jueves, 7 de enero de 2016

No entender. Vivir


Esta parte de la vida se llama “el peligro de herir susceptibilidades al decir lo que siento”. Entonces estoy en un grupo de Whatsapp. Una amiga me agregó, junto con otras personas, para hacer una cadena de oración a las 15 horas, para pedir por su papá, que estaba muy dedicado de salud. La cadena comenzó el 4 de septiembre. Nunca entendí si la oración debía hacerse sólo ese día, cuando creó el grupo, o si era una actividad que se  haría todos los días a la misma hora, tampoco entendí si, en este último caso, se debía dejar de rezar cuando su papá recuperara la salud.

Yo no participo en rezos, no soy una mala persona, intento ser solidaria y ayudar en medida de mis posibilidades, pero no creo que rezar sea útil para nadie, así que no lo hago. Estuve semanas leyendo las oraciones que la gente del grupo escribía siempre alrededor de las 15 horas. Entendí que eso significaba que a esa hora estaban haciendo oración. A veces no ponían oraciones como tal ni anunciaban que se estaba rezando, sino que llenaban la pantalla con emojis de gente rezando (o al menos el emoji que parece que está rezando porque, según sé, el Whatsapp tiene montones de dibujos inspirados en la cultura japonesa y aquellos que parecen estar rezando, en realidad están agradeciendo). Los emojis eran la manera más sencilla de decir “oye, seguimos rezando, a la hora en que quedamos, míranos”.

Como dije, yo nunca participé de eso. Traté de hablar con mi amiga, preguntar cómo estaba, ofrecer mi ayuda. Llegué a pensar que si para ella era importante o útil tener a gente rezando, bueno, bien podría yo hacerlo, pero también pensé en lo absurdo que me resultaba hacer algo en lo que no creo. En fin, pasó tiempo en la misma dinámica. Hace unos días su papá finalmente falleció. ¿De qué sirvieron las oraciones?, me pregunté, aunque yo ya lo sabía: de nada. En los momentos del funeral, la gente escribió cosas distintas, ahora pidiendo el descanso eterno y anunciando lugar y hora de los rosarios. Hace un rato, cuando dieron las 15:00 de nuevo la gente siguió rezando, ¿para qué? Estuve a nada de escribirles “ya se murió, ya no hay que rezar por su salud, que era lo que inicialmente se estaba haciendo”, me contuve, hay que entender que a veces no hay necesidad de decir cosas y que muchas veces lo que uno piensa o dice puede lastimar a los demás. Nadie pidió mi opinión, además.

Creo que uno puede tratar de no ofender pero que también tiene derecho a decir lo que piensa. Esta soy yo diciendo lo que pienso. Es absurdo todo eso, absurdo rezar, absurdo creer. En estos temas me siento alienada, no comprendo cómo funciona el mundo o la gente, cómo es que creen en lo que creen. Yo recuerdo muy bien que en mis días de estudiante en una escuela de monjas se nos alentaba a rezar para cualquier cosa; recuerdo aún mejor un caso en el cual, igualmente, alguien estaba muy enfermo y la monja dijo “hay que rezar para que se haga la voluntad del Señor”. Yo no podía tener más de 13 años cuando escuché eso y se me hizo la cosa más estúpida del mundo. Si voy a rezar a un ser superior todopoderoso, debería pedir para lograr algo que yo quiero, no para que haga lo que él quiera conmigo; es verdaderamente estúpido.

Esto es lo que soy. No debería pedir disculpas al respecto. Vivimos en un mundo en el que muchas veces debemos -¿debemos?- cumplir las expectativas de otros, directa o indirectamente. Y es muy cierto que no voy por la vida tratando de hacer daño, pero he aprendido que uno puede hacer daño involuntariamente, tal como lo escribió Murakami: “Hay personas que pueden herir a otras, sólo por el mero hecho de existir”. Lo único que nos queda es ser responsables de nuestras palabras, de nuestros daños, y “aguantar vara” sobre lo que pensamos, creemos y expresamos.

En mi vida he tenido varios momentos tristes. No es que no haya perdido a un familiar, también me he enojado por no entender las cosas, pero me enoja más que la gente refugie su falta de comprensión en dioses, porque esas son salidas fáciles. No es que no haya llorado por la muerte, pero siempre he entendido que la aceptación es uno de los logros más complicados en esta existencia y que no podemos vivir a la espera de buenas noticias. No, no voy a rezar, nunca lo haré, tampoco dejaré de ser lo que soy, los otros también tienen que aprender a aceptar, aceptar que hay millones de cosas en el mundo que no son bonitas, y que lastiman.

Ahora, no sé si sea momento de salirme el grupo aquel en Whatsapp, no lo hice antes porque mi amiga lo usaba como medio para informarnos cosas sobre la salud de su papá y, aunque no parezca, sí es algo que me importaba, porque le afectaba a ella. No veo el punto de permanecer ahí, no sé si sea buena idea escribir, aún no lo decido. Quizá deba esperar un poco, aunque eso no me ayude a comprender más, en serio no lo sé.

Music on: Gregory Allan Isakov - Second chances
Quote: "Ser feliz cuesta el mismo trabajo que cualquier otra cosa". Alejandro Acevedo
Reading: La señora Dalloway - Virginia Woolf

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