viernes, 30 de abril de 2010

Telaraña de Mauricio Molina


“La realidad es una enfermedad que sólo se cura con el sueño” dice el fantasmagórico protagonista de “Planta de sombra”. Y esta sentencia bien puede englobar el ambiente siniestro, oscuro y asfixiante que acompaña cada uno de los cuentos contenidos en Telaraña de Mauricio Molina.

Uno por uno va abriendo puertas hacia realidades alternas perfectamente trazadas a las que no se les escapa la verosimilitud. Viajes en el tiempo, desdoblamientos de personalidades, rituales y fantasmas antiguos, encuentros eróticos espeluznantes son algunas de las características que podemos encontrar en los relatos.

“Déjà vu”, el cuento que abre el libro, es un relato que contiene la eterna paradoja del viaje en el tiempo. Plantea la premisa de que en el futuro existe la posibilidad de enviar un emisario al pasado para que éste realice algún cambio imperceptible pero fundamental en su yo a ser. Molina agrega algo novedoso al asunto, es decir que tanto el pasado como el futuro están sujetos a la adivinación y que nada está escrito, además de que el emisario del tiempo no es un ente físico propiamente dicho sino un simple recuerdo de alguien que en algún lugar está rememorando ese encuentro, lo cual hace crecer la ya conocida tesis del viaje en el tiempo.

“La bruja y el alquimista”, por otra parte, presenta personajes totalmente reales, con un halo de desesperada sobrenaturalidad. Un asesinato hará posible que el cuerpo comatoso de una mujer renazca y que a través de una relación rito-sexual rodeada de voyeuristas misteriosos el alma de un hombre se traspase, siniestramente, a la de un recién nacido.

De más es sabido que es riesgoso incursionar en temas ancestrales trabajados un sinnúmero de veces sin perder la credibilidad del lector. Tan sencillo como que bien pudiera pensarse que en pleno siglo XXI, las historias de vampiros nos resultarían absurdas. Afortunadamente, “La máscara del dios vampiro” disipa las dudas al respecto. Este cuento, uno de los más fuertes en cuanto a estructura y contenido, viene a poner en duda la tesis de que ya no se puede hablar de la inmortalidad de los hombres con seriedad. Al contrario, el tema se torna profundamente humano y revela el simple deseo de obtener un lapso más largo de vida, de la mano de aquel que se ha convertido en inmortal.

Si bien lo sobrenatural es en gran medida el eje de los cuentos, existen otros en los que sólo habita lo perturbador: “Cuarteto” recuerda la historia de los que parecieran un par de turistas europeos en periodo vacacional por las playas de México y que poco a poco se revelan como el resultado de una parte truculenta de la historia de la cual nadie habla y acaso pocos conocen.

En resumen, uno a uno se podría describir la trama de cada relato enfatizando en que las obsesiones del autor regresan y se reinventan: Borunda encarna la inmortalidad y la posibilidad del desdoblamiento, la Bitácora póstuma de Daniel Macías enfatiza asimismo en ese doble que lo acecha al otro lado de la puerta y que eventualmente habrá de reclamar su vida. “Planta de sombra” retorna al ritual y a los fenómenos sobrenaturales e inexplicables que se suceden del otro lado del espejo. Sin embargo, la recurrencia a ciertos temas no implica que éstos dejen de ser contados de manera original y verosímil, lo cual, además de su buena prosa, es uno de los mayores aciertos del autor.


Molina está dando la vuelta a paradigmas ancestrales llenándolos de nuevas fases y ubicándolos en un presente cercano y tangible: en el corazón de Coyoacán, en una cantina del centro histórico, en un México que todavía puede sorprendernos con sus misterios. Al mismo tiempo esculpe personajes similares a nosotros, obsesos a ratos, oscuros y humanos que nos recuerdan que, como dice Hassan Sabah: “Nada es verdad, todo es posible”.

Music on: Beside - Jon & Vangelis
Quote: "Difícil saber de ti, incluso cuando estabas aquí" Ivan Thays
Reading: Sobre héroes y tumbas - Ernesto Sabato