Yo soy mediocre. El mundo es demasiado grande y, como sé que
no voy a alcanzarlo, me freno más de lo que debería. Pero no es tanto así, hay veces en las que no me
freno y anhelo y busco y me caigo, y cada que me caigo me da más trabajo recomenzar; retomo el vuelo frenándome
más, con cansancio, con agotamiento y tristeza.
Yo no alcanzo. O quizá sí pero no me parece suficiente. No me
he cansado de escribir, por ejemplo, pero lo que más hago es quejarme, no me he cansado de quejarme. Hace unos meses leí Memorias del subsuelo de Dostoievski, y me enfrenté a un espejo, yo soy como
ese hombre de la queja, que no tiene otra opción más que quejarse porque es
verdaderamente incapaz de hacer otra cosa.
Yo no soy suficiente. Vivo anhelando las vidas de otras
personas, pensando en qué me faltó para que ese hombre que me encantaba me
hiciera caso, por qué tuve la mala suerte de no ser elegida para tal o cual
trabajo, para esa beca para la que me esforcé tanto. Resultado: no soy suficiente. Y la duda es una cosa enferma que carcome el alma paulatinamente,
porque si uno supiera qué hizo mal
podría al menos trabajar para obtener ese “algo” que hizo falta, para saber por dónde arreglar la cosa. La duda, cera caliente vertiéndose sin parar en el cuerpo.
Si tan sólo pudiera aceptar la insuficiencia y la
mediocridad, sería todo muy sencillo. Pero no, yo vivo aferrada a las posibilidades
alegres que veo en los otros, pensando por qué ellos sí y yo no. Si pudiera aceptar que tengo un trabajo mediocre
pero que me pagan bien, podría dejar de anhelar eso que yo creo que es mejor para mí, de buscar, de desgastarme por
hacer que otros, los de otros trabajos, me legitimen y me contraten. Pero no
alcanzo, no alcanzo para lo que deseo, no tengo talento, no importa el
esfuerzo, no alcanzo. Igual me pasó con un tipo al que yo adoraba con mucha
devoción: no le alcancé, no fui suficiente para que quisiera estar conmigo, ni
modo. Es la historia de mi vida. Tengo problemas con el hecho de tener que aceptar amable y felizmente lo
que tengo en lugar de tratar de luchar por algo más.
En fin, así soy, corta. El mundo no se hace a medida de
nadie y, sin embargo, yo siempre quedo corta para lo que deseo. ¿Sería tan
terrible acoplarse a lo que hay y dejar de sufrir? Por un lado no, pero por
otro, la necedad… Ese querer ser más de lo que se es, ese maldito deseo
insatisfecho y el constante impedimento por ser eso más y esa estúpida tendencia
a sólo admirar lo que falta en lugar de valorar lo que se tiene y esa antigua necedad por querer que las cosas sean otra cosa.
Music on: Óverdur - Sigur Rós
Quote: "El silencio es la grieta por la que camino cuando no respondo". Adriana Ventura
Reading: Odioso caballo - Francisco Hernández
Music on: Óverdur - Sigur Rós
Quote: "El silencio es la grieta por la que camino cuando no respondo". Adriana Ventura
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