viernes, 8 de agosto de 2008

Leopold Bloom y yo

Después de un tiempo (ese tiempo inasible y borgeano) me pregunto de pronto, en uno de esos momentos de reflexión que algunos llaman filosófica: ¿a quién sino a mí importa acaso lo que se escribe en este blog? en verdad, ¿a quién sino a mí? Eso pienso repetidamente, a veces oscuramente, cuando reviso que no hay ningún comentario de nadie... y creo que esto es sólo por mí y por mi ego.

Mi vida es verdaderamente absurda, igual a la de todos, quizá, (o tal vez eso es lo que quiero creer para no sentirme peor); me doy demasiada importancia y escribo pidiendo compasión, como lo dijera Monterroso y para clamar una adicción, porque necesito ser escuchada.

Pero también creo, o quizá sólo intuyo, que el hecho de escribir bosquejos de lo que es mi vida, mi aburrida vida, tiene una leve importancia dentro de las demás personas. Mi ejemplo es Leopold Bloom; ¿a quién sino a Joyce le podría importar el trajinar patético de Bloom, ese hombre que se sale de su casa porque sabe que su mujer tiene un amante y que simplemente no lo quiere ver?; honestamente, ¿a quién le ha de importar lo que le pasa en un día de su vida?

Y sin embargo es interesante, desde las nimiedades en las que Joyce se detiene al escuchar maullar al gato y no sólo eso sino al reproduir sus maullidos como parte de los diálogos; incluyendo también el monólogo eterno de Molly Bloom que bien pareciera una muestra desquiciada de ociociodad potenciada. En realidad, de la manera más objetiva posible ¿qué puede tener todo esto de interesante?

Mi vida es aburrida, ordinaria, normal, común, simple... y a nadie interesa (a veces ni a mi misma). No hasta que se pone en papel o hasta que otro la mira. Lo cierto es que las vidas humanas no están llenas de aventuras ni de eventos increíbles; como dijera Zola, la existencia humana es aburrida, sin mayores riesgos y al contrario, llenas de monotonía que acaso es rota por mínimos segundos de originalidad.

¿Por qué interesa entonces? Mi respuesta puede ser ingenua como el resto del tiempo vivido pero es real y lo es porque estas vidas, la de Bloom y la mía, si bien son tontas y sencillas, también son lo suficientemente interesantes por el hecho de que son nuestras y porque aquellos que las leen saben que no son las propias, es decir, porque cualquier vida que no sea la propia, por más patética que sea, a través de las letras (y a veces sin ellas) se puede convertir en algo interesante, tal vez incluso en una obra de arte.

Y por eso ligeramente, todo adquiere un nuevo sentido.

Music: Angie - The Rolling Stones
Quote: "Pronto no sabré dónde acaba mi piel y empieza la del mundo." G.H. Porcayo

2 comentarios:

Angel Pastrana dijo...

A veces uno se cansa de su vida, o tiene la necesidad de sentirse alguien más, alguien mejor, por eso es que volteamos a ver a héroes, desde el Hèrcules clásico, hasta el Batman actual, necesitamos vernos con cualidades que no nos pertenecen, lidiando con problemas que no son los cotidianos, dónde es más fácil enfrentar una pandilla de villanos, que contradecir a nuestro jefe. La ficción, en cualquier caso, es un escape, un escape de nosotros mismos, ya sean los súperhombres que menciono, o héroes más mundanos, a los que a veces solo nos consuela ver que sufren mucho más que nosotros.

La vida es solo un accidente de la materia, hay que aprovecharla.

Fernando Brambila O. dijo...

...Pero no, no creo que lo mundano sea algo que se sufra, ni creo que los héroes sean solo fantasías escapistas. Más bien siento que es cosa de óptica: una vida sin mayores acontecimientos puede ser fascinante, lo mismo que una vida llena de aventuras puede resultar sumamente cómica.

Pero bueno, esa es mi opinión, yo que sé. Cuando leo, digamos, La Iliada o 300 no siento que esos personajes sean mejores que yo. Si leo El Quijote no siento tampoco que sean peores o iguales a mí. Simplemente creo que son más opciones. Son simplemente distintas formas de ver el mismo asunto, que es la vida.