jueves, 24 de marzo de 2011

La despedida



No necesito tenerte como interlocutor para hablarte.


Y no me es necesaria la privacidad, porque tal cosa no existe, y porque, secretamente, no la deseo, quiero, en cambio, que de pronto entre los vericuetos del azar y los caprichos de la casualidad, te lleven directo a esta pequeña nota que simboliza nítidamente un adiós que no existió. Hay que conservar el misterio, un poco nada más, no decir tu nombre ni enarbolar a manos llenas el espacio de la verdad.


No me gustan las despedidas, quizá lo sabías, quizá. Hay una serie de eventos que no termino de entender, te los puedo preguntar pero de cualquier modo no obtendré una respuesta real. Mientes, esa es tu cualidad más constante, tu talento más grande; una mentira tras otra, una mentira envuelta en otra, disfrazada seria y completamente de verdad. Las creo toditas, es lo peor, todas las mentiras, hasta el punto de saber que son mentiras y creérmelas como verdades.


Sólo una cosa por hacer: decir adiós (nos guste o no). No me pude despedir como debía, es cierto, pero ¿habría querido hacerlo? Claro que no. ¿Si te pienso? Eso sí y también pienso en el fin aparecido como un lugar tan borroso y tan inasible. Me sigo negando, un poco, por eso escribo. Sé que cuando ese fin es inminente y me recorre pausadamente cada célula es justo cuando quiero empezar a explicar, a organizar, a pensar fríamente y a borrar (sin suerte).


El fin llegó con el detalle más nimio: cuando te pregunté si querías verme, según yo, había todavía una serie de asuntos por aclarar. “Hay cosas que decir” te escribí. Y la respuesta me remitió a la esencia más pura de ti, a tomarlo todo como si fuera una broma, a no contestar objetivamente lo que pregunté, entonces opté por la farsa yo también, contesté con una mentira y me decidí a desaparecer, a hacer de ese mi último momento para ti.


¿Algún día habré de tenerte de nuevo como interlocutor? ¿Tomarás mi mano y me abrazarás como sólo tú sabes hacerlo? ¿Me dirás que me quieres? ¿Algún día amanecerás con ese mentado pie izquierdo que servirá para componerte la vida? No lo sé —más bien diría que no—, el caso es, como te dije aquella vez, que da igual, no quiero esperar una eternidad para que se te componga la vida y es por esto, por la no-espera, que la despedida surgió sin más ni más.


Escucha bien, esto es crucial: ya no importa. Es un recuerdo más, una mano que se aleja, un abandono, un brinco de la vida desembocando hacia la nada. Pero, ya te he dicho: no importa, ni la despedida que no se dio como tenía que ser, ni la memoria que te irá guardando menos, ni la verdad, ¿para qué la verdad? ni tú ni yo, —que ya no somos tal de cualquier modo—, ni las tardes de compañía, ni el tiempo que ha de pasar.


Sea esta mi última palabra, esta nuestra señal de partida; acuérdate de esto: no importa.




Music on: We are all made of stars
Quote: "Cúbreme, amor, el cielo de la boca..." Rafael Alberti
Reading: Casi nunca - Daniel Sada

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