Y ¿qué quiso decir el cuervo cuando dijo nunca más? El 19 de enero se celebraría el cumpleaños 204 del gran escritor estadounidense. A manera de homenaje escribo lo que para mí, dijo el cuervo, como manera de hacer trascendente y de recalcar la importancia que su obra sigue teniendo en la actualidad.
El poema El Cuervo es la obra lírica más famosa de Edgar Allan
Poe (1809 – 1849); se publicó por primera vez en enero de 1845 y a la fecha es
uno de los textos más importantes del romanticismo norteamericano, un símbolo indudable
de la literatura gótica así como una referencia literaria fundamental.
La magia poemática de la obra radica en parte en la versificación y
sonoridad hipnótica (apreciable en su idioma original), así como en la atmósfera
lúgubre y la angustia que proyecta el personaje narrador. Construido con fuertes
imágenes, figuras retóricas y estribillos, características propias de poesía, Poe
introduce una historia, que será narrada por un personaje sin nombre cuya voz
pinta una escena singular que le cambiará el resto de su existencia.
La historia es en realidad muy sencilla. Abre con un verso que recuerda
la tradición cuentística de relatos fantásticos, situados en ningún lugar y en
todos: “Una vez, al filo de una lúgubre medianoche” y desde aquí se advierte el
tono que el resto de la composición tendrá: lo siniestro, la noche, el secreto,
temas fusionados con la forma de relato mágico que generan la atmósfera que
alude el misterio.
El hombre, adormilado en su sillón, escucha el llamado a la puerta de su
cuarto. Luego de algunas cavilaciones, sobre si quizá el sonido sólo proviene
de su mente, y dilucidando la razón por la que alguien venga a buscarlo, el
hombre decide abrir la puerta, y con su apertura, a la par del viento gélido,
se introduce un horrible cuervo presto a instalarse en el busto de Palas sobre
el dintel de su puerta. Ahí, en la inmovilidad tétrica y fantasmagórica,
alucinante y diabólica, el pájaro permanece con el movimiento nimio del susurro
de dos palabras: “Nunca más”.
El cuervo, poco a poco, se transforma en un ser que con su quietud
impela al personaje narrador quien constantemente le dirige preguntas, todas
sin otra respuesta sino “Nunca más”; conforme avanza la historia, el lector se
va enterando de que el personaje atormentado ha perdido a su amada Leonora
“Leonora por los ángeles llamada aquí ya sin nombre para siempre” y urge de
saber en qué lugar post mortem se
encuentra. El grito y la desesperación, lo llevan a encontrar en el Cuervo a
una especie de profeta sapientísimo o bien a una figura de los infiernos, un
símbolo que le ha de decir algo más sobre su propia vida, pero ante su única
respuesta, el terror del personaje aumenta, tanto que se expande hacia todos
los rincones de la habitación, a través de las cortinas y la alfombra, igual
por los ojos que por los oídos hasta contagiar al mismo lector con una angustia
incontrolable.
El único repertorio lingüístico de la bestia aumenta la locura. El
personaje está fuera de sí y son sólo sus digresiones y problemas los que
aparecen a los ojos del lector. Es un hecho que al final del poema sólo sabemos
lo que sucedió al inicio: que el cuervo está en el dintel de la puerta, quieto,
con los ojos encendidos como fuego y atormentando al hombre que lo mira. Pero ¿qué
esconde, pues, su letanía repetitiva, tan fuerte y poderosa que ejerce tal
control sobre el protagonista?
Ese “Nunca más” es cuna de muchas significaciones. Unos dicen que el
Cuervo es sólo el reflejo de la psique alterada del hombre, quien halló en el
pájaro una especie de salida a sus propios conflictos, quizá el cuervo sea el
personaje mismo, no es posible tener una única interpretación. Pienso que el
cuervo es un símbolo, una representación física de un fantasma que atormenta la
mente y el espíritu.
No es casualidad la contraposición entre la rigidez y estatismo del
cuervo y la movilidad y alteración del protagonista. Recordemos que el inicio
del poema presenta a un hombre adormilado y poco a poco sus sentidos se alteran
hasta que acaba sin reconocimiento de sí y sin control, gritando por la locura
y la angustia que lo invade. El cuervo existe más allá de su forma física, pues
su verdadera fuerza es la representación de aquello que no se va nunca, como
los recuerdos o la tristeza. En alguno de los versos, el protagonista clama por
un poco de Nepente, un bálsamo que se usaba en la antigua Grecia para provocar
el olvido; asimismo, clama por otro aliciente divino, procedente de Galaad,
esto, en un intento desesperado por deshacerse del dolor que le representa el ominoso
pájaro.
La composición se titula “El cuervo”, pero la carga existencial y
angustiosa recae siempre en el hombre, al pájaro se le tilda de demonio o
bestia, pero es sólo una representación del personaje narrador y se convierte
en un ser que no se irá nunca. La mínima esperanza del personaje que dice “Otros amigos se han ido antes; / mañana él también me dejará” es una ilusión vana, pues el
cuervo se quedará eternamente sin que él sea capaz de hacerlo desaparecer. Así
pues, el recuerdo de Leonora está vivificado por el cuervo quien nunca emprende
el vuelo y que con su presencia inmóvil no logrará generar el alivio de una
compañía sino fabricará una soledad vigilada, angustiosamente.
¿Por qué no pensar que quizá haya un pájaro de ébano en cada persona, un
símbolo horroroso posado en nuestros personales bustos de Palas, un pájaro evadido
“de la ribera de la noche plutónica” que nos recuerda aquellas cosas que
creemos haber olvidado o que no hemos podido trascender? Quizá si no nos hemos
vuelto locos ha sido porque no ha llegado a materializarse de tal forma el
imposible olvido y sólo traemos, interiormente, un “hórrido cuervo vetusto y
amenazador” que no aparta su pico del corazón, aunque no llegue en la penumbra
a llamar a la puerta ni se pose sobre el dintel.
"Nunca más" es una sentencia que, lejos de pensarse como un
carácter liberador, está oprimiendo el alma y el pensamiento, bañando de
estatismo doliente toda la existencia. El pico del cuervo grazna y reverbera el
silencio con una sola frase que recuerda a cada segundo que nada es posible de
mejorarse, siempre la misma respuesta ante una infinidad de preguntas llega con
la certeza de un dolor insondable por no ser capaces de cambiar nada ni de
olvidar nada.
Así pues, sin importar las circunstancias, el Cuervo dirá “Nunca más” y
esa tortura será suficiente para horrorizar nuestras primitivas y mortales
almas. Así cierra el grandioso poema: “Y mi alma, / del
fondo de esa sombra que flota sobre el suelo, / no podrá liberarse. ¡Nunca más!
Music on: Holocene - Bon Iver
Quote: "Pero yo, siempre yo por debajo de todo, / sigo pensando que gritar es cosa de mudos / y que escuchar es intercambiar ecos / con barcos fantasmas o con muertos / que han perdido la esperanza de vengarse." Francisco Hernández
Reading: Los premios - Julio Cortázar
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