lunes, 12 de enero de 2015

Octavio Paz. La permanencia del instante

Octavio Paz nació en 1914, en el barrio de Mixcoac de la ciudad de México. Desde su infancia hasta la adolescencia encontró en la biblioteca de su padre, Octavio Paz Solórzano abogado y periodista, una fuente literaria vastísima en la cual halló alimento por varios años. Sin embargo, Paz no se dedicó únicamente a asuntos literarios, en el grueso de su obra se refleja su interés por temas artísticos muy diversos. Además de escribir poesía fue ensayista, hizo periodismo, teatro, crítica y política; fungió como editor y diplomático hasta llegar a convertirse en una figura internacional de la cultura y el pensamiento.
Desde sus primeras letras, las líneas poéticas de Paz estaban ya establecidas, en su obra abunda una preocupación por la palabra y su relación con la realidad y con el poeta mismo; aborda constantemente temas como el instante, lo simultáneo, el sueño, el eterno retorno y la vuelta al origen, sin dejar de lado el cuestionamiento por el lenguaje y sus alcances metafísicos. Entre sus primeras compilaciones poéticas destaca, sin duda, Bajo tu clara sombra (1937) y A la orilla del mundo (1942) en donde comienzan a marcarse estas inquietudes artísticas.
Los años que Paz permaneció en París por el inicio de su vida diplomática fueron de intenso aprendizaje y culminaron en 1949 con la publicación de Libertad bajo palabra (1960), compilación de su poesía hasta ese momento. Iniciando su veta ensayística, un año más tarde publicó El laberinto de la soledad, en el cual descubre el “ninguneo” del que somos víctimas los mexicanos y analiza los rasgos de la personalidad del mexicano, los cuales, afirma, tienen una factura histórica que todavía no se reconcilia con la modernidad. Cabe mencionar que la experiencia de la soledad es importante en la obra de Paz; en este ensayo define la soledad como “nostalgia de espacio” en tanto que el espacio nos entrega la sustancia de las cosas. Aquí, Paz aterriza en conceptos lo que en poesía desarrolla en emociones.
En 1956 concluye El arco y la lira, texto que sigue siendo referencia no sólo para el entendimiento de su propia creación sino para el acercamiento a la poesía en general y donde, además, desarrolla diversos conceptos tales como la métrica, el ritmo, el mito, la diferencia entre poesía y prosa. Paz dedicó buena parte de su obra al desciframiento de la palabra poética en relación con el mundo y el lenguaje en tanto que éste era o no una herramienta mágica o una manera de designar una nueva realidad.  Este ensayo también ubica el papel de la poesía y del poeta en la modernidad así como a la poesía hispanoamericana dentro de la literatura mundial. Quizá producto de sus experiencias en India y oriente, Paz se adentra a la concepción de lo simultáneo como fundamento de la creación poética e incluso de la existencia humana; cuestiona las formulaciones clásicas occidentales sobre la verdad y llega a afirmar que “para la tradición oriental la verdad es una experiencia personal. Por tanto, en sentido estricto, es incomunicable”, con lo que el autor da entrada a una nueva concepción del mundo, no sólo para lo verdadero, sino para lo poético pues el lenguaje, siempre que se toca por la poesía cambia de forma y, por lo tanto, construye una nueva verdad.
En 1957 Paz publicó uno de sus poemas más importantes: “Piedra de Sol”. Aquí retoma algunos de los temas que ya había trabajado: lo simultáneo, el instante, el tiempo cíclico y la poesía como sueño. Los primeros versos, que también son los últimos del poema, dan cuenta de esta preocupación:
Un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:

Paz enuncia, a manera de visiones, una serie de elementos de la naturaleza que aparecen tal cual son, mas en ellos existe no la contradicción sino lo que acontece al mismo tiempo: un árbol bien plantado, pero que también danza; un río que mientras fluye hacia adelante, está igualmente formando un círculo. Además de lo simultáneo, el poeta ya había establecido en su obra una correspondencia intrínseca de la vida a partir de la fugacidad del instante; pensaba que entre el devenir irremediable de la existencia había dos maneras particulares de salir de su cauce imparable, una de ellas era la poesía, otra el amor, lo cual se percibe en varias estrofas de “Piedra de Sol”:
amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan las alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas.

