"La literatura es uno de los más tristes caminos que llevan a todas partes" André Breton
miércoles, 11 de noviembre de 2015
Domesticar la muerte
El día se ha vuelto ceniza
y lloran cuerpos desgastados de la tierra hecha añicos.
Las manos sangran de vacío,
el tiempo sufre sus propios pasos.
He palpado mi propia vida en la herida abierta.
¿De qué manera aguanto el espesor del mundo?
¿Cómo no me exilio hacia mi propia muerte
y dejo de regar lamentos a esta tierra ajena, inasequible?
El futuro se desliza, tímido,
entre las fauces de la nada.
He cosido mis propios lamentos en el árbol más grande,
sus hojas, lentamente, florecen.
He dejado a la deriva tus recuerdos,
han vuelto con las plumas de algunos pájaros sobrevivientes,
bañados en una luz que ciega los ojos.
¿Cómo pacto con la muerte para dejar de nombrarte?
¿Cómo hago que tu memoria no alumbre sólo mi desastre?
Destruir el sol no será suficiente.
Hemos conocido un fuego que ya no abrasa,
nos hemos quedado en pausa con las manos abiertas,
y la mirada atenta a la maquinaria del caos.
No supimos de adiós a tiempo.
Ni las larvas del olvido saben de fallecimiento.
Crecen.
Brillan a través de un halo de sangre disecada.
Domestican la muerte.
Music on: All your sisters - Mazzy Star
Quote: "I would prefer not to" - Herman Melville
Reading: Memorias de Adriano - Marguerite Yourcenar
lunes, 19 de octubre de 2015
Adversario en el Cuadrilátero
Últimamente me batean muy seguido en todo lo que a literatura se refiere. La historia con el Fonca es ya muy sonada, años intentando y nada... En los últimos meses he mandado textos a diversos lados, sin que nada pegara, pero entre tantos envíos, uno de ellos pegó. De modo que me seleccionaron para participar en la eliminatoria del Torneo de Poesía Adversario en el Cuadrilátero 2015 y ayer leí, con mucho entusiasmo y, lejos de toda expectativa personal, con muchos aplausos del público y calificaciones altísimas del jurado. Aquí el cartel del evento:
Siempre me he considerado una persona de bajo perfil. Creo que desde niña he sido así, es decir, me gusta un poco el escándalo y hacer cosas nuevas siempre, pero no me encanta ser el centro de atención; en realidad me siento mucho más cómoda cuando paso medio desapercibida. Pero el caso es que ayer pasó todo lo contrario. Necesitaría del testimonio de otras personas para ser más objetiva, quizá, pero el caso es que me sentí como otra persona que no era yo misma; era toda yo y el poema, toda la pasión concentrada en segundos... Y eso que lo único que hice fue leer.
De acuerdo con las reglas, había que leer tres poemas, pero imagino que por lo largo que se estaba haciendo el evento y por la cantidad de poetas inscritos, al final sólo fue necesario leer un poema (o quizá entendí mal las reglas desde el principio, me suele pasar). Yo no estaba segura de cuál leer, tengo tantos y entre esos tantos hay muchos que me gustan mucho... Finalmente elegí un poema de Quién vive, el cual tiene su historia personal, por supuesto, pero sobre todo, su rabia personal.
El poema es el siguiente (y perdón por la fea foto, pero me pareció mostrarlo en la manera en que se ve, tan lindo él, publicado):
El Quién vive lo escribí hace ya varios años. Este poema, calculo, lo escribí por ahí del 2009 o 2010. Recuerdo que entonces estaba, como solía estar, enamorada de la persona equivocada, era un chico que jamás me hizo nada malo, sólo no se interesó en mí. Y como yo siempre he sido muy intensa escribí ese poema... Ahora que si lo pienso no es un poema de desamor, o mejor dicho, no es sólo un poema de desamor sino de desencanto global. Y de furia, de reto, de desazón generalizada y de un grito. Creo que cuando leí lo grité un poco, como una sentencia, como una rebeldía y un deseo de escapar, sin poder hacerlo.
