martes, 27 de marzo de 2007

A propósito del aborto

Mucho se ha levantado la polémica sobre la aprobación y legalización de esta práctica. Yo, como siempre, tengo mi opinión y me temo que no es la más popular.

Yo estoy completamente a favor, y honestamente, no veo por qué alguien no habría de estarlo. La Iglesia, el mayor adversario, es tan retrógrado en tantas otras cuestiones que es de esperarse que se oponga, y sus argumentos empiezan a ser retrógrados desde que no han aceptado los métodos de anticoncepción que bien sirven para evitar llegar al aborto.

Independientemente de eso, y pensando desde la perspectiva de que el ser humano es una plaga, no tengo más que aprobar la idea del aborto, no sólo porque el hombre sea un ser que pobla la tierra a lo estúpido, sino que viviendo en sociedad (inevitablemente) un niño siempre demanda mucha atención, tiempo e inversión económica, cosa que algunos países o algunas clases sociales no son capaces de proporcionar; México es uno de ellos.

El aborto es una buena idea. Johnathan Swift, en el siglo XVIII escribió un ensayo que proponía un método para eliminar la pobreza en Irlanda, este consistía en que los recién nacidos de las mujeres pobres fueran muertos y cocinados para que así se alimentaran muchas familias. Así, la pobreza, sin duda, disminuiría.

Una causa de la pobreza, aunque no la única ni la más importante, es la cantidad de hijos que la gente tiene, un hijo más, es una boca más que alimentar y a estas alturas, en la civilización del siglo XXI, es mejor considerar el aborto que el canibalismo.

Un aborto no es un asesinato, como muchos creen, ya que, antes de los tres meses, apenas el feto es una serie de células en formación. Abortar es mejor que permitir la vida en un mundo que no la necesita.

Aún peor; el aborto toca terrenos que van más allá de la posible vida de las células en crecimiento en cuestión; las futuras madres deciden no abortar no tanto por el feto, sino por ellas, por el "qué dirán" si aborta y por la satisfacción que se crean de saber que serán madres, al ver al hijo como una extensión de ellas, una posibilidad de hacer en un hijo lo que ellas nunca pudieron ser.

Es mejor legalizar el aborto y quitarnos de la cabeza las moralinas y los sentimentalismos y así ver las cosas de manera objetiva. No es un asesinato, es una solución necesaria para ayudar a evitar la sobrepoblación. Aparte, la legalización de esta práctica permite más seguridad a las mujeres que, convencidas de no querer un hijo, pero temerosas de métodos insalubres, deciden no abortar por miedo a perder su vida en algún lugar ilegal y sucio. Personalmente, no me preocupa la pérdida de otras vidas, pero al menos la legalización les dará una seguridad más fuerte a esas mujeres y les podrá ayudar a decidir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Debo decir que estoy de acuerdo con lo que dices aunque algunos ejemplos son algo crueles. Si las mujeres estamos en igualdad también debemos tener derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, como lo hacen los hombres. échale ganas, vmos bien... Felicidades