jueves, 27 de enero de 2011

Rosa pálido para un recuerdo



Hacemos esto y lo otro, atesoramos instantes, recuerdos, eventos que entonces nos parecen cruciales. Pero de pronto, sin darnos cuenta, el tiempo nos sobrepasa, nos encontramos en un borde intangible que todo lo cambia, y sin más nos convertimos en fantasmas. Seres que de la mano se tomaban se convierten en dos extraños que si se piensan lo hacen bajo un halo extraño de irrealidad, una imagen no compartida que se desvanece poco a poco hasta morir.


De cualquier modo, la vida se gasta en cosas inútiles; yo me pregunto, por ejemplo, si al envejecer tendré suficiente espacio en la cabeza para guardar los recuerdos de esta vida, de este momento en el que todavía puedo decir que soy joven. A veces un simple recuerdo pesa como tabiques de cemento colocados a la perfección, casi adherido a la cabeza que lucha por mantener un equilibro. El mañana se torna tan inexacto pero tan cercano, el ayer es una sombra larga, un espectro y a la vez una determinación para seguir guardando más vida.


Los recuerdos no deberían durar más de tres o cuatro días, escribió Fadanelli. Y tenía su parte de razón, porque nos hunden si duran más, al final todo es lo mismo, una maraña sin remedio de acumulaciones y sueños que se pierden irremediablemente en una nada que lo absorbe todo indiscriminadamente.


Hoy me acuerdo de todo aquello que cambió radicalmente, de cuando alguien me habló, no hace muchos años, de eso que podíamos llamar el “soundtrack de nuestra vida”, esa tarde en que lo dijo, nos hallábamos perdiendo el camino en el metro de la línea azul cuando olvidamos bajarnos en la estación que nos correspondía, ese mismo día que empezamos (¿empecé?) a construir algo que a la larga se convirtió en engaño y una serie de instantes que no salieron bien.


El mañana es una promesa que se tiene que cumplir, nos seguimos ofrendando a esa promesa futura que llega con la sorpresa de un relámpago, porque siempre tenemos que encontrar algo a lo cual asirnos, para no flaquear tan pronto. Nos anclamos a un recuerdo, lo fabricamos una y otra vez, le agregamos cosas, detalles, momentos, lo partimos para que sea más largo, hacemos otra historia posible e imaginamos todos los escenarios que se nos ocurren, con un simple hecho que se está perdiendo en las mil capas de nuestro cerebro.


Tengo un recuerdo compartido que eventualmente dejará de serlo, si no es que ya ha sucedido ese fatídico momento. Entonces habíamos dos, tú y yo al lado de un montón de desconocidos. Yo lo recuerdo a la perfección, fue el día en que todo comenzó, desde entonces y hasta nuestro final. La pregunta es ¿tú lo recuerdas como yo lo hago? ¿sabes los detalles de ese día? ¿la Bonafina que fuiste a comprar a la mitad del ensayo, los pants que traías puestos, la ropa que usaba yo? el cajero al que te acompañé, la ruta que tomamos?


Todo se nos irá olvidando, pintando de rosa, así se ven los recuerdos que ya no se recuerdan bien, con un halo cada vez más irreal, hasta hacerse una extraña sombra de color, algo privado, que ya no puede compartirse con nadie sino con la propia nostalgia y la personalísima manera de recordar, de ver a la gente de entonces, la que hoy ya no es, en ese recuerdo particular.


Hoy miro tus fotografías y me convenzo de que el tiempo se ha desdoblado con fuerza sobre nosotros, ya no somos los mismos, estoy perdiendo ese instante, a cada segundo olvido un detalle, un segundo de aquel día, una sílaba de la conversación, temo olvidarlo por completo pero veo inminente tal desenlace. Entonces ¿cuál es el escenario del mañana? ¿Olvidaré? ¿Tendré algún alivio o alguna depresión sistemática al saber de cierto que tú ya lo has hecho?


Music on: The immortals - Kings of leon
Quote: "Olvidar es nacer" Francisco Hernández
Reading: ¿Te veré en el desayuno? - Guillermo Fadanelli

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La estructura, la estética, genial!!!

Anónimo dijo...

Parece que es a donde los recuerdos están condenados: al olvido... paradójicamente. Pero no todos, sabiamente, sólo guardamos aquellos que realmente son relevantes y trascendentes en nuestra vida. Aquellos que sólo permanecen un día, un mes, un año... ésos sólo ocupan un lugar más y seguramente pronto serán reemplazados. Sólo queda sentarnos, con reloj en mano, y esperar...

Anónimo dijo...

Ah, por cierto, hermosa melodía la de Sigur Ros... ¿sabes? justo en este momento me pregunto si mi recuerdo aún vive en la memoria de aquél con el que tantas historias construí en mi realidad inventada; quisiera que la respuesta sea afirmativa, porque entonces, sabré que sigo viva.

Anónimo dijo...

Muy bello, la verdad.

Anónimo dijo...

En este momemto es la misma pregunta que me hago yo...¿tú lo recuerdas como yo lo hago?