La siguiente etapa del torneo será el 31 de octubre en el Centro Cultural José Martí, a partir de las 13:00 horas; acabo de ver los puntajes y resultó que tuve el más alto de todos. Eso significa que para lo que sigue debo concentrarme en poemas muy fuertes, así, como gritones y apasionados. A ver qué tal.
Y por cierto, retomando algo del poema ganador, la idea de estar iluminando nuestros pasos con luces de estrellas muertas me parece muy acertada, creo que así somos: nos creemos muy grandes cuando, en realidad, pasa seguido que nos llegue la luz de una estrella que dejó de existir hace muchísimos años. Vaya, me parece una excelente metáfora de la vida.
Music on: Wonderwall - Oasis
Quote: "No podía morir porque aguardaba". Rosario Castellanos
Reading: Memorias de Adriano - Marguerite Yourcenar
Siempre me he considerado una persona de bajo perfil. Creo que desde niña he sido así, es decir, me gusta un poco el escándalo y hacer cosas nuevas siempre, pero no me encanta ser el centro de atención; en realidad me siento mucho más cómoda cuando paso medio desapercibida. Pero el caso es que ayer pasó todo lo contrario. Necesitaría del testimonio de otras personas para ser más objetiva, quizá, pero el caso es que me sentí como otra persona que no era yo misma; era toda yo y el poema, toda la pasión concentrada en segundos... Y eso que lo único que hice fue leer.
De acuerdo con las reglas, había que leer tres poemas, pero imagino que por lo largo que se estaba haciendo el evento y por la cantidad de poetas inscritos, al final sólo fue necesario leer un poema (o quizá entendí mal las reglas desde el principio, me suele pasar). Yo no estaba segura de cuál leer, tengo tantos y entre esos tantos hay muchos que me gustan mucho... Finalmente elegí un poema de Quién vive, el cual tiene su historia personal, por supuesto, pero sobre todo, su rabia personal.
El poema es el siguiente (y perdón por la fea foto, pero me pareció mostrarlo en la manera en que se ve, tan lindo él, publicado):
El Quién vive lo escribí hace ya varios años. Este poema, calculo, lo escribí por ahí del 2009 o 2010. Recuerdo que entonces estaba, como solía estar, enamorada de la persona equivocada, era un chico que jamás me hizo nada malo, sólo no se interesó en mí. Y como yo siempre he sido muy intensa escribí ese poema... Ahora que si lo pienso no es un poema de desamor, o mejor dicho, no es sólo un poema de desamor sino de desencanto global. Y de furia, de reto, de desazón generalizada y de un grito. Creo que cuando leí lo grité un poco, como una sentencia, como una rebeldía y un deseo de escapar, sin poder hacerlo.
La siguiente etapa del torneo será el 31 de octubre en el Centro Cultural José Martí, a partir de las 13:00 horas; acabo de ver los puntajes y resultó que tuve el más alto de todos. Eso significa que para lo que sigue debo concentrarme en poemas muy fuertes, así, como gritones y apasionados. A ver qué tal.
Y por cierto, retomando algo del poema ganador, la idea de estar iluminando nuestros pasos con luces de estrellas muertas me parece muy acertada, creo que así somos: nos creemos muy grandes cuando, en realidad, pasa seguido que nos llegue la luz de una estrella que dejó de existir hace muchísimos años. Vaya, me parece una excelente metáfora de la vida.
Music on: Wonderwall - Oasis
Quote: "No podía morir porque aguardaba". Rosario Castellanos
Reading: Memorias de Adriano - Marguerite Yourcenar
jueves, 3 de septiembre de 2015
La duda
La duda, siempre. Aún no entiendo qué fue lo que estuvo mal, ni cómo podría haberlo salvado, reconstruido. Esta soy yo creyendo que puedo empezar otra vez. Mas existieron los límites, existió ese instante en que la sensatez me obligó a retirarme de la batalla, ya con demasiadas heridas pero con deseos de seguir viviendo aunque tuviera que ser en otra parte, lejos de ese reino precioso lleno de éxtasis igual que de venenos. Nada que haga es suficiente, pero lo olvido. El amor, sobre todo, no es suficiente, pero lo descreo. Esperé el tiempo exacto para ir a encontrarlo, a recuperarlo. Esta soy yo intentando de nueva cuenta. Lo miré a los ojos y hasta entonces lo supe. Su mirada no coincidía con la mía, nunca lo hizo. Apenas le importó mi presencia, no detuvo su andar, permaneció, indiferente. Me marché otra vez. La duda germinaba, supe que tendría que aprender a vivir con ella. Esta soy yo diciendo adiós. No fue necesario contarle nada. La derrota es muda.
