viernes, 15 de agosto de 2008

Rafaello Sanzio

En mis múltiples fases artísticas, ahora tuve la inquietud de regresar a las pinturas de Rafael que en alguna ocasión presente para un trabajo en al escuela, cosa rara porque generalmente los trabajos se enfocaban, obviamente a libros. Por eso me tomo la libertad de hablar de otro tipo de manifestación artística, nada más por el gusto de cambiar y de presentar otras cosas que no sean la angustia por el tiempo y el destrozo de burbujas rosas que presentan realidades terribles. Y también porque siempre es bueno regresar a los clásicos y preguntarse qué es lo que nos gusta de ellos o por qué están donde están.

Rafaello Sanzio, italiano, como todos sabemos, fue uno de los pintores más importantes del Renacimiento italiano y perteneció a los tres grandes creadores del Cinquecento. Sus pinturas son indudablemente bellas y muy coloridas y expresivas. Es importante señalar que Rafael conjunta varios estilos en sus composiciones debido a las influencias que tuvo de los diversos pintores y tendencias que le antecedieron. Por ejemplo, toma en sus creaciones el claroscuro de Da Vinci, los cuerpos escultóricos de Miguel Ángel, las escenas mitológicas de Botticeli y los rostros enternecedores del periodo florentino.
Asimismo, Rafael se va a interesar mucho en proyectar la personalidad de los participantes a través de los ojos y las manos principalmente, de manera que el espectador se sentirá cautivado por la luminosidad de las miradas, detalle muy específico y exclusivo de Rafael. Su otro interés será la perspectiva, el contraste armónico de los colores y el aparente movimiento de las pinturas cuya expresión y pose será casi siempre de un absoluto respeto. Es imposible hacer un análisis de todas las composiciones de Rafael, pero al menos se podrá dar un acercacmiento a aquellas que se consideran las más significativas (o que yo lo considero así).
Rafael nace en Urbino el 6 de abril de 1483, es importante saber la fecha, para ubicarnos en el tiempo y el espacio así como ciertos datos de su vida para entender el proceso evolutivo de su creación. Las primeras influencias artísticas las recibe directamente de su padre quien lo comienza a familiarizar con los colores y las formas básicas del dibujo así como en el uso de pinceles. Al morir su padre, Rafael continúa estudiando en el taller de Perugino donde amplía sus horizontes y conoce acerca de las tonalidades claras, el paisaje espacioso y la elegancia en las composiciones.

El primer retablo fechado que se conoce del primer encargo que se le hizo data del 13 de mayo de 1500; se trata del retablo de Nicolás Tolentino en Città di Castello. Este retablo no se conserva íntegro en la actualidad debido a un terremoto que lo destruyó parcialmente y lo que se conoce ha sido gracias a restauraciones posteriores.

Rafael tuvo problemas al inicio de su carrera artística debido a que constantemente estuvo compitiendo con Miguel Ángel. Después de trabajar con Perugino, Rafael decide mudarse a Florencia donde ejecuta una de sus pinturas más bellas y famosas: Los desponsorios de la virgen, composición que manifiesta los principios del renacimiento italiano. Este cuadro retrata un templo circular en el fondo de la escena, la arquitectura pintada está cuidadosamente detallada con arcos de medio punto y existe una gran accesibilidad a la luz. Existe un punto de fuga central en la puerta abierta del templo y hay un leve esbozo de la simetría al colocar a los hombres de un lado y a las mujeres de otro, aún cuando esta simetría se rompa un poco por la inclinación de la cabeza del personaje que está en el centro. Los paseantes que se ven en un segundo plano otorgan dinamismo y agilidad a la composición.

En este mismo periodo es que Rafael pintará algunas de las madonnas más famosas, pues este fue un tema que le pidieron mucho (dada la época, es de entenderse). La madonna Connestabile es un claro ejemplo de la producción de madonnas en este periodo; aquí se puede ver una composición en un círculo donde María y el niño aparecen con unas facciones tiernas y dóciles, lo cual es puramente una característica del periodo florentino. La escena se organiza en dos ejes que se cruzan: el horizontal formado por un lago casi blanco y el vertical con el perfil de la virgen quien sobresale del paisaje de amplias perspectivas y montes nevados.

La madonna tempi es también una composición importante; fue pintada en los últimos momentos del periodo florentino aunque eso no significa que deje de ser espectacular, al contrario, es una de las más bellas. Aquí se puede ver una enorme expresividad de una virgen que se pone en el papel de madre amorosa, pues toma a su hijo con ternura y protección; hay una leve expresión de indiferencia en el niño lo cual hace pensar que no se trata más que de un niño más. Esta composición proyecta una serie de sentimientos que la colocan como una de las imágenes más representativas del humanismo.

Otra composición importante en este periodo es Las tres gracias, donde se aprecia con sencillez la inclusión del movimiento, cosa que continuará en las composiciones posteriores y con la cual abandona el estatismo de la escuela de Perugino. Los cuerpos de las tres gracias son extremadamente luminosos, lo cual acentúa su belleza así como la atención del espectador pues la luminosidad en el primer plano aumenta debido al fondo no tan brillante que hay detrás de ellas.

