viernes, 15 de febrero de 2008

San Valentín y demás celebraciones insulsas

Días de febrero 14 van y vienen a través de los años. Muy pocos saben la historia del tal San Valentín y en realidad, mejor que no la sepan porque es muy cursi y tonta, aparte de llena de un sentimiento de moralidad católica y del debido milagro que en esta clase de historias pueden suceder: un mártir que se enamora y manda un recado de amor a su enamorada antes de ser ejecutado y que dice algo asñi como "soy tu Valentín" (una cosa así de horrible); de cualquier modo y como es de esperarse, lacelebración original de la fiesta se ha tergiversado hacia globos rojos de helio, bombones, rosas y una cantidad tan impresionante de corazones que resulta tan increíble que uno hasta se pregunta a dónde va a parar tanto papel rojo de desperdicio y el paisaje se torna alucinante, como un cuento de Cortázar.

No entiendo aún la necesidad de designar un día del año en especial para festejar algo que bien se puede demostrar todos los días. Aquí viene ya el cliché evidente: no necesitamos un día para recordarnos si nos amamos. Pero esa no es la cuestión; utlilizo el ejemplo del 14 de febrero porque es el que me resulta cercano, sin embargo, si nos damos cuenta, sucede exactamente lo mismo con muchas fechas.

Por alguna extraña razón, el hombre necesita legitimarse e identificarse con otros para sentirse bien, para reafirmar que tiene una conexión, una especie de asidero con su entorno y por eso inventa fechas especiales para identificarse con aquéllo que tal vez es pero que no reconoce constantemente.

Si ponemos atención, esa tendencia se ha hecho más y más pronunciada; si antes había día de la madre, día del maestro, día de la familia, ahora las celebraciones se han hecho más absurdas, de manera que tenemos el día de la familia, el día de las naciones unidas, el día de las montañas (sí, aunque no me crean, existe) y el día de la mujer (que se me hace absurdo porque es resultadod e un feminismo mal aplicado).

Muchas de esas celebraciones no tienen un origen claro y la gente no conoce su razón de ser, como el día del niño, por ejemplo, que se celebra gracias al Walpurgis realizado por las brujas, en donde era costumbre sacrificar a un niño para la comunión perfecta con el diablo. Y uno se pregunta la razón por la cual hay un día para todo y no sólo eso sino por qué es que nos dejamos llevar por hechos que no entendemos y festejamos sin saber ni pensar en si lo queremos hacer o no, nos dejamos llevar por la emoción (al menos sí una buena parte de nosotros) y ahí vamos a comprar chocolatitos envueltos en papel estaño rojo y en general, todo lo que se nos venda con motivos conmemorativos del día a celebrar.

No digo que seamos los Grinchs de las celebraciones, pero sí conviene pensar en la trascendencia real de éstas y del efecto que tienen en nosotros; también es válido dejarse llevar y aprovechar para ser muy cursis, eso yaqueda en cada quien, lo que importa es saber por qué se están haciendo las cosas y entender la condición primitiva del ser humano que necesita asideros de algún tipo, para legitimar y disfrutar su vida.

1 comentario:

Angel Pastrana dijo...

Las ceremonias han estado presentes en toda la historia de la humanidad, celebraciones, rituales, ya sea festejar el cambio de estación o temer la ira de Ton Tiki, la idea real ante la cual la sociedad sucumbe es a la ruptura de la rutina, al hacer algo diferente, evitando que todos los días sean iguales.

Dentro de este marco, cualquier festejo cabe, día del padre, de la madre, del soldado, de la constitución(!), no solo el cursi e insulso día de San Valentín, sino cualquiera que nos permita escapar del diario patrón de actividades que nos absorve día a día.

Un saludo.