Music on: My chemical romance - I don't love you
Quote: "El hombre desea aproximarse a la meta, pero cuando llega, no se siente satisfecho". Fiódor Dostoievski
Reading: Conjunto vacío - Verónica Gerber
martes, 1 de septiembre de 2015
El amor es hambre: es el sentimiento más voraz
Ana Clavel nació
en la ciudad de México en 1961. Es escritora; maestra en letras
latinoamericanas por la UNAM y autora de los libros de cuentos: Fuera
de escena (1984), Amorosos de atar (1992), Paraísos
trémulos (2002), y del volumen de cuentos reunidos Amor y
otros suicidios (2012), Premio Nacional de Cuento “Gilberto Owen”
1991; además de varias novelas como Los
deseos y su sombra (2000) y Cuerpo
náufrago (2005).
Con El amor es
hambre, su última novela, Ana Clavel se sumerge en los terrenos del placer
y la tentación, de aquello que estimula el deseo y que se halla en cosas no tan
convencionales; así como de los posibles orígenes de esa búsqueda de lo
prohibido y la más primitiva tentación de que es objeto todo ser humano. Escribe,
por ejemplo: “Lo prohibido tiene dedos, tacto. Por eso nos ‘tienta’. ¿No es
tentar, la tentación, una metáfora en sí misma y perfecta?”. Y es que el deseo
muchas veces no queda satisfecho y se requiere explorar otras formas, andar
otros caminos.
Ana Clavel ha trabajado el tema del deseo en otras
novelas igualmente logradas; baste mencionar El dibujante de sombras (2009) y Las violetas son flores del deseo (2007), con la que obtuvo el
Premio de Novela Corta Juan Rulfo 2005 de Radio Francia Internacional. En El amor es hambre regresa a explorar
algunos de los tópicos que ya caracteriza su literatura: la búsqueda, el
cuestionamiento del yo, el placer. En esta novela vuelve a tomar el tema de las
flores como esa especie que generalmente se ve a la distancia pero cuya
sensualidad es muy parecida a la nuestra y se atreve a jugar con sus texturas,
otorgando al lector nuevas perspectivas sensibles de la naturaleza.
La protagonista del libro se llama Artemisa; la novela
cuenta su historia a la par de su curiosidad por las texturas y las
sensaciones. Ella, desde muy niña, tuvo conciencia de sí misma como un ser de
búsqueda constante, de experimentación y sobre todo de placer. Aunque muy
pequeña queda huérfana, nunca olvida esas primeras experiencias del deseo al
lado de sus padres, cuando los observó hacer el amor, y ellos, en lugar de
refugiarse en el pudor e impedirle el espectáculo, la integraron al acto.
Con el paso del tiempo, la niña sigue adelante con su
exploración; encuentra en el regazo de su tutor una ventana más para el placer
y descubre un deseo callado, pero mutuo, que se gesta con fuerza en ambos, sin
importar la brecha generacional.
Cabe mencionar que Ana Clavel sostiene su creación
literaria con una fuerte investigación sobre los temas que maneja, lo cual
sobresale en diferentes partes de la narrativa. En El amor es hambre menciona la historia de caperucita roja en una
suerte de intertextualidad que lleva a pensar en el posible paralelismo entre
Artemisa y caperucita. La autora retoma una de las concepciones más antiguas de
este cuento, ubicado en la época de Luis XIV, en donde el lobo invita a la niña
a consumir la carne y sangre de la abuela destazada. Esta versión pertenecía a
un grupo de relatos que buscaban sembrar miedo en los niños para prevenir el
trato con desconocidos. En la novela de Clavel, se subvierte sutilmente esta
escena, pues Artemisa, sin llegar al canibalismo estricto y declarado, es una
persona que busca constantemente maneras de experimentar con la carne.
