Es amar por un lapso tan breve como intenso
y estar dispuesto a entregarlo todo, absolutamente todo. Es un ímpetu de
vórtices comiéndose entre ellos, la omnisciencia de la mirada sobre pausas secretas y privadas,
en espacios inexistentes. Alzarte sin tiempo en un borde bien delimitado,
queriéndote aventar y teniendo también una fuerza que te contiene en la superficie. Así
es entregarte a la guerra y la derrota del amor, sucumbir ante las
nostalgias y anhelar un pasado que pudiera convertirse en un presente para
luego desearlo eterno y grácil, firme y bello. Siempre alegre.
Un aleteo imperceptible a los otros pero
capaz de cambiarte todo el organismo; es querer brincar y hacerlo y saber oscuramente
que dudar es caer y que caer no es lo peor pues la caída no es la muerte. El descenso innombrable e
ininteligible es sólo envejecer en una blancura que ciega y duele, y es
amargarse de súbito por haber practicado la blasfemia de la duda. Y entonces un
ápice remanente de lógica te dice que nada de esto tiene sentido, que de nada
sirven, de verdad, las múltiples erudiciones de las que el ser humano hace
gala, como tampoco son útiles las propiedades y bellezas del arte, las ideas o
las palabras cuando estás inmerso en el abismo de la nostalgia y deseas
sólo una cosa: enredarte en los brazos
del otro y que el resto del universo desaparezca.
Como preguntara el dramaturgo de antaño: "Ser
o no ser", habrás de apostar por el movimiento aunque estés condenado a
regresar al mismo punto en que dio inicio la absurdez, al necedad, el deseo de
correr y lanzarte sólo para recibir la mínima recompensa de escuchar su voz decir una palabra nimia, de tocar su mano por un parpadeo. El premio consiste en, por
menos de un segundo, ser capaz de aspirar el olor familiar de su piel que entre
todas has reconocido ya como propia y suya al mismo tiempo. Sólo para eso, piensas ahora, y repites el mantra: sólo
para eso. Y sí, vale la pena todo el dolor y todo el llanto, toda
la construcción simbólica de mundos posibles, todo el desgarre y el olvido, la dosis triplicada de nostalgia
al terminar la noche y las lágrimas que se llorarán al amanecer.
Has dicho "sí" y después del "sí" es posible
mantener el vuelo…
Music on: Valtari - Sigur Rós
Quote: "El poesía como en ningún otro género, el tiempo es árbitro implacable" Cristina Peri Rossi
Reading: El tambor de hojalata - Günter Grass