es de esperarse, nada viene con un auténtico final feliz. Nolan plantea que, ante tanto deseo de conservar un sueño existe el riesgo de no poder diferenciar el sueño de la realidad y, aún peor, preferir el sueño por encima de la realidad; asimismo, existe el problema  (y es el que da nombre a la película) de que alguno de los individuos con los que se comparte el sueño pueda de alguna manera alterar nuestra mente al taladrar imperceptiblemente en el subconsciente y como consecuencia, alterando nuestra forma de ser en la realidad.

El tema del sueño y la negación de la realidad me atrae bastante, y no sólo a mí, pues, remitiéndome a algunas otras producciones cinematográficas, (reitero mi poco conocimiento en ese campo), me viene a la mente Vanilla Sky de Cameron Crowe o Hasta el fin del mundo de Win Wenders en las que con sus evidentes distancias y diferencias, se puede apreciar el dilema existencial del sueño preferido frente a la realidad que se torna en algo abominable que se evita vivir. Ejemplos similares los hay en múltiples historias, que si bien no incluyen necesariamente el sueño, sí nos encantan con la alternativa de otro mundo alejado de la realidad, ahí está La invención de morel de Bioy Casares o la propia historia de Don Quijote.

¿Por qué nos siguen atrayendo esos tópicos? ¿Será acaso porque no hemos podido desentrañar totalmente la naturaleza del sueño? ¿O es que somos tan primitivos que preferimos llevarnos por aquello que es desconocido e incontrolable, pero en muchas ocasiones, más placentero?

Dejo las preguntas abiertas porque a pesar de la innegable existencia de mi fascinación por el sueño, no podría explicar del todo su naturaleza. Lo cierto es que siempre resulta atrayente un mundo donde la perfección existe y ¿qué tiene eso de malo? La moraleja es simplemente, que debemos tratar de no inmiscuirnos demasiado en esa perfección onírica, porque no es sino eso, un placentero sueño, o terminaremos congelados en un limbo ajeno e inagotable que, tristemente, nunca podrá sustituir la realidad.


Music on: Genius next door - Regina Spektor
Quote: "A veces, hay personas que pueden herir a los demás por el mero hecho de existir" Haruki Murakami
Reading: Al sur de la frontera, al oeste del sol - Haruki Murakami

1 comentario:

Angel Pastrana dijo...

El sueño por encima de la realidad es cuasi el mismo tópico de la cordura y la locura ¿dónde está la línea? ¿quién la define? A veces la preferencia del sueño tiene que ver con la capacidad de manejar la situación en el sueño, a veces aunque no se controle simplemente es la tendencia a la negación de la realidad.

Saludos!