Hace poco tiempo que mantengo una cuenta en Twitter, la tengo más por interés en cierta persona que twittea mucho y que, como me interesa, ando al pendiente de lo que hace; ahora que le he agarrado el modo la utilizo cada vez con mayor frecuencia. Con el paso del tiempo he agregado gente a la sección de “siguiendo” y en ocasiones ha aparecido uno que otro curioso ahora listado en la casilla de “seguidores”. A ratos le encuentro el chiste, a ratos no tanto.
Me sucede que siento que esto del Twitter es una llamada de auxilio para la gente con soledad extrema. Además, encuentro curioso que a pesar de que hay grupos de gente que se siguen mutuamente, son muy pocas las veces en hay una respuesta a la sarta de tarugadas que uno puede poner. Es un grito de soledad que repercute en más soledad; se busca una compañía que por supuesto, no aparece (y ¿cómo va a aparecer si todo es en la web, si lo único que otorga un poco de personalidad es la coqueta @ que precede a los nombres?).
Para eso, me quedo con lo clásico. Desde hace años escribo frustraciones, sueños rotos, desamores, quejas y demás bellezas en una especie de diario de vida. Lo empecé a los 15, cuando tenía ciertas cosas que decir, pero me avergonzaba confesarlas (nada fuera de lo normal, sólo me enamoré de un maestro), poco a poco las páginas se fueron llenando de ideas y manifestaciones varias, desde amorosas hasta existenciales, secretos ocultos, traumas, experiencias de vida, en fin, cosas que no podía decir abiertamente a nadie. Era más que nada, una manera de descarga de esa frustración acumulada y pensada sólo para el silencio, como si yo fuera la interlocutora de mi otro yo. Twitter es casi la misma cosa pero con espectadores fantasmas e impersonales; está acoplado a la modernidad y se limita a un número específico de caracteres, porque la vida rueda demasiado rápido y la concreción es la mejor forma de hacerse presente.
En Twitter he puesto algunas frases de mis poesías favoritas sin dar el crédito al autor (cosa curiosa, objeto de otro post, quizá), fragmentos de mis diarios y de esas cosas viejas que antaño me resultaban demasiado personales y obviamente secretas. Nadie se inmuta, ni un “Retweet” ni una respuesta. Me intriga ¿acaso es que aunque nos exterioricemos seguimos estando solos? Sí, estoy segura de que es eso. Además, ¿a quién le va a importar un pensamiento suicida subido a hora pico de Twitter, en medio de cien frases de alegres cibernautas seguidores? A nadie le importa, esa es la verdad. En silencio o no, estamos solos.
Así se resume pues, el cenit de mi experiencia con el Twitter. Personalmente, hay veces en las que prefiero regresar a lo clásico y disfruto enormemente hacerlo, es decir, escribir en el cuadernito mono, con tintas de colores, extendiéndome por hojas y hojas de divagación existencial. Me atrae bastante la idea de lo oculto, de pensar concretamente, que si no existe algo es por el secreto, no por la indiferencia. Sé que todo esto, de cualquier modo, no ayuda a reparar la soledad, esa penumbra eterna que muerde sin que nos demos cuenta.
Music on: Mediocre - Ximena Sariñana
Quote: "Creo todo lo que me dices, pero también sé que todo resultará distinto" Henry Miller
Reading: Los versos satánicos - Salman Rushdie
2 comentarios:
Pero fíjate, te voy a contar lo que me pasó un día, a propósito del post donde puse mi trivia: Varias personas (digamos al menos unas 10), algunas que nunca creí que me leyeran, me dieron algunas de sus impresiones pero por MSN y no en los comentarios, que es donde se supone que tendría que ser.
Entendí que aunque mucha gente te lea, no todos comentan, algunos por fljoera y otros por miedo a escribir algo. Sí: miedo. No saben qué poner, y aunque lo supieran, no saben como. Pero de que tienes lectores (en el blog o el Twitter), seguro.
en twitter muchos escriben chismes, ociosidades, viboreos...
en twitter otros escriben sueños, frustaciones, amores...
en twitter no enteramos de cómo va la pròxima boda de Astroboy con la Gaviota...
en twitter alguien espera que otro alguien lea lo que èste escribe sobre aquèl y mantiene la esperanza de que entienda la indirecta...
bueno... eso supongo, porque nunca entro a mi cuenta jejeje...
para enterarme de lo que acontece a mi alrededor (y ante mi evidente nula vida social) prefiero el facebook...
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