lunes, 14 de abril de 2014

Días lluviosos, oscuridad


Días lluviosos, oscuridad, nada, una pieza musical que significa todo el pasado. Ningún día lluvioso es igual si se le ve desde la soledad, si la cama no la comparto contigo, si no me despiertas porque crees que ya se ha hecho tarde, si no te escucho levantándote a servir un trago o abres la ventana para fumar, si no tomas el iPod y pones el poema final de Einstein on the Beach.

Lo dicho desde hace meses y años se repite, la vida es demasiado y desear morir no es suficiente, porque soy cobarde y esa parte de mí quiere seguir sabiendo de ti, aunque eso implique un dolor más grande. De atar, así estoy. Me toca aprender que el dolor es una de esas cosas a las que uno tiene que acostumbrarse, disfrutar el dolor, incluso, ¿por qué no?

Estuve pensando últimamente en cuál fue nuestro último beso, no lo recuerdo, no lo recuerdo porque entonces no supe que sería el último, entonces no sabía que tus ojos ya veían a otra persona, yo no sabía que estabas a nada de terminar conmigo. Creo que fue ese 28 de octubre, al verte en el metro, antes de ir a alemán, creo, no podría estar segura. Lo que sí recuerdo perfecto es la última mañana que amanecimos juntos, fue antes de que cambiara mi cama de lugar porque decías que ahí entraba demasiada luz al amanecer: era domingo, 13 de octubre, aunque tampoco sabía que sería la última, recuerdo que no hicimos el amor al despertar y que pusiste en el celular "Una mañana" de Café Tacuba; yo estaba en el baño a punto de entrar en la regadera. Días después supe que esa canción cargaba otro significado no compartido conmigo, que se hizo especial para ella y para ti, quizá desde ese día ya era especial pero yo no hubiera podido saberlo.  

Tengo este defecto: no me acostumbro a perder, tengo un dolor que no sana jamás, lloro mientras escribo y no me percato de que las lágrimas caen directo a la pantalla del celular, sino hasta que suena porque escribe alguien que, claro, no eres tú. El tiempo, por más tiempo que pase, no es agente sanador, jamás sanará. Y se supone que uno debe seguir viviendo con todas esas toneladas de dolor recorriendo las venas, ¿qué hacer con el dolor? Nada, absolutamente nada, entrar en el simulacro, vivir todos los días respirando con una sequedad indescriptible, dejando que el mundo siga existiendo y que uno no sea sino un espectador que no participa de sus goces. El dolor, nada sino el dolor de no saber en qué momento todo se destruyó, de no saber si fui yo la culpable, qué hice mal, qué tengo mal que no puedo reparar por más que trate.

Dicen que no hay nada mal en mí, que sólo sucede que uno se enamora de alguien o no. Desde antes que terminara supe que el fin estaba próximo y sé que aguantamos por razones inexplicables, yo ya estaba resignada, tú decidiste no resignarte, cuando tuviste la oportunidad tomaste la opción número dos, a ella, supongo que está bien, mas esa explicación no me es suficiente, no me quita el dolor. ¿Qué le hago a mi recuerdo?, ¿qué le digo a mi cabeza cuando sigue despertando y tiene el mismo pensamiento: tú?, y ¿cómo le digo también que no debe pensarte, que ya hay alguien más que te piensa, que ya no eres mi puerto seguro al andar, que ya no tengo por qué decirte que me va bien, contarte las cosas que he hecho, los logros que he alcanzado?, a resumidas cuentas, ¿cómo le digo a mi corazón que deje de llenarse de agua todos los días, a mi estómago que tiene que comer aunque la comida muchas veces le dé asco?

Todos estos días han sido más o menos iguales, han pasado cosas buenas pero hay una parte de mí que no se ha movido ni un milímetro, que sigue igual, sin superar, sin trascender. Y la tecnología es una aliada espantosa. Puedo prender la computadora o echar un ojo al celular, eliminarte de las redes sociales no significa eliminarte de mi mente. No sabes la intensidad del manso dolor que supone saber que te puedo encontrar a la distancia de un tecleo, saber que estás del otro lado de un dispositivo que me permitiría acercarte, hablarte, saber algo de ti, pero esto: saber que estás ahí pero que da lo mismo porque en realidad no estás.

Y sé que pasaré toda mi vida pensando en qué me hizo falta, que hizo que decidieras no optar por mí; también sé que a todos nos pasa algo así, pero, de nuevo, esa verdad no implica un consuelo ni un alivio. Ya te he dicho que el dolor no se va jamás, lo he escrito de todas las maneras en que he podido y créeme que no importa a cuántas personas conozca o que pueda verdaderamente compartir las cosas que me siguen apasionando o cuántas veces repita las mismas proezas sexuales que contigo (porque al final el sexo es lo mismo siempre), me doy cuenta de que no importa lo que intente ni con cuántos, nada se lleva ese recuerdo tan dolorosísimo, nada.

Días lluviosos, oscuridad, canciones de Radiohead al fondo, tiene que ser Radiohead o Coldplay, porque me duele mucho Leonard Cohen y Arvo Pärt y Philip Glass, porque me duelen mucho, especialmente, los Smiths, seguro que ya lo sabes, porque me recuerdan demasiado a ti.





Music on: Schumann - Dichterliebe (Fritz Wunderlich)
Quote: "Nunca como a tu lado fui de piedra". Rosario Castellanos
Reading: Los años de peregrinación del chico sin color - Haruki Murakami

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