domingo, 21 de marzo de 2010

Un instante escarlata

El tiempo se recrea
indistinto detrás de mis caminos;
las arrugas solitarias de miedo
plegadas tras la espuma
anuncian la verdad de luz vestida.

Después de enajenar a la esperanza
he sido despojada de tu aurora,
de la paz inmaculada en tus dedos
y la eterna noche blanca en tu cama.

Soy un muro de viento;
el vacío fulgor de los espejos,
mis paredes sosegadas y lentas
se pintaron de rojo,
el color del recuerdo.

La memoria es el sostén de mi aliento
es la estación robada al infinito;
el ruido de la alcoba,
ocaso humedecido,
pulso de vena muerta,
cómplice de agonía.

El tiempo resplandece,
laberinto de minutos perdidos;
recuerda en el silencio
a las almas creyentes en milagros
y el llanto de los mártires vencidos.

Una imagen de tu cuerpo desnudo
se sume en mi garganta,
es postal de impresiones engañosas
tapiz de mi memoria,
sangre de mis cabellos,
huella mortal adherida a mis labios,
habitante imprevista de mis uñas,
de mis órganos fríos y mis huesos.

Antes de que la noche
derrame alegre su melancolía
sobre la niebla azul de nuestro encuentro,
intento cegar mis ojos abiertos,
huir al sol que mana de los tuyos,
dorado frenesí
hacia un mundo olvidado de mi esencia.

Al otro lado de tu dulce boca
busco la redención;
mi voz se hunde agotada en las aceras,
la muerte no me otorga su palabra;
la brisa de tu cuerpo,
altar de flores rojas
está clavada en mis pulmones negros.

El tiempo no es sino un profundo hueco,
una cárcel poblada de inocentes
nadie encuentra salvación en sus calles;
es la niebla que contiene los daños,
un tumulto desierto.

Riego los instantes con las goteras
de mi alma encanecida,
robo del tiempo la estación perdida,
la unión de lo imposible,
la suma de mis horas.

Igual que un muerto sin sepulcro alguno,
mis pasos desean romper los días,
olvidar la tormenta de tu abrazo
tu silueta de bruma
exacta fabricada a mi medida.

La sombra de tu aliento
es real como el azul de mi caricia;
no deja mis detalles
ni apacigua mis manos,
pervive en el recuerdo,
hermosa pintura arrojada al fuego.

La presencia violácea del encuentro
renace en mis palabras,
habita en mis sabores;
es un suspiro ahogado por el aire,
una estrella fugaz,
una semilla infértil.

El tiempo no muere tan rápido;
engaña presuroso a los momentos,
la cruel verdad se esconde
lavada de nostalgia
detrás de tu boca de piedra y hierro.

Sin paz ni soberano
la angustia resplandece,
siembra el dolor helado,
teje agua en la cabeza de los muertos.

La brisa de tus manos
se moja en mi cintura,
tu negro parpadeo abre mi herida,
de ilusiones inunda mis mentiras.


Music on: Life in Technicolor II - Coldplay
Quote: "He aquí que la muerte tarda como el olvido". Rosario Castellanos
Reading: Miedo a los animales - Enrique Serna

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