viernes, 5 de agosto de 2011

La sombra

Le había dicho a la sombra que dejara de verme, le había gritado por las noches cuando se confundía con el resto del cuarto y venía a sentarse al borde de mi cama. Inútil. La sombra no regresa al armario ni se despega de mis tobillos, ni siquiera cuando duermo.


A veces me hablaba al oído, me borraba de la cabeza múltiples pero mínimos recuerdos que solía tener como vívidos y luminosos, tan reales que me hacen más pesado el sueño. La sombra estaba aquí todos los días y sus noches; no hay cómo hacer que me deje. Sospecho que tiene una misión concreta, pero la desconozco por completo. Cierto es que cuando estoy contenta su propia deformidad se torna más pequeña, menos nítida, cierto también que entre las carcajadas que en ocasiones exhalo aquélla se reduce un poco, casi a la mitad.


Pero no desaparece del todo.


Anoche se metió en mi cama sin que me diera cuenta; heló mi cuerpo con su simple presencia. Nunca guardó silencio. Su voz líquida y oscura se escabullía no sólo por mis oídos sino por toda mi piel, hasta los huesos. Repetía una letanía crónica, en la que envolvía una profecía que me negaba para siempre una parte de lo que yo era.


En sus palabras describía uno de los sueños más hermosos que he tenido, uno de esos únicos paisajes oníricos perfectos y compartidos. La sombra me despertó y al despertarme logró que olvidara por completo el sueño. Tuve miedo. He tenido que olvidar tantas cosas que no quiero ni pensar en todo eso que ya perdí quien sabe hace cuanto tiempo.


Olvidé un sentimiento, más que eso, un momento y múltiples instantes que conservaban la experiencia y la verdad. Recuerdo muy vagamente un nombre, ya ni siquiera un cuerpo. La sombra se regodeaba al admirar el vacío de mis pensamientos.


He perdido la capacidad de gritarle a la sombra, de repudiarla. Siento, sin embargo, la tranquilidad de aquéllos que aman sin necesidad de ser amados, la ingenuidad del niño que se alegra con pequeñeces, la virtud de los desmemoriados. No sé hasta qué punto la sombra ha arrasado con los recuerdos, con cuántos se ha quedado, cuáles me querrá dejar acaso.


Duermo. La sombra se queda ya todos las noches a mi lado, en sepulcral silencio.




Music on: Can you hear the rain love - Richard Hawley
Quote: "La desdicha tiene muchas caras, la felicidad sólo una" Haruki Murakami
Reading:Las ruinas circulares - J. L. Borges

2 comentarios:

Jonathan dijo...

¿Y cuando se valla? ¿Con que se ira?

Saludos ;) buen blog

Mar dijo...

"...amar sin la necesidad de ser amados"...me llego al alma!!
gracias, bellisimo y me siento muy reflejada en muchas de tus letras.

saludos desde argentina