viernes, 6 de noviembre de 2009

6 de noviembre

Sé que es un cliché hablar de la relatividad del tiempo. También lo es regresar a la fragilidad del amor y lo inútil de la vida. Sin embargo, como bien lo señala Borges, hay temas que a veces no dejan de atormentarnos. A veces todo cambia demasiado, a veces, en cambio, las cosas siguen igual, simplemente con mínimas variaciones casi imperceptibles. Acaso las cosas no cambian, y es sólo uno el que las percibe distinto. Tampoco lo sé de cierto. Depende de las circunstancias y las situaciones particulares, quizá.


Esta fecha siempre ha sido importante para mí, aunque de manera indirecta. Hace muchos años amé a un hombre que cumplía años en este día. Hace muchos años también, he perdido huella de su existencia y es sólo mi patético recuerdo lo que lo mantiene con vida dentro de mi memoria cuando menos. Sé cuántos años cumple hoy, si es que vive, lo pienso y camino detrás del recuerdo, irremediablemente, aunque sepa que el pensarlo no lo traerá de vuelta y que mucho menos redimirá nuestro tiempo.


Entonces, cuando compartíamos la vida y el espacio, le festejé un cumpleaños. El amor no conoce límites, y pese a la situación tan particular que nos envolvía, yo me esmeré para regalarle algo y hacerle saber que lo quería; unos años después confesé que ese “querer” se había transformado en amor y que no podía hacer nada para disimularlo o para frenar el ímpetu por escuchar su voz cada día, sentir sus manos y aspirar su aroma dulce que hasta hoy sigue destrozando mi entereza y mi razón.


El cambio es una ilusión. Sigo amando, en secreto, a ese hombre de antaño, el que no habla conmigo y que seguramente se ha olvidado de mí, estoy consciente de que tal vez sólo amo la idea de él y que hoy, ese que amé ya no existe. Pero esas cosas no importan en realidad. Es más importante lo que sigo sintiendo ahora, lo que el corazón roto aún explora para reconstruirse y después, inevitablemente, volverse a romper.


Algunas cosas no cambian en lo más mínimo. Más allá de lo que haya pasado o no con él, hay cosas más fuertes e inamovibles. Mi ridícula obsesión con el amor correspondido sigue arrancándome suspiros y me ha llenado el pecho de lágrimas, siempre hacia adentro, porque mis ojos ya rara vez pueden llorar. Mi corazón se ha convertido en una clepsidra cuyas gotas inundan el alma poco a poco sin remedio. Y por supuesto. Nadie muere de desamor, es sólo el dolor tan profundo y cruel que lastima infinitamente, pero que no mata. De cualquier modo, parafraseando a Sabines: habrá de amanecer.


En ocasiones consigo dejar de pensar pero no puedo dejar de sentir. Fechas simbólicas (aunque personalísmas) como hoy me recuerdan lo irremediable de ciertas situaciones y reiteran el absurdo de la existencia. Ya lo he dicho varias veces, Camus tenía toda la razón. Sólo se trata de un sin sentido, de un castigo como el de Sísifo, de estar subiendo piedras al fin de la montaña únicamente para que al llegar a la meta, nuestra carga preciosa caiga sin más hasta abajo y nosotros, cual seres absurdos y cobardes que somos, regresemos por la piedra –o una nueva piedra, que para el caso es lo mismo-, la pongamos a nuestras espaldas y retomemos la ruta hacia arriba, otra vez, aunque el desenlace sea exactamente igual.


Entonces, como sé que todo ha de ser igual y que el tormento es el mismo, acaso con diversos matices, regreso a mis tristes fantasías de algolagnia. Lo recuerdo una y otra vez, hasta que la realidad misma me recuerda que también debo olvidar un poco, para sobrevivir y para, de cuando en cuando, llevar a la cima otras piedras que no contienen necesariamente su nombre.




Music on: No I in Threesome - Interpol
Quote: "Amar es una angustia, una pregunta, una suspensa y luminosa duda" X. Villaurrutia
Reading: Ifigenia cruel - Alfonso Reyes

4 comentarios:

Fernando Brambila O. dijo...

Yo creo que más que menos todos hemos estado en este tipo de situaciones; no solamente acordarnos de alguien que en su momento significaba mucho para nosotros y que por alguna razón u otra cambió. En general, las cosas que nos hacen sentir algo (lo que sea) muy fuertemente se nos olvidan un tiempo y a veces vuelven a la carga. Otras veces, se difuminan con los años.

Pero pienso que es importante recordarlas, sea doloroso o placentero, puesto que la memoria es la que hace la personalidad. Tal vez precisamente para eso inventamos las fechas, para anclar los recuerdos.

Anónimo dijo...

los recuerdos nos llevan por los caminos de la desesperacion para recordarnos todas esas veces en las que morimos,por todas esas veces en las que nacemos de nuevo y volvemos a morir.por caminos que nos hacen recordar las situaciones mas sublimes convertidas de un micromomento a otro en el dolor mas terrible,y asi en un ciclo que se convierte en la vida misma o en la muerte...quien sabe.saluditos madame

7 vidas como los gatos dijo...

buen blog, se piensa en la constancia del pensamiento burdo y monotono con la misma eficacia con la cual el ouroboros se desencadenaria que ver un blog tan refrescante como el tuyo es una bonita fuga, el arte sublima, el pensamiento da a luz, pero nada tan efimero y hermoso como las palabras, simplemente por ser un reflejo de nuestra fugacidad.

te sigo mujer

.:. Fenrir Branford .:. dijo...

Te odio... aaahhh maldita seas, te detesto por expresar tan magistral y malditamente bien lo pútrido del simbolismo, del tiempo, de los ciclos, del desencanto, de la agonía del sentir.... excelente, verdaderamente.... tuve que tomarte prestada una frase... demasiado buena, tanto como cruel.