Consecuencia de estas inquietudes, abre un restaurante
llamado Corazón de lobo en el que da
rienda a esta búsqueda a través de la comida. Lo culinario se mezcla de nueva
cuenta con el deseo y con el placer. El corazón se convierte en un símbolo que
sostiene buena parte de la trama, en tanto que es, por un lado, el centro vital
que rige al cuerpo, indispensable para la supervivencia, y, por otro, un
platillo poco común e incluso codiciado por su exoticidad.
Artemisa nos enseña también que el amor no es
necesariamente tierno, sino que contiene un lado salvaje que busca, y que
requiere, sobre todo, la saciedad. El amor es, literalmente, hambre: amar es
devorar. Así lo escribió Rosario Castellanos: “Desconfía del que ama: tiene hambre,
no quiere más que devorar”. Y Artemisa, plenamente consciente de que uno de los
primeros conocimientos que tiene el ser humano es el del hambre, el primer
instinto que busca saciarse y satisfacerse, ve en el amor una suerte de
necesidad que debe llegar a la satisfacción.
El libro lleva al lector través de diversas sensaciones,
con un hambre voraz dispuesta a probar las múltiples posibilidades que ofrece
la naturaleza misma; desde la comida como la conocemos convencionalmente, hasta
algunos platillos que trasgreden las convenciones; desde el amor como entrega
hasta el deseo exacerbado de búsqueda y placer, como saciedad de hambre.
Music on: Outsiders - Franz Ferdinand
Quote: "La ausencia era eso. Un lugar que uno conoce y recuerda de memoria, como si fuera una foto, donde uno falta". Ricardo Piglia
Reading: Las ciudades invisibles - Italo Calvino
miércoles, 19 de agosto de 2015
La vida como un mandala
Llevo meses dándole vuelta al asunto de la renuncia y la perseverancia. Miento, llevo más que meses, años, verdaderos años pensando en si las decisiones tomadas fueron las correctas, renunciando, o si en su lugar debí haber seguido adelante, explotando las posibilidades hasta que de plano ya no se pudiera más, ¿hubiera podido saber cuándo no se podía ya más?
Sé que renunciar es sano. La gente lo dice, incluso. Si estás en una relación dañina con alguien, te enseñan que debes irte y soltar. Si sufres, te aconsejan que te alejes. Pero ¿no se han puesto a pensar que quizá el sufrimiento es un medio y no un fin? Yo sufro por prácticamente todo, tanto por la renuncia como por la perseverancia, por todo. Y sobre todo porque nunca sé el momento ideal en que debo seguir o dejar de intentar. No sé si ciertas cosas valen la pena a pesar del sufrimiento, no sé si ese sufrimiento servirá o si es mejor alejarse por completo. Sufrí en mi tesis, ¿lo correcto hubiera sido dejar de sufrir y no hacerla? Creo que no es tan sencillo. Como sea no termino conforme, si renuncio me la vivo pensando que no debí renunciar; si continúo, no dejo de imaginar el dejarlo.
Los monjes tibetanos hacen mandalas con granos de arena de color, los delinean y forman con todo detalle y precisión. Su labor es ardua, la hacen con esmero, con minuciosidad. Una vez que los terminan proceden a deshacerlos, así, en toda su perfección. Esto nos enseña que todos los esfuerzos son vanos, que los logros son efímeros y sobre todo, que hay que aprender a vivir con ello, porque la vida es así.
Suelo predicar que lo mejor en la existencia es no tener arrepentimientos; pero eso es una falacia enorme. Hay ciertos eventos en mi vida -y en la de todos, seguramente- que son cruciales para marcar direcciones y acontecimientos futuros en el recorrido vital de todo mundo. Y esos eventos son tan significativos que prácticamente aseguran el que le sigue de la forma en que le sigue. Yo suelo pensar en la posibilidad de cambiar esa pequeña decisión, que en ese momento fue insignificante pero hizo que mi vida se dirigiera hacia un rumbo muy concreto.
Estoy segura de que si no hubiera dejado de bailar a los 12 años no me hubiera convertido en una adolescente obesa (y una adulta obesa, como lo soy ahora). Estoy segura de que si no hubiera ido a estudiar a Guanajuato mi vida ahora sería muy distinta, por un montón de razones. Pero uno decide así como se van presentando las cosas, y uno no debería tener tanto conflicto al respecto. Debería pensar todas mis decisiones como monje tibetano y dejar de clavarme tanto. Pero me resulta imposible.
