viernes, 25 de septiembre de 2009

Mi bestiario I

El gato:

Se arrastra con sigilo y cautela entre los muebles, las personas, los árboles: juega incansable y deja la huella de sus breves garras incrustadas en cualquier lugar. También duerme, cierra los ojos profundos y vivos, expresivos hasta el borde de la locura; despierta y con un leve contoneo regresa a hacerse presenta ante el que cree ser su dueño.


Pareciera que la elegancia en un momento de desesperación hubiera deseado tener cuerpo y vida, luego, el resultado de su deseo se consumó: se transformó en la majestuosidad y fiereza de este pequeño ejemplar, dócil y fiero ante el cariño, erizado en ataque o tierno retozando contra uno; en ocasiones sucede que nadie logra entender lo que esconde el pelaje que reviste su anatomía.


Algunos dirán que fue creado para que el hombre sepa lo que se siente acariciar al tigre, otros no dirán nada al respecto y callarán ante el sonido dulce y también amargo que de su boca diminuta y peligrosa, emana sin consideración alguna.




Music on: We are golden - Mika
Quote: "Nosotros no comprendíamos el amor, pero lo hacíamos" I. Thays
Reading: Lascas - Salvador Díaz Mirón

jueves, 17 de septiembre de 2009

Un recuerdo...

Quiero seguir hablando de ti… porque creo que si hablo y si comparto con la gente a ese que eras podrás seguir vivo para mí, sin importar que estemos separados desde hace tantísimo tiempo. Quiero seguir hablando de ti, porque no recuerdo haberme perdido así por nadie más que por ti, hundida en aquel ayer teñido de nostalgia. Quiero seguir hablando de ti y más que eso, seguir hablándote a ti, a ese ente fantasmagórico que aún acecha mis sueños y que con un murmullo devuelto por el aire es capaz de trastocar mis silencios.


Quiero decirte que guardo la cuenta del tiempo que llevamos sin vernos, que me acuerdo del último mensaje que me mandaste y de la llamada que ya no me respondiste. Me acuerdo que fue más o menos por estas fechas, hace años, cuando te escribía todavía te quiero, mi amor, pienso en ti y todas esas cosas que uno dice cuando ama y peor, que uno siente con la fuerza suficiente para creerlo como la única verdad posible.


Quiero decirte, amor (mi amor todavía) que me duele tu distancia y que aún cierro los ojos esperando regresar a ese lugar que dejamos abandonado, a ese lugar tan común y tan sucio, a todos esos lugares, amor, en donde estuvimos juntos. Todo era tan simple: un salón de clases, una estación del metro, un Sanborns 24 horas, un taxi. Tan simple como tu abrazo sobre mi espalda, tan simple como tu sombrilla que me protegía de la tormenta en las puertas de Bellas Artes.


Quiero decirte que ahora las cosas en mi vida son distintas, que ya tengo trabajo, que terminé la escuela, que finalmente no estudié lo mismo que tú y que me dejé llevar por mi necedad de perseguir la poesía y que, después de varios esfuerzos, he logrado hacer algo satisfactorio con todo lo que escribo. Pero quiero decirte ante todo, que a pesar de creerte encerrado en lo más profundo de mi memoria, sellado con la llave del posible olvido igual que objeto mágico en leyenda medieval, hoy me di cuenta de cuán engañosa puede ser lo que nos atrevemos a llamar realidad.


Hoy un hombre vino a la oficina, un hombre común, delgado, maduro, de piel morena (común y corriente, como tú): Nos cruzamos casualmente en el pasillo, ni siquiera lo miré a los ojos, pero eso me bastó para recordarte nítidamente. Ese hombre, puedo asegurarlo, usaba la loción con la que entonces solías distinguirte. Ese aroma que en mi obsesión fui a comprar atrapado en una botella pequeña a la perfumería que está cerca de mi casa, sólo para rociarlo a lo largo de mi ropa y mi uniforme azul, sólo para pensarte más cercano y más tangible.


Quiero decirte ahora muchas cosas más amor mío, más en este instante en que me he quedado sola en la oficina y no tengo otra cosa en la cabeza sino tu rostro, tus besos y tu piel. No quiero pensar, sólo quiero hablarte, robarle una estación breve al resto del tiempo para estar contigo unos instantes y regresar. Igual que Proust, amor, ¿te acuerdas cuando hablábamos de Proust y cuando te escribía pedazos del monólogo de Molly Bloom?


Quiero hablarte, negar unos minutos más el hecho de que hace mucho, pero mucho tiempo que te he perdido para siempre, negar que me dueles y que en uno de mis cajones guardo un cuaderno en donde escribo todas las palabras que son sólo para tus oídos, aunque oscuramente sepa que no habrás de escucharlas nunca.


