martes, 13 de febrero de 2007

(...)

Nos perdemos.
Nos encontramos.

Quiero estar en tu boca imperfecta, en tus labios húmedos, en tu piel canela,
llegar al destino de tus deseos.
Existir en tí, solo en tí…

Cierras tus manos, me rechazas y el limbo que nos atrapaba nos deja ir,
pero yo regreso, no me desprendo de tu aroma dulce y me quedo aquí, aunque no me veas.

Lloras, sé que lloras, dices que el llanto de hace bien
pero lo cierto es que te duele.
Y a mí me duele más todavía tu dolor.

Mi amor, mi corazón…
siente estos pasos cansados de seguirte,
mira tus besos que me queman en la piel, tu huella me duele, tú me dueles…
Pero te amo, te amo tanto aún y siempre;
te pertenezco, irremediablemente, eternamente.

Veo mi silueta a lo lejos, se ha ido de mí,
está en tu cintura eternamente,
ya nada es mío,
mi cuerpo no es mío.

Mis palabras anidan en tu piel,
mi corazón descansa en tus zapatos,
mis venas dan vida a tu sonrisa.

Sólo soy en ti

Te busco, te encuentro,
tú no sabes que te busco, tampoco que eventualmente tú me encuentras
porque estoy ahí siempre, para siempre,
aunque no lo quieras ver ni sentir ni aceptar

La imposibilidad,
la negación de aceptarnos y amarnos,
es eso es lo que te duele: la verdad
es lo que nos duele, es todo el remolino que no entendemos y no queremos ser
pero que somos y debemos ser
siempre.

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