Tengo arrepentimientos. Vivo pensando en la posibilidad alterna. Qué sería ahora de mí si en lugar de salir chillando del gimnasio hace cinco años, para nunca regresar, hubiera continuado, qué tal si en lugar de correr dos semanas en el parque de Santiago, lo hubiera hecho por cinco meses, cómo sería mi vida si hubiera entrado al Colmex a hacer un doctorado, cómo saber si hubiera sido más o menos miserable de lo que fui en la maestría. Creo que hay decisiones que pesan más que otras, y quizá la gente normal no piensa tanto en la alternativa, pero yo suelo hacerlo frecuentemente.
La vida entera es de disyuntivas, lo sé. No hay planes perfectos, ¿existen las decisiones correctas, acaso? Si no me preocupara tanto, podría obviar muchas disyuntivas o elegir algo así sin tanto drama; se me complica. Las decisiones son importantes. Y en muchos casos ni siquiera las tiene que hacer uno, sino que las circunstancias se encargan de ello. Hace muchos años me dijeron esto, que me parece muy sabio: "Elegir algo es renunciar a lo demás". Días después esa persona no me eligió a mí para ser su compañera de vida, me renunció con la mano en la cintura, diciendo "no eres tú, soy yo"; ese tipo de decisiones marcan nuestras vidas, lo que él eligió marcó la mía, en ese momento no tuve siquiera la oportunidad de renunciar a las cosas, él dejó que las cosas me renunciaran primero. Y aunque lo sé y lo entiendo perfecto, no dejo de pensar en la alternativa, cómo sería yo ahora, si él me hubiera elegido a mí.
También está el tema de elegir algo para lo que no sirves... pero esa ya es harina de otro costal. Suficiente tengo por el momento con el drama de elegir; por ejemplo, he elegido que quiero ser escritora, pero el plan no me ha salido como lo diseñé en mi cabeza (así pasa siempre, supongo, pero me azoto). Eso y cómo saber en qué momento cambiar de decisión, elegir otra cosa para dejar de esperar frutos de plantas estériles. No dejo de pensar en qué tal que debí renunciar a esto y a persistir en esto otro, ¿estaría mejor? Y nunca saberlo.
Insisto, conviene pensar la vida como algo tan intrascendente que elegir una u otra cosa no sea punto de conflicto, entender que cualquier lado de la moneda es igual de efímero. ¿Por qué me cuesta entender eso? Algunas cosas me hacen una gran claudicadora y otras una necia ejemplar, cómo voy a saber si estoy tomando la actitud correcta ante las cosas correctas, ¿existen las cosas correctas? Es mejor pensar la vida como un mandala que uno hace y que uno mismo debe destruir. Y acostumbrarse a que así es el asunto.
En fin, por el momento sólo debo decidir si seguir yendo a la terrible clase de acondicionamiento físico o no sé qué diablos, que me hace sufrir y chillar a la mitad, viendo cómo al profesor le importa un carajo, y perseverar en espera de un bien mayor; o bien, renunciar, renunciar como renuncio a cosas que quizá son importantes. No sé.
Music on: Matisyahu - For you
Quote: "Desconfía del que ama: tiene hambre, no quiere más que devorar". Rosario Castellanos
Reading: El amor es hambre - Ana Clavel
miércoles, 15 de julio de 2015
Los muertos
Tengo una atracción especial con la muerte, estoy segura de
que pienso a los muertos de una manera distinta de los demás. Me acuerdo
perfecto de las personas que quise y que ahora ya no existen, como todos; pero
creo que mi relación con ellos es un poco distinta.
Esta mañana revisé los recuerdos que, amablemente, Facebook ha
diseñado para que los usuarios revisen exactamente qué publicaron o les
publicaron hace un año o dos, o tres. No siempre lo reviso (ya tengo Timehop
para eso, pienso, aunque Timehop no permite ver lo que otros han puesto en la
biografía propia, sino sólo lo que uno ha puesto), entonces lo revisé y
apareció una publicación de un muerto. Sí, cuando estaba vivo. De inmediato
entré a la página de ese muerto y resulta que no sólo seguía activa, sino que estaba
llena de publicaciones de gente que le escribe como si el muerto pudiera leer
todo eso, publicaciones recientes.