Quiero hablarte, amor, un poco más, esta tarde, hasta que el sol en el horizonte me aguante el aliento.




Music on: Olsen Olsen - Sigur Rós
Quote: "¡Qué nostalgia de ti cuando no estás ausente!" J. Sabines
Reading: La tumba - José Agustín

jueves, 10 de septiembre de 2009

Estampas de Dos Naciones

1.

El lugar se autodenomina “Museo de trago y de arrabal”; hay diez guisados a escoger, el menú está tanto en español como en inglés y con el consumo de tres copas, toda la comida es gratis.

Tiene dos pisos. Abajo llegan tríos a tocar un rato y el ambiente se podría clasificar como “familiar”; arriba hay rocola cargada con unos quinientos intérpretes distintos, también hay pista de baile y espacio para conjunto en vivo, dando un toque más nocturno al lugar. Asimismo, las meseras dan un toque de extraña realidad al lugar; no son bonitas ni delgadas, usan ropa exuberante, mini faldas o vestidos entallados que enmarcan de manera grotesca su cuerpo obeso y maduro. Usan maquillaje exagerado, casi todas han teñido su cabello suelto con luces rubias o colores llamativos. Cuando no están atendiendo clientes, se reúnen en el baño para arreglarse el atuendo o se sientan en la mesa del fondo, revisan su celular, cuentan su dinero y platican entre ellas.

2.

—Cerveza oscura —dice convencido el hombre que acaba de llegar, tiene alrededor de 60 años y unas canas acentúan su edad al tiempo que endurecen sus facciones. Está solo. En la mesa frente a él hay un grupo de estudiantes que acaban de pedir la última ronda de cerveza. Desde que el hombre llegó no les quita la vista de encima, los analiza de pies a cabeza, empieza extrañamente con el muchacho más joven, quizá es que encuentra fascinante su tatuaje en el brazo, luego da un pequeño vistazo al resto de sus acompañantes y detiene la mirada en una de las muchachas, es blanca, de cabello corto y pantalones claros, mismos que llaman la atención del hombre por encima del resto de las personas en la mesa. Pasa media hora, en lo que sus cervezas terminan y el hombre no distrae sus ojos de la muchacha.

Los amigos pagan y se retiran, el hombre la sigue aún con la mirada nada discreta hasta que se escabullen por la puerta y desaparecen.

3.

Existe cada vez más acentuado en los bares y restaurantes de México el concepto de “hostess”; se aplica por lo general a muchachas jóvenes y guapas con mayor rango que las meseras y se encargan de asignar las mesas, acompañar a los clientes a ellas y revisar que estén bien atendidos. Comúnmente, más importante que el nivel de educación o experiencia de las muchachas, los dueños piden como prioridad, para que alguien pueda ser candidata al puesto, que éstas sean atractivas y delgadas, nada mayor a talla 7.

En Dos Naciones pasa lo contrario. Existe una mujer que hace las veces de una hostess pero su físico no es comparable con la descripción anterior; es baja de estatura, morena y tiene alrededor de cincuenta años, es una especie de clon de Celia Cruz, la misma boca grande y el cabello de micrófono que la reina del azúcar usaba en los años sesentas. Lleva medias negras y zapatos abiertos de tacón, falda a la rodilla y un saco dorado con lentejuelas. Ronda las mesas preguntando a los clientes si no les hace falta nada y a ratos se sienta a descansar en la mesa más próxima a la entrada.

4.

—¿Te vas a cambiar de mesa, corazón? —dijo la mesera de rojo.

El hombre no contestó inmediatamente, pero después de unos segundos, asintió con la cabeza, regresó a su mesa original a tomar su chamarra y su paraguas para después encontrarse en la mesa a que había sido invitado. El hombre llevaba ahí unas tres horas, vestía una camisa verde a cuadros, pantalón de mezclilla y zapatos cafés. Pedía cubas y platicaba con las meseras, de vez en cuando bailaba con ellas, en especial, con una morena alta, de falda y botas, que si bien no era guapa, gozaba de un cuerpo voluminoso por mucho más estético que el de sus compañeras.

En la mesa de junto, de donde provenía la invitación, lo esperaba otro hombre: vestía de negro totalmente y usaba lentes oscuros. Después de unos minutos de conversación, el de lentes se levanta a poner música en la rocola mientras el otro se queda en la mesa y pide otro trago. A su regreso, intempestivamente toma sus cosas y se va. El hombre que lo ha esperado, sólo espera terminar su último trago y pedir la cuenta. Abajo, a una calle de la cantina, su compañero lo está esperando para ir a otro lado.

5.

