jueves, 17 de septiembre de 2009

Un recuerdo...

Quiero seguir hablando de ti… porque creo que si hablo y si comparto con la gente a ese que eras podrás seguir vivo para mí, sin importar que estemos separados desde hace tantísimo tiempo. Quiero seguir hablando de ti, porque no recuerdo haberme perdido así por nadie más que por ti, hundida en aquel ayer teñido de nostalgia. Quiero seguir hablando de ti y más que eso, seguir hablándote a ti, a ese ente fantasmagórico que aún acecha mis sueños y que con un murmullo devuelto por el aire es capaz de trastocar mis silencios.


Quiero decirte que guardo la cuenta del tiempo que llevamos sin vernos, que me acuerdo del último mensaje que me mandaste y de la llamada que ya no me respondiste. Me acuerdo que fue más o menos por estas fechas, hace años, cuando te escribía todavía te quiero, mi amor, pienso en ti y todas esas cosas que uno dice cuando ama y peor, que uno siente con la fuerza suficiente para creerlo como la única verdad posible.


Quiero decirte, amor (mi amor todavía) que me duele tu distancia y que aún cierro los ojos esperando regresar a ese lugar que dejamos abandonado, a ese lugar tan común y tan sucio, a todos esos lugares, amor, en donde estuvimos juntos. Todo era tan simple: un salón de clases, una estación del metro, un Sanborns 24 horas, un taxi. Tan simple como tu abrazo sobre mi espalda, tan simple como tu sombrilla que me protegía de la tormenta en las puertas de Bellas Artes.


Quiero decirte que ahora las cosas en mi vida son distintas, que ya tengo trabajo, que terminé la escuela, que finalmente no estudié lo mismo que tú y que me dejé llevar por mi necedad de perseguir la poesía y que, después de varios esfuerzos, he logrado hacer algo satisfactorio con todo lo que escribo. Pero quiero decirte ante todo, que a pesar de creerte encerrado en lo más profundo de mi memoria, sellado con la llave del posible olvido igual que objeto mágico en leyenda medieval, hoy me di cuenta de cuán engañosa puede ser lo que nos atrevemos a llamar realidad.


Hoy un hombre vino a la oficina, un hombre común, delgado, maduro, de piel morena (común y corriente, como tú): Nos cruzamos casualmente en el pasillo, ni siquiera lo miré a los ojos, pero eso me bastó para recordarte nítidamente. Ese hombre, puedo asegurarlo, usaba la loción con la que entonces solías distinguirte. Ese aroma que en mi obsesión fui a comprar atrapado en una botella pequeña a la perfumería que está cerca de mi casa, sólo para rociarlo a lo largo de mi ropa y mi uniforme azul, sólo para pensarte más cercano y más tangible.


Quiero decirte ahora muchas cosas más amor mío, más en este instante en que me he quedado sola en la oficina y no tengo otra cosa en la cabeza sino tu rostro, tus besos y tu piel. No quiero pensar, sólo quiero hablarte, robarle una estación breve al resto del tiempo para estar contigo unos instantes y regresar. Igual que Proust, amor, ¿te acuerdas cuando hablábamos de Proust y cuando te escribía pedazos del monólogo de Molly Bloom?


Quiero hablarte, negar unos minutos más el hecho de que hace mucho, pero mucho tiempo que te he perdido para siempre, negar que me dueles y que en uno de mis cajones guardo un cuaderno en donde escribo todas las palabras que son sólo para tus oídos, aunque oscuramente sepa que no habrás de escucharlas nunca.


Quiero hablarte, amor, un poco más, esta tarde, hasta que el sol en el horizonte me aguante el aliento.




Music on: Olsen Olsen - Sigur Rós
Quote: "¡Qué nostalgia de ti cuando no estás ausente!" J. Sabines
Reading: La tumba - José Agustín

1 comentario:

Karla Portugal dijo...

Ahhh, pero que bonitas cosas escribes. Has crecido tanto, tanto, que ora si me has hecho llorar por completo. Vuela mujer, vuela, que estas hecha para llegar muyyy alto