Desde hace años me he preguntado qué pasa con las cuentas de
Facebook de los muertos. Es evidente que quedan abiertas, por ahí leí en algún
lugar que existe una suerte de cláusula en la cual los amigos o familiares
pueden dar la notificación a la administración de Facebook (tipo como si se
tratara de avisar por spam) y que se puede hacer algo. Pero sé de muertos que
siguen con su cuenta activa. Y sé de gente que sigue escribiendo mensajes en el
muro de esas cuentas activas y esa acción me resulta verdaderamente
escalofriante, además de incomprensible.
Entiendo que hay gente que quiere seguir hablando con sus
muertos. Sé que de vez en cuando los vivos van a las tumbas y hablan, no sé por
qué, supongo que los hace sentir mejor, menos lejos, menos arrepentidos. Yo
nunca he hablado con mis muertos. Los lamento, me duelen, me enoja que estén
muertos, incluso, pero no les hablo. De vez en cuanto suceden cosas y me digo
que hubiera sido bonito que tal o cual muerto estuviera vivo para verlo, para
compartirlo, pero jamás he tratado de entablar un diálogo, tampoco he rezado,
desde hace muchos años no pido nada a dios, porque sé que estoy más tranquila
pensando que no existe y que las cosas las tengo que hacer bien yo, por mí,
sola, no por ayuda divina que le reste valor a mis logros.
Siempre he pensado que la gente que habla con sus muertos es
gente muy sola, gente a la que le hizo falta completar algo, o
bien, que cree en mundos más allá de la muerte y en una presencia postmortem que pueda
ayudar de alguna forma. Y creo que la gente que escribe en Facebook a los
muertos está peor porque hace pública su inutilidad y sus carencias.
También he pensado si acaso la muerte no ha significado
suficiente para mí, yo, que soy tan nostálgica y tan atada a las cosas y a las
personas que se van. ¿Debería sentirme miserable cada que recuerdo a aquellos
que se fueron? Sí entristezco, pero no busco contento en hablarles. Recuerdo a
los muertos con nostalgia, y creo que es normal desear que no se hayan ido,
pero no hago nada por mantenerlos aquí, tampoco espero encontrarlos en una vida
después de esta vida, yo no creo en eso. Si acaso me enojo cuando la gente dice
que “dios se los llevó porque era su voluntad” o que “son misteriosas las
maneras de obrar de la divinidad”. La muerte es algo que todos desconocemos. Lo que
pasa después de ella está vedado, ignorado. Lo único que hay son pataditas de
ahogado que la gente da para sentirse menos sola. Creo que escribir en el muro
de un muerto es, precisamente, una patada de ahogado que, por ser pública,
apela a mayor solemnidad, pero no la
logra.
¿Qué sentirán esos que siguen buscando la comunicación? ¿Qué
sentirán esos que buscan la respuesta por Facebook, escribiendo a alguien que saben que no contestará? Son personas con una evidente
incapacidad de cortar, con una esperanza vana. ¿O hay algo más en eso? ¿Hay
alguna magia que no puedo aprender? Yo sólo consigo ver un deseo de alumbrar
cenizas, de justificarse absurdamente. Ellos no escuchan, ¿para qué habría que
hablarles, escribirles?
Los muertos están lejos, quién sabe dónde, y no nos
escuchan. Supongo que a cada persona le funciona algo específico. A mí no me
funciona hablarles, no pierdo mi tiempo. Puedo hablar mucho de ellos pero no
con ellos. Me parece mejor dejarlos a un lado, cortar. Y mientras, seguir viviendo,
sabiendo que la vida sigue sin ellos.
Quote: "Cada hombre lleva su propio desierto civilizado, la isla de sí mismo en la que ha naufragado." Henry Miller
Reading: Hombres sin mujeres - Haruki Murakami
viernes, 26 de junio de 2015
Santiago, tres años después
Hace tres años llegué a Santiago de Chile, en la misión de
completar la maestría mediante un intercambio académico. Muchas cosas buenas
salieron de ese viaje. Hoy, en perspectiva, la situación se ve distinta; no
menos buena, por supuesto, pero sí distinta.