En una de las mesas del fondo, junto a la pared hay otro hombre solo, viste camisa blanca y mezclilla, ha bailado con todas las meseras, parece que su preferida es aquella que usa una especie de corsé, medias negras y una minifalda a punto de convertirse en cinturón ancho. La llama a su mesa, le invita algo de tomar, platica con ella y la saca a bailar aunque él no tenga la más mínima idea de cómo hacerlo, ella a todo dice que sí, él habla sin parar, ella apenas sonríe pero sigue diciendo que sí, quizá obtendrá una buena propina.




Music on: This years love - David Gray
Quote: "Es que vivir es misión suicida" C. Lispector
Reading: Perros héroes - Mario Bellatin

jueves, 3 de septiembre de 2009

Diez cosas

Con ganas de escribir como David Miklós, escribo esto, porque se me ocurrió hacer algo diferente a lo mío y porque Miklós me cae muy bien.

  1. Nunca digo todo lo que pienso, quizá debiera decir un poco más de lo que esta mente crea, decir más y escribir menos, pero no lo logro, sé que tengo que escribir, más que hablar, porque la escritura me salva de esas cosas que no conozco y también de las que conozco y por eso temo.

  1. Compré el DVD Heima de Sigur Rós hace ya unos meses pero apenas hace poco terminé de ver el disco 2. La música de Sigur Rós es salvación, al menos en la manera en que lo entiendo, no es una forma de abstraerse del mundo, sino una certeza de posibilidades en el mundo real. Se siente bien.

  1. Se acerca la fecha en que inevitablemente retomo la lectura de Miller, tengo esa terrible obsesión. Cada año regreso a sus libros y curiosamente encuentro cosas nuevas a cada vistazo, hay nuevas afirmaciones geniales e incluso las ideas viejas ya subrayadas y comentadas se me revelan significando otra cosa.
  2. Estoy leyendo un libro de Haruki Murakami: Tokio Blues; muchos de mis conocidos lo han leído. Pese a mi reticencia a leer lo que todos leen, sedubrí que la prosa de Murakami es una delicia. Desde que leí La insoportable levedad del ser no me había gustado tanto un libro, siento que no puedo dejarlo a un lado, pero tampoco quiero avanzar tan rápido, porque eventualmente he de llegar al final y deseo postergar ese momento.

  1. Conforme leo a Murakami se me contagia la nostalgia que describe, la idea fatal de que el tiempo, aunque sea poco, es capaz de cambiar tantas cosas. Pienso en Watanabe y Naoko, en esa mujer que se torna fantasmagórica e inalcanzable, que está y no, y que nunca fue capaz de amar a Watanabe. También pienso que, así las cosas, yo también tengo a mi Naoko personal, me consuela pensar que todos lo tenemos. Me llena de nostalgia rememorar el pasado ido en el que por alguna extraña razón que no busco comprender, creí que con esa persona a mi lado, amándome, sería (o era) feliz.

  1. Escucho a Moby. Todo parece conjuntarse. No creo en las casualidades: “Hold on to people, they’re slipping away”, canta. La gente va desapareciendo, es verdad, pero a veces no hace falta aferrarse a ella, a veces simplemente, uno debe reconocer cuándo es el momento para dejarlos ir y seguir adelante en soledad. La vida se va tornando transparente, igual que los habitantes que hacen su aparición en ella, pero tal vez sea necesario dejarlo así, dejar que todo fluya.

  1. También escribo. He revisado mis cuadernos viejos, me impresiona la cantidad de palabras dichas, la tinta invertida y el papel que permite que perdure lo que soy, pienso y siento. No sé si sirva de algo, objetivamente, pero es la actividad solitaria que más disfruto. No puedo deshacerme de ella y no lo quiero, cada día me convenzo más de que escribir es todo lo que quiero hacer y que en un futuro veré el fruto de mi necedad.

  1. Tengo sueño. Hace tiempo que no recuerdo mis sueños. A veces creo que es mejor así porque mis sueños eran muy crueles, tanto que deseaba entregarme a ellos sin regresar a la realidad, pero entonces ¿qué era más cruel?, ¿el sueño o la realidad? Soñaba la distancia: hablaba por Messenger con alguien, podía ver el tipo de letra que usaba, su fotografía y sus expresiones características. Soñar eso es patético, además, es saber que ese alguien está pero no está, igual que Naoko, peor que Naoko.

  1. También soy pedestre. Pienso en que quiero comprar un wii y jugar mucho. Deseo experimentar la soledad de manera más real y física. Pienso que quiero armar un itinerario de viaje y escapar. Pienso en la buena música que no he escuchado, las películas extranjeras que no he visto, los amigos con los que no he hablado. Pienso el futuro, sólo un poco, moderadamente. Pienso mucho en realidad aunque el pensamiento no escape de mi cabeza.

  1. Pero antes que nada: tengo que escribir, porque escribir salva…



Music on: Moby - Sunday
Quote: "Te acordarás siempre de que existo y de que he estado a tu lado?" H. Murakami
Reading: Tokio Blues - Haruki Murakami