A veces, como hoy, siento estar lista para escribir la novela del año, de reunir en palabras todo lo que todos los hombres y las mujeres pueden sentir en sus vidas y creo ser capaz de restaurar el orden universal con una frase, me siento artista. Pero es sólo un juego, por supuesto, un tiro de dados ante una gran gama de posibilidades. En este momento siento como si hubiera perdido todo lo que me ata al mundo, he imaginado incluso que no existo, he desaparecido a la vista de los mortales y de alguna forma extraña me he encontrado, raramente, moderadamente feliz… Estoy creando un mundo, nada más, un juego, una alternativa, por las ganas de crear algo porque lo que existe me aburre, nada más.
Encerrada en el cuarto tapizado de pósters y siempre escuchando música rock bajo una luz rosa, escribo, hoy y siempre y cada que tengo ganas y creo el mundo que no puedo lograr vivir, uno que me divierte más, donde hay gente nueva todos los días, donde la belleza no se encuentra en cualquier lado y donde puedo ir a donde quiera sin miedo a perderme pues ahí, en ese mundo, siempre es posible regresar porque es algo falso, un artilugio producto de mi imaginación.
Y entonces me pongo a pensar en que esto que hago no es tan extraño, porque parece que Dios lo hace todo el tiempo, así vive él, creando vidas a partir de la palabra, sin tomar nada demasiado en serio, y aquí me encuentro haciendo tonterías con mis ideas y sabiendo que he llegado a sumergirme en un límite metafísico en el que todo es posible, tanto lo bueno como lo malo, morir o vivir ya dan exactamente lo mismo y nada importa.
Pero no puedo vivir aquí por siempre, me doy cuenta de que por más que quiera crear mundos, la palabra no se basta a sí misma, la realidad no se reduce a las cuatro paredes que encierran mi esencia y tampoco al teclado que me deja restaurar todo lo que quiera bajo una nueva forma. No, hay otro mundo, uno más práctico, menos metafísico, donde obligatoriamente tengo que existir y donde ser artista no basta.
Y otra vez me parece que a Dios le pasa lo mismo, pues él también, igual que yo, está aburrido y simplemente, igual que yo, igual que muchos, tiene un ego muy grande y un buen sentido del humor; Dios no hace otra cosa más que jugar con su creación y por lo tanto sabe que no es algo que pueda tomar en serio.
Nosotros, por supuesto, no sabemos nada del mundo de Dios y creemos que somos demasiado importantes, tal vez sabemos pero queremos ignorar que él solamente está jugando; lo cierto es que Dios tiene mejores cosas que hacer y que nosotros somos sólo la vía de escape a una realidad que ni él mismo entiende o que entiende pero que no quiere.
Yo soy como Dios, igual que Dios, los dos unos artistas, aunque quizá yo tenga un mejor sentido del humor y sin ese temperamento que convierte gente en piedra, tal vez es sólo que yo tengo más cuidado.. Creo que, por ejemplo, si llega una catástrofe de pronto a la tierra, es porque Dios se ha distraído y al irse a preparar un té ha dejado la computadora prendida y se ha olvidado de “guardar los cambios”, tal vez después de esto se fue la luz y eso ha repercutido en unas cuantas muertes de sus creaciones, simples errores de la tecnología.
Así como ahora, que yo estaba creando un mundo en una novela, me he distraído con el zumbido del Messenger y mis seres han colapsado. Es sólo un descuido, algo trágico, pero así es como sucede, y le sucede a Dios todo el tiempo; tal vez, cuando yo me muera, no será otra cosa más que Dios poniendo mal una letra sólo porque de pronto volteó a la esquina de su pantalla y vio que llegaba un correo de alguien importante…
Dios y yo somos poetas, escritores, y nos estamos divirtiendo un poco, sólo un poco, porque yo, eventualmente, tengo que levantarme del escritorio, apagar la luz e ir a la escuela o quizá dormir y entonces mis creaciones pensarán que son libres. Seguramente Dios tiene otras cosas que hacer, ¿qué cosas? no lo sé, que sepa que existe no quiere decir que sepa lo que hace fuera de su diversión cotidiana...
1 comentario:
Trágicamente (para él) Dios ha muerto, murió hace mucho, dejo su obra inconclusa, dejo a sus creaciones sin un fin, sin un objetivo, somos los peronajes de una novela que no va acabar por que no tiene conclusión. Lo que abre una posibilidad, la posibilidad de crearnos a nosotros mismos, de escribirnos, de completarnos, dios hizó un boceto, podemos terminarnos, y aún cuando no vayamos a ningún lado, podemos ser personajes interesantes, que superen en si la incompleta historia esta novela cíclica y sin sentido.
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