Ana Clavel nació
en la ciudad de México en 1961. Es escritora; maestra en letras
latinoamericanas por la UNAM y autora de los libros de cuentos: Fuera
de escena (1984), Amorosos de atar (1992), Paraísos
trémulos (2002), y del volumen de cuentos reunidos Amor y
otros suicidios (2012), Premio Nacional de Cuento “Gilberto Owen”
1991; además de varias novelas como Los
deseos y su sombra (2000) y Cuerpo
náufrago (2005).
Con El amor es
hambre, su última novela, Ana Clavel se sumerge en los terrenos del placer
y la tentación, de aquello que estimula el deseo y que se halla en cosas no tan
convencionales; así como de los posibles orígenes de esa búsqueda de lo
prohibido y la más primitiva tentación de que es objeto todo ser humano. Escribe,
por ejemplo: “Lo prohibido tiene dedos, tacto. Por eso nos ‘tienta’. ¿No es
tentar, la tentación, una metáfora en sí misma y perfecta?”. Y es que el deseo
muchas veces no queda satisfecho y se requiere explorar otras formas, andar
otros caminos.
Ana Clavel ha trabajado el tema del deseo en otras
novelas igualmente logradas; baste mencionar El dibujante de sombras (2009) y Las violetas son flores del deseo (2007), con la que obtuvo el
Premio de Novela Corta Juan Rulfo 2005 de Radio Francia Internacional. En El amor es hambre regresa a explorar
algunos de los tópicos que ya caracteriza su literatura: la búsqueda, el
cuestionamiento del yo, el placer. En esta novela vuelve a tomar el tema de las
flores como esa especie que generalmente se ve a la distancia pero cuya
sensualidad es muy parecida a la nuestra y se atreve a jugar con sus texturas,
otorgando al lector nuevas perspectivas sensibles de la naturaleza.
La protagonista del libro se llama Artemisa; la novela
cuenta su historia a la par de su curiosidad por las texturas y las
sensaciones. Ella, desde muy niña, tuvo conciencia de sí misma como un ser de
búsqueda constante, de experimentación y sobre todo de placer. Aunque muy
pequeña queda huérfana, nunca olvida esas primeras experiencias del deseo al
lado de sus padres, cuando los observó hacer el amor, y ellos, en lugar de
refugiarse en el pudor e impedirle el espectáculo, la integraron al acto.
Con el paso del tiempo, la niña sigue adelante con su
exploración; encuentra en el regazo de su tutor una ventana más para el placer
y descubre un deseo callado, pero mutuo, que se gesta con fuerza en ambos, sin
importar la brecha generacional.
Cabe mencionar que Ana Clavel sostiene su creación
literaria con una fuerte investigación sobre los temas que maneja, lo cual
sobresale en diferentes partes de la narrativa. En El amor es hambre menciona la historia de caperucita roja en una
suerte de intertextualidad que lleva a pensar en el posible paralelismo entre
Artemisa y caperucita. La autora retoma una de las concepciones más antiguas de
este cuento, ubicado en la época de Luis XIV, en donde el lobo invita a la niña
a consumir la carne y sangre de la abuela destazada. Esta versión pertenecía a
un grupo de relatos que buscaban sembrar miedo en los niños para prevenir el
trato con desconocidos. En la novela de Clavel, se subvierte sutilmente esta
escena, pues Artemisa, sin llegar al canibalismo estricto y declarado, es una
persona que busca constantemente maneras de experimentar con la carne.
Consecuencia de estas inquietudes, abre un restaurante
llamado Corazón de lobo en el que da
rienda a esta búsqueda a través de la comida. Lo culinario se mezcla de nueva
cuenta con el deseo y con el placer. El corazón se convierte en un símbolo que
sostiene buena parte de la trama, en tanto que es, por un lado, el centro vital
que rige al cuerpo, indispensable para la supervivencia, y, por otro, un
platillo poco común e incluso codiciado por su exoticidad.
Artemisa nos enseña también que el amor no es
necesariamente tierno, sino que contiene un lado salvaje que busca, y que
requiere, sobre todo, la saciedad. El amor es, literalmente, hambre: amar es
devorar. Así lo escribió Rosario Castellanos: “Desconfía del que ama: tiene hambre,
no quiere más que devorar”. Y Artemisa, plenamente consciente de que uno de los
primeros conocimientos que tiene el ser humano es el del hambre, el primer
instinto que busca saciarse y satisfacerse, ve en el amor una suerte de
necesidad que debe llegar a la satisfacción.
El libro lleva al lector través de diversas sensaciones,
con un hambre voraz dispuesta a probar las múltiples posibilidades que ofrece
la naturaleza misma; desde la comida como la conocemos convencionalmente, hasta
algunos platillos que trasgreden las convenciones; desde el amor como entrega
hasta el deseo exacerbado de búsqueda y placer, como saciedad de hambre.
Music on: Outsiders - Franz Ferdinand
Quote: "La ausencia era eso. Un lugar que uno conoce y recuerda de memoria, como si fuera una foto, donde uno falta". Ricardo Piglia
Reading: Las ciudades invisibles - Italo Calvino