miércoles, 18 de febrero de 2015

The unbearable lightness of writing





Hace unos días una conversación insulsa llevó a concluir que yo no tengo pasión real por nada. Que si tengo un trabajo mediocre que no me gusta es porque no sé qué es lo que me gusta realmente. Y es cierto. Entonces pensé que debía encontrar eso “que me gustara de veras”. Yo me sentía devastada, vacía. Después alguien me dijo que era sólo cuestión de darle tiempo al tiempo, que ahora tengo este trabajo porque es lo que conseguí debido a lo difícil que es encontrar chamba en este país, pero que luego podría encontrar algo que me gustara y que disfrutara hacer; pero volví a pensar en lo preocupante que se ha tornado en mi vida no saber ni siquiera cuál sería ese trabajo ideal para mí, ese que disfrute.

Lo que me molesta de este trabajo es salir tarde y entrar temprano, porque no estoy acostumbrada a trabajar para vivir, y es peor puesto que sé que la mitad del día es tiempo muerto, el hecho de trabajar más no igual a producir más. Ese es mi enojo con el sistema y, además, el enojo conmigo misma por ser incapaz de, en esas horas de encierro, poder hacer algo de provecho o trabajar en algo que me interese de verdad, porque lo cierto es que estuve pensando en qué me interesa de verdad, no sabía qué era ese algo que puede suplir el tiempo perdido, ese algo por el que yo pueda sentir satisfacción. Quizá sigo sin saberlo, pero cuando uno no sabe algo, puede crearlo y lograrlo, si le echa ganas. 

Por meses he pensado, de manera no tan consciente, que ese algo es escribir. Pero me he dado cuenta de que me equivoco, me gusta escribir pero tampoco me lo tomo muy en serio. Si lo hiciera, ya tendría muchas más cosas escritas, más publicaciones en revistas, más maneras de darme a conocer. Tengo amigos que postean un poema a la semana en Facebook, yo puedo tomarme un mes o dos en escribir algo que valga la pena. Y no es porque no me guste lo que hago, sino porque en realidad ni siquiera lo intento; prendo la tele, leo cosas insulsas en internet, socializo. Y me olvido de lo que debería importarme, de lo que según yo alardeo que es lo importante.

Y no es cuestión de talento, no necesariamente, es cuestión de estar comprometido con algo, es cuestión de creer en algo lo suficiente como para lograrlo. Me preocupa porque no tengo los bríos de regresar el camino andado o de desaprender lo aprendido y ponerme a buscar otra cosa que me apasione. No tengo tiempo. Entonces debo trabajar sobre lo que ya tengo, sobre o que sin querer se me fue presentando en la vida, esto es, la escritura.

Me pone mucho a pensar el hecho de carecer de pasión, me aturde un poco, incluso, saber que he estado muchos años de mi vida sin un plan de vida en concreto, sabiendo que mi única aspiración real era vivir sola. Y ya logrado eso no sé qué sigue… o tal vez sí, pero estoy muy ocupada tonteando, viviendo, extasiada comiéndome el mundo, haciendo mil cosas que no pude hacer cuando era adolescente porque no me dejaba mi mamá…, tanto que me he olvidado de buscar un camino, de saber qué es lo que quiero, de reconocer planes reales y proyectos reales.

Lo cierto es que quiero divertirme, que no me molesta el trabajo que tengo, de hecho podría hacer cualquier trabajo siempre que no me quitara el día entero, odio no saber administrar mi tiempo de encierro en cosas productivas, odio no saber exactamente qué son esas cosas productivas.
Escribiré, porque no encuentro que haya manera de hacer otra cosa. No es que tenga talento para escribir, insisto, pero lo he hecho por mucho tiempo y no lo hago tan mal. No es una necesidad tampoco, no como una necesidad física, por supuesto, pero pensando una y otra vez, es el único camino.

Hace unos meses aprendí que el amor también se aprende. Quizá la pasión sea otra de esas cosas que, de alguna manera, se domestica, se adapta, se crea. Seré como Henry Miller, al menos en la escritura aunque no así en la brillantez, y haré el esfuerzo descomunal por concentrar la pasión ahí, en cultivar la pasión en eso, porque en verdad necesito encontrar una pasión en lugar de estar como una veleta que se mueve por donde la lleva el viento, porque Henry Miller escribió grandes novelas mientras era un empleado mediocre en una oficina de telégrafos, porque me han dicho que la pasión lo supera todo. Escribiré todo el día, lo más que pueda, como una consigna, porque los proyectos de vida no siempre son basados en las gana o en los gustos, escribiré porque no me queda nada más que hacer. He intentado varias cosas y de ellas sólo la escritura ha traído frutos, lentamente, pero los ha traído.

Así que, después de la devastación por otra incompletitud y porque el vacío se presenta de muchas formas y halla siempre otros caminos para encontrarme, voy a escribir siempre. Escribiré aunque logre diez cuartillas y me deshaga de cinco, escribiré aunque no tenga nada que decir, porque este tiene que ser el trabajo real, ese debe ser el inicio y el fin y el medio y todo…, sólo así, a imponerse, porque me gana mucho el deseo de divertirme, de probar todo lo que hay en el mundo y de vivir como si no tuviera nada que hacer…, es un gran placer vivir como si no tuviera nada que hacer; no es que encuentre algo malo en vivir como si no tuviera nada que hacer, mas el caso es que debo estar encerrada once horas y tengo que hacer algo que sustituya el vivir y ese algo es escribir.

Ya lo dije, no pienso regresar y empezar a buscar un camino. Tiene que ser este: escribir o morir, escribir o enloquecer. 

Music on: The backward step -  Hammock
Quote: "Un mar de sombra eres, y entre tu sal oscura / hay un mundo de luz amanecido" - Alí Chumacero
Reading: Mr Gwyn - Alessandro Baricco

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