viernes, 8 de enero de 2016

Disciplina

Soy una persona ordinaria, no soy inteligente. Solía pensar que esas carencias se podían compensar con otras cosas, como ser disciplinada y trabajadora. Pero en estos días me he dado cuenta de que tampoco tengo aquellas cualidades de las que me jactaba. Recomienzo: soy una persona ordinaria, no soy inteligente, tampoco soy disciplinada ni trabajadora.

La disciplina, vaya, yo pensé que significaba otra cosa. El diccionario de la RAE apunta este significado: “Doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral”. Yo pensaba la disciplina como algo relacionado con la constancia y la perseverancia, no la veía como sólo el adoctrinamiento, mucho menos encaminado a cuestiones morales. Me dicen disciplina y veo a un tipo que corre todos los días, y que tiene esa, precisamente, “disciplina” para no alejarse de una costumbre establecida a punta de rigor. Ese tipo, entendería yo, es un hombre disciplinado. Pensaba también, bajo la misma percepción, que esa disciplina se extendía hacia cualquier actividad a la que se le dedica un esfuerzo específico y sobre todo una constancia.

Entonces, además de haber estado engañada sobre mí misma, estaba engañada sobre el significado de lo que yo tenía como característica de mi persona. Qué desastre. Bueno, para el caso, no la tengo, intento cosas que en un momento dejo de hacer, me aburro, me fastidio con facilidad. Caí en la cuenta de que si he logrado lo que he logrado es porque he tenido un capataz atrás de mí que me obliga a hacerlo; si no lo tuviera no lo hubiera conseguido. Pienso en la maestría, por ejemplo…, ¿cómo es que tuve éxito? Pues a punta de los azotes de mi asesora y de saber que Conacyt me había regalado una beca a cambio de mi grado académico. Si escribí mi primer libro fue porque estaba en un taller que me exigía llevar textos nuevos y hacer ejercicios y entregarlos a cambio de una calificación, lo hice muy rápido y lo hice bien, gracias a la presión. Creo que no funciono de otra manera, que si no tengo algo o alguien que esté sobre de mí, no hago las cosas. Ahora bien, si fuera inteligente vería esas cosas como estímulos y no como presiones, pero no. Y la evidencia no me es suficiente para imitar el patrón sin que haya alguien atrás de mí. Ya lo he dicho: no soy inteligente.

Es por eso que nunca termino una rutina de ejercicio, porque me molesta mucho y no hay quien me regañe; mi propia voluntad es débil y no me basta pensar en los beneficios que podría obtener a largo plazo, simplemente renuncio. Cuando me pongo a dieta, lo hago en serio porque cada semana voy con el nutriólogo y sé que si no bajé nada me va a regañar y a presionar, entonces sólo así dejo de comer; es muy triste mi patetismo, pero es real que si nadie me exige, yo, por mí misma, soy mediocre y prefiero comer, ver el Facebook todo el día, “estupidear”. Eso es fácil, es para gente ordinaria, para gente como yo.

No soy una persona grande, tampoco creo que lo que hago vale la pena; me pregunto por qué es que escribo… creo que escribir es una de las pocas cosas que hago por iniciativa, sabiendo que no hay ningún resultado específico para con el mundo ni para conmigo misma, nada remunerado, nada dirigido, sólo escribo, y ya, y esta escritura no me cuesta ningún esfuerzo. Escribo, generalmente sin presiones de ningún tipo, sólo lo hago… por necedad, a veces… por aburrimiento, otras veces, porque no aguanto guardarme lo que siento, y porque conozco el lenguaje, los puntos y las comas, o no sé, tal vez no sé la razón o si haya una razón.

Y de nada sirve, claro, porque estas palabras son irrelevantes, suelo sucumbir al hecho de que soy tan prescindible que no tengo nada importante que decir. No es cuestión de actitud ni de perspectiva, es de realidad. ¿Será que la disciplina, signifique lo que signifique, ayudaría a ser un poco más de lo que uno es? ¿Qué estímulo es necesario para la grandeza, o qué presión, para el caso de quedarnos perdidos en minucias semánticas? ¿Ayuda acaso creerse más de lo que uno es? ¿La autoestima y la confianza tienen algo que ver aquí?

Repito: yo soy una persona ordinaria, a veces me agota el simple hecho de pensar. Me estresa que el mundo espere cosas de mí, que no puedo darle o que no quiero. Repaso mis líneas de vida. Sé que mi héroe más grande es un tipo que asume un castigo con felicidad y nos enseña que la existencia del ser humano no es sino un constante fracasar que debe abrazarse con alegría. ¿Será que veo a la vida misma como un castigo? Además soy contradictoria: ensalzo la mediocridad pero me duele no ser suficiente para nada; quiero la grandeza pero no trabajo para alcanzarla porque sé que he intentado demasiado con fracasos inacabables; tengo sueños pero no la fuerza para perseguirlos. ¿Es esto una cuestión que tiene que ver con la disciplina o con la falta de ella? A veces creo que es sólo cuestión de aprender a vivir en el mundo tal cual es sin cuestionarme nada, para concluir como Pessoa, “y el universo se me reconstruye sin ideales y sin esperanzas”, quizá esa es la verdadera manera de vivir: sin exigencias, sin presiones, sin esa cosa extraña llamada disciplina que no termino de tener ni de entender. O no... y nunca lograré hacerlo. Que lo ordinario sea suficiente: eso.


Music on: Trouble - Coldplay
Quote: "He fracasado en todo. Como no me hice ningún propósito, quizá todo fuese nada". Fernando Pessoa
Reading: La señora Dalloway - Virgina Woolf

No hay comentarios.: