viernes, 22 de agosto de 2008

La otra casa de Asterión

Ayer vino a buscarme otra vez. No quise abrir. Nunca quiero abrir, nunca quiero ver hacia fuera. Mi casa es grande, infinita y tiene cerraduras en todos lados; aún así, no me considero un prisionero.

Vivo en el centro de este sitio que contiene todos los mundos posibles; pareciera un laberinto, porque es difícil salir de él, y sí existe un laberinto, pero está más adentro, en el centro, en donde estoy yo. Me gusta moverme y jugar, no quedarme quieto porque si dejo de moverme puedo pensar, y sólo pienso en lo que no quiero, en lo que hay afuera. Lo que quiero es mi vida adentro y nada más.

Soy Asterión, también me llamo como el otro prisionero, el que dice que tampoco es prisionero y cuya casa no tiene cerraduras; él siempre puede salir pero no quiere, no es que no pueda, es que sabe, igual que yo, que afuera, no tiene nada qué hacer. Por eso tal vez es que tenemos el mismo nombre y vivimos en una casa parecida (o igual), una que está en el centro del mundo y que abarca el resto del universo, (creo, porque nunca he salido, que yo recuerde).

Hace unas horas regresó, me empezó a hablar en un lenguaje que no entendí, gritándome cada vez más y más. No quiero salir, pero no lo entiende. Las variantes que hay afuera me aterran, no sabría cuál tomar. Aquí me gusta quedarme y pensar, tal vez saber, que no hay tiempo, que las mañanas y las tardes son las mismas (el espejo las repite iguales siempre), que no hay nada que decidir ni que pensar en realidad, más que lo mismo. Aquí juego conmigo y repito el paisaje las veces que quiera, porque nunca hay posibilidad de error. Conozco el universo (este es el universo), me conozco a mí; los errores y los cambios no tienen lugar conmigo y yo soy yo y soy el centro del laberinto.

Duermo cada que quiero, cuando me da sueño, ya sea aquí o en las habitaciones infinitas que se reproducen en los espejos encontrados; todo se repite, yo me repito incansablemente hasta la eternidad. Me gusta.

Un viento frío se infiltró a través de uno de los vidrios que se rompieron la semana pasada (¿la semana pasada o hace un mes o hace una hora?). El pequeño agujero permite que el aire circule, el aire que no es el mismo, porque viene de afuera y afuera sí hay cambio, hay movimiento, estoy seguro.

Sé que vendrá a buscarme de nuevo, dicen que es mi redentor, pero no lo creo, siempre regresa, aunque yo no le abra las puertas ni quiera hablar con él; regresará tarde o temprano porque tiene más tiempo y el tiempo afuera sí existe, o eso creo; afuera las cosas también se repiten, supongo, pero no en intervalos iguales. Regresará, es la única una certeza, pase lo que pase.

Yo no quiero salir de mi laberinto, por eso no quiero que venga por mí, estoy en el centro equilibrado del universo donde no existe la duda. A veces quiero que alguien me acompañe, cierto, pero también sé que cualquier otro romperá el balance de la estabilidad creada por mí, sólo por mí, por eso ya no abro la puerta, temo el caos.

Anoche pasó algo extraño, (¿anoche?) estaba soñando con la duplicación de mi voz y cuando desperté, encontré que los espejos estaban caídos, recuerdo que los coloqué de nuevo en su lugar, no estaban rotos. Noté que el centro, mi centro, era más pequeño que antes, y no pude explicarlo. Después sucedió otra cosa, las paredes se achicaron, lo supe, porque lo vi, lo sigo viendo. Dejé de controlar lo que pasaba aquí dentro, la casa no se contraía, se expandió más allá de sus ya conocidas multiplicaciones infinitas y mi centro desapareció.

Creo que llaman a la puerta, pero ya no encuentro la puerta, ha cambiado. Ahora parece que entiendo; esta mañana, al encontrar los espejos tirados pensé en mi existencia, en la angustia de la falta de la reflexión de mi imagen repetida, en la soledad, en la confusión, todas esas cosas en las que no quería pensar; ahora entiendo. No sé si los espejos cayeron a consecuencia de lo que había estado pensando incluso en mis sueños, o si todo se trastornó al hacerme conciente de la realidad.

Dije que yo era Asterión, igual que el otro Asterión, el mismo Asterión, tal vez; pero no, a diferencia de él, de ese otro que no soy yo, sé que yo, Asterión, no tengo un propósito al estar aquí, él estaba cumpliendo un destino. No es que Asterión no quisiera salir por falta de razones para ir afuera, claro que tampoco era un prisionero, su razón estaba adentro. Pero conmigo es diferente, yo solamente estaba (estoy) huyendo a mi destino personal, encerrado en mí, en el centro donde la vida no es posible; lo trágico comenzó cuando el escalofrío que yo creía que era simple confusión, hizo que la casa se expandiera y que muriera el centro y como yo era el centro, yo mismo dejé de existir.

Los sonidos, las llamadas constantes a la puerta tal vez me querían avisar que esto llegaría, que la repetición no era suficiente, que la renuncia a las opciones me dejaría con la única opción certera e ineludible, la muerte. Mi redentor venía a salvarme; tal vez, como el otro Asterión, tampoco me iba a defender, pero no moriría adentro, en soledad.

El laberinto se expande más y más, yo me reduzco, apenas puedo moverme de un lado al otro, no hay más aire que respirar.

Music: Lo imprescindible - Shakira
Quote: "Las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra" G. García Márquez

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