La Adoración de los magos recoge igualmente, el genio y respeto de Rafael; es una composición con muchos personajes, lo cual será raro en sus pinturas; se trata de una escena desarrollada al aire libre, con los Magos ataviados exóticamente y mirando al niño con admiración. A pesar del gran número de personajes, existe mucho dinamismo y vitalidad pues éstos están en diferentes posiciones, algunos hincados, otros de pie y con diversos movimientos corporales.

Una muestra más del gran talento de Rafael se aprecia la Crucifixión Mond, composición con colores matizados y brillantes que contrastan con la cruz casi negra en el centro. Arriba se puede ver la unión sobrenatural del sol y la luna; abajo están las santas mujeres mirando la crucifixión con adoración sin mostrar rostros de dolor o patetismo. Esta composición es absolutamente simétrica y hermosa.



La escuela de Atenas es, sin duda, la obra en la que Rafael alcanza la mayor sublimidad; es posiblemente la más famosa de todas las de su producción. En esta pintura Rafael regresa a la temática clásica al pintar a los grandes pensadores y científicos de la antigüedad como son: Platón, Aristóteles, Sócrates, Zenón, Epicúreo, Diógenes, Euclídes, Zoroastro y Ptolomeo. Esto se debe a que Rafael buscaba representar el “Trivium” y el “Quadrivium”. La pintura tiene una gran perspectiva reforzada por las estatuas de Apolo y Minerva, cada una en un lado y las bóvedas de casetones y los espacios abiertos. También hay un estupendo manejo de planos así como muchos detalles en la arquitectura y en el manejo de la luz. Los colores son variados y brillantes para reforzar la personalidad de las figuras y la variedad y monumentalidad del conjunto.

La rivalidad entre Rafael y Miguel Ángel continuó durante todo el periodo florentino; Rafael no encontraba forma de ejecutar algo realmente grande y se encontraba siempre bajo la sombra de las creaciones de Miguel Ángel. Después de unos años en Florencia es que decide trasladarse a Roma, donde pretende encontrar el reconocimiento que estaba buscando. Sin embargo, a su llegada a Roma se entera que Miguel Ángel acaba de obtener el encargo de decorar la capilla sixtina, con lo cual la competencia entre ambos artistas crece aún más.
El primer encargo oficial durante su estancia en Roma es el de la “Stanza della Signatura” con la cual Julio II lo declara pintor oficial de la corte el 4 de octubre de 1509.

Después de esto viene su momento de mayor fama lo cual lo lleva a decorar la Villa Farnesina, asimismo tuvo muchos encargos por lo que le fue necesario adquirir un taller para trabajar.

El fresco de La transfiguración es uno de los últimos que pinta. En él logra plasmar algunas de las inquietudes que se estaban gestando en ese momento en el mundo católico, anticipando la renovación iconográfica que supondría la contrarreforma. Este fresco se considera una de las obras más complejas del artista ya que desarrolla efectos dramáticos y expresivos con una gran técnica basada en el estilo clasicista. Une dos secuencias bíblicas que generalmente no se ven unidas, tales son Cristo acompañado en el cielo de Moisés y Elías. Hay mucha tensión en las diversas personas que se encuentran en la parte de abajo quienes elevan sus miradas hacia el cielo. Es interesante el hecho de que en esta pintura hay dos puntos de fuga, uno para cada escena y que las figuras son muy escultóricas lo cual recuerda a Miguel Ángel.

Rafael también tuvo una faceta como arquitecto aún cuando en este rubro no fue muy reconocido. Murió a la edad de 37 años, curiosamente, el mismo día en que nació, dejando un gran legado a la posteridad pues fue, sin duda, un gran genio de la pintura que combinó varios estilos e hizo que sus pinturas fueran tan sublimes y bellas que sirvieron de base para artistas posteriores desde su inmediato Tiziano hasta artistas del Neoclasicismo.

La evolución de Rafael es fácil de apreciar si vemos sus composiciones a través del tiempo y de cómo este modifica ciertos aspectos y los mejora. No hay duda de que es un genio pues dentro de sus talentos sobresale el hecho de la expresividad de las personas pintadas pues las obras de arte deben tener la capacidad de hablar por sí mismas y Rafael logra esto en todas sus composiciones.

El tratamiento de los rostros es demasiado humanista aún en los momenots en que existe un marcado contraste entre el cielo y la tierra; aparte, siempre existe una gran comunicación con el espectador, al grado de que la representación tan fidedigna de la realidad desatará posteriormente varias crisis en el arte en donde la realidad será cuestionada terriblemente.

De esto y más se puede decir de un genio, uno que a pesar de haber vivido hace tantos años, no se puede dejar a un lado.


Music: Xoloitzcuintle Chicloso - Porter
Quote: "He pensado en Dios y en ti. Y no distingo ninguna diferencia." G.H. Porcayo

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