jueves, 5 de abril de 2007

Bésame...

Bésame con tus labios tibios
en mis ojos salados.

Yo ya no soy.
Dejé de ser cuando tu mirada
se cruzó con la suya.
Me deshice.
Volé
Desaparecí.
Pero seguía viendo.

Bésame una última vez
con tus labios que saben a los suyos.

No sé si existo.

Lloré.
Lloré hasta hartarme,
hasta ahogarme en la desilusión.
La muerte estaba conmigo
bajo el agua de mi tristeza.

¿Morí?
Creo que morí
pero seguía sintiendo.

Bésame con tus labios
ignorantes de mi dolor
en esta piel helada.
La luz de día cegó mis ojos.
Senti frío.

Ya no soy,
no hay duda,
ya no soy.

Recordé tu aroma por última vez
y te fuiste para siempre.

Bésame.
Bésame en un adiós
con tus labios tibios
en aquello que ya no soy,
que ya no seré.

Bésame con la muerte.

1 comentario:

Fernando Brambila O. dijo...

Un texto muy interesante, sobre todo porque invierte nuestra percepción tradicional sobre los besos. Lo que normalmente es dulce, erótico o hasta cruel, aquí se vuelve más bien melancólico, alude más a lo tanático (y hasta literalmente, en los últimos versos).