viernes, 11 de febrero de 2011

En la superficie de la luna

"Lo peor del desamor es la duda; uno quisiera saber si todo lo que pasó fue realidad,
o si lo inventamos para sentirnos queridos, o si los dos cerramos los ojos y soñamos que teníamos todo"
Alejandro Páez Varela








Siento que estoy suspendida en la superficie de la luna, que he recorrido una eternidad con un peso continuo en mi espalda y que no he logrado despertar del todo. Aún mi caos personal tiene incrustado su mismo nombre, está en todos lados. Pienso en él de vez en cuando, porque el olvido es trágico también y no logro deshacerme de esas cosas que duelen crónicamente.


Su recuerdo es parte de una tarjeta postal en la cual ubico algunos de mis momentos felices y mis suspiros. A veces creo estar fuera de todo eso, me siento capaz de alquilar mi alma a otro huésped, pero en ocasiones pasa lo contrario, creo que esa alma está aún amueblada con sus cosas, que vivo en un cuarto que lo espera. Cuando eso pasa no siento haber renacido realmente tanto como me jacto de haberlo hecho después de su desilusión; al contrario, me sitúo en un lugar y un tiempo que no se puede asir porque no deja de transcurrir y aún así se torna eterno y distante en un mismo momento.


Lo veo en mis sueños, lo quiero en la realidad, y en la realidad, frecuentemente le creo, creo la smenitras que nacen de su maldita y deliciosa boca de orquídea. Al despertar descubro que no me he alejado de él, que el sueño me persigue, que no hay manera de diferenciar una forma de otra.


Es una pesadilla vestida con elegancia y con un aroma dulce de limpieza y falsedad. De noche, en la vigilia, le llamo y le grito que no lo amo y que no me importa, pero ya no escucha, no importa, yo misma tampoco me puedo escuchar. En ocasiones intuyo que el daño ha sido demasiado grave, que aunque salga de todo esto, dará igual.


De pronto todo se torna otra vez, como parte de un feliz ensueño, se deslizan a placer nuestros alegres momentos, las llamadas nocturnas prolongadas hasta el amanecer; pero despertar es inminente. Mis manos lo buscan en el vacío. Nunca está.


La tarjeta postal que pinta mis silencios es la memoria. De haberlo conocido no puedo arrepentirme, acaso de estar obsesionada con su recuerdo. Me suspendo, como en la superficie de la luna, floto en el tiempo onírico dentro de una cúpula de ostracismo que me lleva a todos los lugares que oscuramente reconozco. Lo triste es que despierto. Tengo que despertar aunque sepa que a veces, la vigilia y el sueño no sean en realidad, tan diferentes y que el ancla que detiene mi barco en el puerto del olvido está sostenida por su nombre.




Music on: Paranoid Android - Radiohead
Quote: "Ya que para despedirme, dulce idolatrado dueño, ni me da licencia el llanto ni me da lugar el tiempo" Sor Juana Inés de la Cruz
Reading: El sonido de la montaña - Yasunari Kawabata