lunes, 27 de marzo de 2017

¿Por qué me importa tanto ser delgada?

Y, sin embargo, no lo suficiente. No, no lo suficiente como para dejar de comerme una crepa de nutella y unos hot cakes o unas enchiladas. Soy mediocre. Si en verdad me importara tanto ya estaría acostumbrada a que no puedo comer nada que tenga carbohidratos, pero no, igual me los como porque la comida sí me llena el vacío existencial, por muy triste que eso sea. Y porque eso de acostumbrarme me cuesta mucho trabajo.

Pero luego viene el arrepentimiento, ¿por qué me tuve que comer ese pan si no había ninguna necesidad? Ah, porque es tan cómodo hacer lo simple, lo sencillo. Ni modo, yo soy de esas que hacen lo que se puede hacer sin ningún esfuerzo, así que me como el pan y la hamburguesa y el churro con chocolate, porque quiero y porque la comida es una maldita droga deliciosa que de momento me hace sentir bien.

Aunque también pasa que me siento tan mal y tan incapaz de dejar de comer, que voy y me inscribo al gimnasio, el cual odio, y me dedico con todo el dolor de mi corazón y de mi obeso cuerpo, y voy diario o casi diario a chillar y a seguir intentando. Hasta que de pronto por tanta obsesión por hacer algo y que no me digan que no me merezco un pan (por Dios, llevo una hora en la caminadora, dame mi pan), me pongo al límite de mi cuerpo y termino lastimada.

Así es, el saldo de dos meses de gimnasio es cero kilos menos y dos rodillas lastimadísimas, que truenan y duelen de sólo doblarlas. Qué satisfacción ¿verdad? Es la prueba de que todo el esfuerzo se recompensa, de que sí funciona eso de joderse en el ejercicio a cambio de la delgadez. Estoy más gorda que nunca y, encima, lastimada. Eso significa que si deseo dejar de subir de peso, al menos, debo otra vez dejar de comer.

¿Por qué me importa? No lo sé. Nunca voy a ser verdaderamente feliz, siempre algo me va a hacer sentir mal; de momento es lo gorda, hace unos años era no ser correspondida, hace más tiempo era no poder con la tesis, siempre hay algo, un pequeñito drama que no se resuelva. Por lo mientras, después de desnudar mi patética existencia, me queda encerrarme en mi casa a llorar hasta que ya no pueda abrir los ojos. Y comer, claro, porque eso me hace sentir muy bien.

Son remedios absurdos y estúpidos para una vida ordinaria y simple, por no decir insignificante y miserable. Así soy, así las cosas.


Music on: Running up that hill - Placebo
Quote: "Y no se muere una, / hace sólo el ridículo con su pequeña muerte / que es sólo una niña azorada". Enriqueta Ochoa
Reading: La joroba - Andreas Kurz

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