En 1958, editó La estación violenta, su segunda compilación poética. Con el nombramiento de embajador de México en India, en 1962, Paz se encontró en un destino que implicaría un avance importante en su producción literaria, desarrollo intelectual y personal. Los años de estancia en India coinciden con la escritura de “Blanco” (1966), otro poema representativo pero distinto y más apegada a la talla vanguardista. El poema tiene una clara huella del proyecto hecho por Mallarmé a través de Un golpe de dados. En “Blanco”, el poeta habla de la dispersión del ser en tanto que dicha dispersión es la única forma de presencia. “Blanco” es un poema que sintetiza el poema como acto y como proyecto, nunca como culminación. Asimismo, Paz regresa a la idea de la simultaneidad; vacío y plenitud no son contrarios sino términos que existen al mismo tiempo en una dialéctica que permite una nueva significación. La nueva significación, cabe mencionar, estaba ligada a la problemática de la palabra. Ya desde Libertad bajo palabra (1949), donde el poeta dice: “contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día” se gestaba la voz del poeta como descubridor de un mundo. Esta idea continuó en Semillas para un himno (1954) pues Paz decidió usar “semillas” para significar “palabras” en tanto que serían estas las gestoras del mundo, además de ser símbolo del origen y del lenguaje primigenio que Paz buscaba constantemente, del tiempo cíclico y la fugacidad de los instantes. Así lo expresan algunos versos de “Semillas para un himno”:
En una tierra condenada a repetirse sin tregua 
Todos somos indignos 
Hasta los muertos enrojecen 
Hasta los ciegos deletrean la escritura del látigo 
Racimos de mendigos cuelgan de las ciudades 
Casas de ira torres de frente obtusa
Infrecuentes 
Instantáneas 
No llegan siempre en forma de palabras 
Brota una espiga de unos labios 
Una forma veloz abre las alas 
Imprevistas 
Instantáneas 

Desde ¿Águila o sol? (1951) Paz estaba apostando por la mezcla de géneros, entre prosa poética o cuentos líricos escribió enfatizando en el lenguaje en tanto puede bifurcar tiempos y cuerpos. Resultado de sus viajes a India y el Oriente, queda la también difícil de clasificar obra El mono gramático (1974), en donde continúa su digresión por el lenguaje y recupera la idea de la simultaneidad: “la sabiduría no está ni en la fijeza ni en el cambio, sino en la dialéctica entre ellos.” Más adelante escribe: “no obstante, en cada caso la figura (la palabra) posee una significación distinta. Distinta y la misma”. En esta obra, Paz inserta abiertamente la concepción de la escritura como un proyecto interminable que vuelve sobre sí mismo, idea que ya había esbozado desde El arco y la lira. No es tanto el resultado del escribir sino el proceso, el proyecto constante e inacabado de la escritura, que también es un ritual y un mito. Así lo expresa en El mono gramático: “esto que escribo es una ceremonia, girar de una palabra que aparece y desaparece en sus giros”.
No sólo por sus letras sino por su actividad diplomática y de crítica social, en los años sesenta se consolidó el prestigio nacional e internacional de Octavio Paz, recibió galardones múltiples e impartió cátedra en universidades prestigiosas; también ingresó al Colegio Nacional de México. Además, continúa proliferando su obra ensayística. Son los años en que aparece Cuadrivio (1965), Los signos de rotación (1965), Puertas al campo (1966), Corriente alterna (1967), entre otros. En estos libros Paz continúa poniendo interés en el desarrollo de la vanguardia en México y consolida su forma peculiar de entender la creación.
En 1968, con su renuncia al puesto de embajador en India, se convirtió en símbolo de la rebeldía y su personalidad incursionó abiertamente en el debate público. Paz abogaba por la revolución estética y moral, si desde joven se había posicionado a favor de la izquierda, ahora criticaba abiertamente los vacíos del liberalismo, los vicios del capitalismo y desconfiaba de los nihilismos intelectuales. En 1971 retomó su actividad como editor, iniciada en Taller, para dirigir Plural, revista que se convirtió en un foro de crítica que reunía a los principales intelectuales de la época. Su obra seguía creciendo, publicó Posdata (1971) y El ogro filantrópico (1979); su último ensayo poemario fue Árbol Adentro (1987). La década de los 80 le merece numerosos reconocimientos, los cuales culminan en 1990 con la entrega del premio Nobel de Literatura. Tras el premio, Paz continuó con una activa agenda cultural manteniéndose presente con comentarios y publicaciones, la última de ellas es Visiones de la India (1995). El 19 de abril de 1998, Paz falleció en la Ciudad de México.

Las vueltas sobre los mismos temas le han valido a Paz estudios desde diversas perspectivas. La palabra poética que Paz buscaba expresar era una palabra primigenia y la poesía siempre era una revelación de la palabra original. Él creía en la recíproca relación entre poeta y lenguaje, pero sabía que siempre ganaba el lenguaje mismo, el lenguaje, ciertamente, habla desde el poeta pero lo hace con libertad y esa libertad es consecuencia de un orden natural que desemboca en una libertad que se inventa. Para Paz el mundo es una inminencia, el poeta tiene la misión de que esa inminencia se revele o se convierta en presencia por un instante, la poesía hará que ese instante también se vuelva permanencia.

Music on: One - Ed Sheeran
Quote: "La hoz del tiempo mutila lentamente vigilia y sueño". Amparo Dávila
Reading: Poesía Reunida - Amparo Dávila

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