Estando allá llegué a pensar que debería hacer una suerte de
diario de viaje, pero, por la misma emoción del viaje, me dediqué a descubrir y
disfrutar y poco a escribir. Caminé como nunca antes lo había hecho, recorrí buena parte de Santiago
a pie y conocí sus bellos alrededores en la medida en que me fue posible.
Los viajes siempre te cambian, te hacen ver cosas en las que, en tu
lugar de origen, quizá no reparas. En un viaje hay un constante descubrimiento, tienes
la sensación de estar en tal o cual lugar y la angustia de no poderlo abarcar
en su totalidad; avanzas y crees que has dejado algo importantísimo detrás,
quieres regresar y, al regreso, descubres cosas distintas. Conoces gente,
escuchas su manera de pensar, eres diferente.
Al regresar, me quedé con la sensación de haber vivido en
pocos meses lo que no había vivido en años. Y todo gracias al hermoso pretexto
de la vida académica. Al final, la experiencia más satisfactoria que me dejó el
estudio de la maestría, fue la posibilidad de viajar auspiciada con la beca del
Conacyt. Como siempre he pensado que para lo que sirvo es para estudiar, a
pesar de los baches y la depresión, hice lo que tenía que hacer para terminar
la maestría, mal, sin honores, después de semanas de estar hundida en una
auténtica depresión, finalmente lo hice bien.
Y sé que si en el futuro me embarco a hacer un doctorado,
será por las razones equivocadas, tal y como lo hice cuando me embarqué a
iniciar la maestría. Me refiero a que puedo asegurar que un doctorado es, para
mí, una vía de escape de la rutina que me tiene atrapada en la actualidad, en
mi encierro de 10 a 11 horas en una oficina. Pero quisiera poder repetir la aventura
de otra experiencia de viaje, por todo lo que implicó, pues hasta la literatura
se lee distinta estando en otro lugar, mirando otro cielo, sintiendo otro sol.
No es tan grave, pues. También he aprendido que hacer las
cosas, aunque sea por las razones equivocadas, representa un gran crecimiento
personal, en muchos sentidos. Sé que uno puede cometer un error y luego
enmendarlo para no cometerlo de nuevo, pero la vida nos llena de posibilidades
infinitas para cometer un error distinto a cada paso que damos. Y no por tener
esa certeza debemos dejar de hacer las cosas, mucho menos quedarnos en el
encierro ni tratar nuevas posibilidades.
Santiago me dejó experiencias que valieron mucho la
pena. Los paisajes, la gente, las largas caminatas a través de sus calles con
parques. En Santiago supe que tenía que aprender a andar en una bicicleta, pues
ahí fue donde vi cómo la gente era muy feliz en las calles llegando a todos
lados en su bici. Sobre todo aprendí a estar sola, a salir de las depresiones
de mirar afuera de la ventana y encontrar el cielo gris, sola. Aprendí a leer
de otras maneras, a sentir de otras maneras. Y años después de haber iniciado
esa experiencia, sé que soy distinta gracias a ello. Hace unos días enviaron de
la universidad un cuestionario para los estudiantes que habían tenido alguna
experiencia internacional; pidieron que describiéramos, en una palabra, lo que
había significado la estancia en el extranjero. Yo puse “crecimiento”, y sé que
es totalmente insuficiente y superficial, pero no hallé otra; me
refería al crecimiento del ser, sí, pero también al crecimiento del mundo;
porque parece que el mundo se acrecienta conforme uno lo va descubriendo, el
mundo, decía Ernst Cassirer, existe porque se le nombra; yo creo que también
existe porque se le ve, porque se le conoce, el mundo crece al saberse mirado
por ojos que no lo habían visto nunca. Y a la par, uno crece con cada paso que da en terrenos desconocidos.
