jueves, 4 de noviembre de 2010

Eternidad

Una madrugada de falsas estrellas bebí la sangre de un inmortal;
es posible,
más allá de lo que cruza el umbral de la mente de los hombres.


Hoy me apela la carga de mi voluntad mal decidida,
una eternidad, monumento incierto,
esta cárcel de fuego que no daña, pero consume y mutila el paso a salvación alguna.


La tortura hallada sufre del mismo mal: lo eterno,
renazco cansada al amanecer incorruptible.


El rojo atardecer me persigue bajo la amenaza el día siguiente:
renaceré, siempre.


El destino me saltará a la cara con la crueldad de lo ineludible;
y todavía albergo en rabia vestigios de humanidad presente,
un halo de niebla que puebla el cementerio de la carne.


Hago todo lo que un mortal haría.
Incluso agradezco que el dolor exista,
intuyo oscuramente que sólo necesito a alguien como yo,
porque de nada sirve poseer todo el poder del mundo
si el alma se encuentra confinada a una indestructible soledad.


Ojalá el cielo otorgara refugio ante el níveo trajinar de la fantasía;
que los ojos se derramaran ya sin preámbulos en sangre negra
y lavaran cada centímetro de mi piel carcomida hacia dentro.


Soy absurda hasta el infinito.


También soy oscura,
un arco iris de falsa raíz.


Soy de alma tortuosa,
aún atraída a los deseos más insatisfactorios y a los placeres más lascivos;
también víctima inevitable de los encuentros más rosas,
de la realidad imposible vertida en recuerdos de agua.


Y aún, en lo más profundo del mundo,
también soy un alma que busca reinventarse,
burladora del grito, cómplice amargo del dolor primero.


Pero nada importa,
ni las horas pasadas entre los mortales felices
o los sueños grabados en mis irónicas carencias
menos aún la belleza de una flor moribunda entre mis dedos.


El hecho irreductible aquí tratado es que soy humanamente inmortal.
Me he entregado al sueño de muchos: el lugar congelado,
la música de lo eterno,
la búsqueda de la nada en los oídos de los muertos
toda la saliva que profiera estas palabras es ahora y siempre,
segura,
marmórea,
cíclica,
mi única dulcísima y perenne condena.






Music on: Hard enough - Brandon Flowers
Quote: "Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo" J. L. Borges
Reading: Los versos satánicos - Salman Rushdie

1 comentario:

FB dijo...

... y es que las eternidades hoy en día ya duran tan poco... tan poco como la lor moribunda entre tus manos. Y los ciclos parecen recordarnos eso en cada devenir...