miércoles, 29 de octubre de 2008

Sigur Rós, mi Soundtrack de vida

A veces sucede, creo, que existen momentos en la vida que bien quisiéramos tener un soundtrack para ellos, como en las películas, donde la escena puede ser perfecta sólo porque tiene la música correcta de fondo. Esta idea del soundtrack como tal me la dio un amigo, en un viaje en el metro, al hablar de la música clásica que bien podría ser parte de nuestras vidas porque a veces la vida sí es como una película
Desde ese día me quedé pensando cuál sería la música de mi soundtrack personal y no pude sino externar algo que ya bien sabía, es decir, la música de Sigur Rós y al hablar de esto creo que las palabras no me serían suficientes para decir o explicar por qué. Desde la primera vez que escuché a Sigur Rós sentí una diferencia crucial, supe que su música era diferente, me hizo pensar, desconcentrarme de lo que generalmente tiene mi mente para pensar un poco más allá de lo cotidiano. Y pensar, entonces, fue aterrador porque pensar fue también aterrizar a otros lugares que extrañamente son ajenos pero al mismo tiempo se conectan a la perfección con la realidad, o lo que así llamamos, al menos.
Sigur Rós tiene una sensibilidad verdaderamente suprema para crear situaciones y parece que sus notas están explícitamente diseñadas para recrear pensamientos al tiempo que buscan conectar las emociones de quien quiera que escuche y que quiera escuchar, claro.
Hoy me acordé más de Sigur Rós porque aparte del estímulo de pensamiento antes mencionado, el efecto de su música se extiende hacia la inspiración poética. Si bien es cierto lo que dicen de que quizá no hay tal cosa como una musa en todo el sentido de la palabra, creo que hay cosas que pueden estimular partes guardadas y desconocidas en cada uno de nosotros.
Sigur Rós es inspiración, es soundtrack de momentos, es símbolo de recuerdos, potenciación de situaciones y belleza, si es que la belleza se puede concretar a lenguaje o a música.
Es por eso que decidí pegar una de mis canciones preferidas de Sigur Rós, no sólo por la belleza de la misma sino porque acompaña ciertos instantes de mi vida como un telón de fondo y porque me ha hecho escribir algunas de las cosas más sinceras que han salido de mi pluma. Y cabe resaltar que al hablar de Sigur Rós no hay nada que decir acerca de las letras, al contrario, es rescatar la música por la música en sí, lo cual, por cierto, añade un plus a la experiencia.
Esta es una presentación en vivo del grupo, más belleza aún, noten el paisaje, ¡precioso!

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