Music on: Settler - Balmorhea
Quote: "La dinamita contiene toda la felicidad destruible que no se encuentra en el corazón del hombre". Henry Miller
Reading: Hombres sin mujeres - Haruki Murakami
jueves, 4 de junio de 2015
Nostalgia deliberada
Tengo una serie de recuerdos reservados para momentos muy específicos. Hay gente que espera una ocasión especial para abrir un vino, igualmente especial; hay gente que cocina algo fuera de lo normal para celebrar un día. A mí me es suficiente con vagar hacia atrás en los recuerdos para rescatar ese instante ido, para deliberadamente entrar en el reino de la nostalgia. Quizá debería decir, más concretamente, que también, igual que él, lo estoy haciendo mi nostalgia deliberada.
Es muy extraño el proceso del alejamiento. Es
incomprensible. Uno cree que ha llegado al límite, que por fin ha dicho basta.
Pero tal parece que el regreso es inamovible, por paradójico que eso suene. Y
me he dado cuenta de que no estoy loca, pues no sólo me sucede a mí. Hace unos días,
por ejemplo, supe que a él también le sucede. Y no es que se trate de amor.
Parece que él le sigue dando vueltas al asunto del amor, de lo que pudo ser, de
lo que no fue, de lo que nos perdimos. Y yo sigo sin entender por qué hace eso,
cuando yo me ofrecí entera y sólo recibí su desprecio.
El caso es, en verdad, absurdo. No he hablado con él, pero
de alguna manera, seguimos hablando. Ya no quiero hacerlo. Ya no quiero, en
verdad, escribir más sobre estas nostalgias deliberadas, ya no quiero aumentar
la tentación de autodestruirme. Porque estar con él es eso, la destrucción
inminente, el dolor, las lágrimas y los insultos. No quiero andar otra vez ese
camino; sin embargo, hay un lazo que no consigo romper. Y él tampoco.
Ya no pretendo hacer de estas palabras una suerte de
declaración o un escrito con la intencionalidad de que llegue a sus oídos
(aunque sé que llegará). Pero quería, de cualquier modo, decir, pues no existe
entre los dos otra manera de acercarnos, de saber lo poco que el uno del otro
podemos saber.
He dejado de creer en segundas oportunidades, no puedo darme
esos deslices, en especial no con él. Podría pensar que sería muy complicado
apartarme de la ilusión de que, de alguna manera milagrosa, todo puede
funcionar y reconstruirse, sobre todo considerando mi tendencia a la tragedia
(¿no es eso acaso la tragedia, retar un destino ya conocido, esperando que sea
diferente?), mas he logrado sentirme bien en el equilibrio. No pienso acercarme
al desequilibrio. He entendido las despedidas, he entendido que muchas veces lo
mejor es ponerle punto final a las cosas y huir, aunque después uno quede como
un cobarde (aunque eso de la cobardía esté muy malentendido). Sólo elegí ser
feliz.
Él acaba de escribir que la vida es una serie de recuerdos
musicales (palabras más, palabras menos). Y tiene toda la razón. Este “que
tenga razón es punto de conflicto”. Cuando coincide mi pensamiento con el suyo
tiendo a pensar en la posibilidad de algo nuevo, pero sé que también existe lo
otro, lo que no vale la pena rescatar, eso que si merece unos minutos en el
pensamiento, es para reforzar la certeza de que no hay ninguna razón suficiente
para regresar ahí.
Es un engaño hermoso, pensar que podemos funcionar. El
regreso debe ser, para mi propio bien, algo menos frecuente. La escritura debe
ser, menos para esa visita nostálgica y más para el futuro, para las cosas que
apenas van a ser. Con mi escritura él sabe que lo pienso, pero también sabe que
no pretendo hacer nada por saber de él. Quiero que este ritual de escribirnos
porque sabemos que es lo único que nos mantiene, desaparezca también, poco a
poco. Él vive en mi memoria —y esto es bien triste— como algo a lo que no hay
que volver, algo que es una nostalgia deliberada, pero que ya no quiero que lo
sea; tampoco quiero que el retorno sea un gusto, quiero dejar de hacerlo.
Music on: Brenninsteinn - Sugur Rós
Quote: "Ever tried. Ever failed. No matter. Try again. Fail again. Fail better". Samuel Beckett
Reading: Una pesadilla con aire acondicionado - Henry Miller
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