Octavio
Paz nació en 1914, en el barrio de Mixcoac de la ciudad de México. Desde su
infancia hasta la adolescencia encontró en la biblioteca de su padre, Octavio
Paz Solórzano abogado y periodista, una fuente literaria vastísima en la cual
halló alimento por varios años. Sin embargo, Paz no se dedicó únicamente a asuntos
literarios, en el grueso de su obra se refleja su interés por temas artísticos
muy diversos. Además de escribir poesía fue ensayista, hizo periodismo, teatro,
crítica y política; fungió como editor y diplomático hasta llegar a convertirse
en una figura internacional de la cultura y el pensamiento.
Desde
sus primeras letras, las líneas poéticas de Paz estaban ya establecidas, en su
obra abunda una preocupación por la palabra y su relación con la realidad y con
el poeta mismo; aborda constantemente temas como el instante, lo simultáneo, el
sueño, el eterno retorno y la vuelta al origen, sin dejar de lado el
cuestionamiento por el lenguaje y sus alcances metafísicos. Entre sus primeras
compilaciones poéticas destaca, sin duda, Bajo
tu clara sombra (1937) y A la orilla
del mundo (1942) en donde comienzan a marcarse estas inquietudes
artísticas.
Los
años que Paz permaneció en París por el inicio de su vida diplomática fueron de
intenso aprendizaje y culminaron en 1949 con la publicación de Libertad bajo palabra (1960), compilación
de su poesía hasta ese momento. Iniciando su veta ensayística, un año más tarde
publicó El laberinto de la soledad, en
el cual descubre el “ninguneo” del que somos víctimas los mexicanos y analiza
los rasgos de la personalidad del mexicano, los cuales, afirma, tienen una
factura histórica que todavía no se reconcilia con la modernidad. Cabe
mencionar que la experiencia de la soledad es importante en la obra de Paz; en
este ensayo define la soledad como “nostalgia de espacio” en tanto que el
espacio nos entrega la sustancia de las cosas. Aquí, Paz aterriza en conceptos
lo que en poesía desarrolla en emociones.
En
1956 concluye El arco y la lira,
texto que sigue siendo referencia no sólo para el entendimiento de su propia
creación sino para el acercamiento a la poesía en general y donde, además,
desarrolla diversos conceptos tales como la métrica, el ritmo, el mito, la
diferencia entre poesía y prosa. Paz dedicó buena parte de su obra al desciframiento
de la palabra poética en relación con el mundo y el lenguaje en tanto que éste
era o no una herramienta mágica o una manera de designar una nueva
realidad. Este ensayo también ubica el
papel de la poesía y del poeta en la modernidad así como a la poesía
hispanoamericana dentro de la literatura mundial. Quizá producto de sus
experiencias en India y oriente, Paz se adentra a la concepción de lo
simultáneo como fundamento de la creación poética e incluso de la existencia
humana; cuestiona las formulaciones clásicas occidentales sobre la verdad y
llega a afirmar que “para la tradición oriental la verdad es una experiencia
personal. Por tanto, en sentido estricto, es incomunicable”, con lo que el
autor da entrada a una nueva concepción del mundo, no sólo para lo verdadero,
sino para lo poético pues el lenguaje, siempre que se toca por la poesía cambia
de forma y, por lo tanto, construye una nueva verdad.
En
1957 Paz publicó uno de sus poemas más importantes: “Piedra de Sol”. Aquí
retoma algunos de los temas que ya había trabajado: lo simultáneo, el instante,
el tiempo cíclico y la poesía como sueño. Los primeros versos, que también son
los últimos del poema, dan cuenta de esta preocupación:
Un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto
surtidor que el viento arquea,
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
un árbol bien plantado mas danzante,
un caminar de río que se curva,
avanza, retrocede, da un rodeo
y llega siempre:
Paz
enuncia, a manera de visiones, una serie de elementos de la naturaleza que
aparecen tal cual son, mas en ellos existe no la contradicción sino lo que
acontece al mismo tiempo: un árbol bien plantado, pero que también danza; un
río que mientras fluye hacia adelante, está igualmente formando un círculo.
Además de lo simultáneo, el poeta ya había establecido en su obra una
correspondencia intrínseca de la vida a partir de la fugacidad del instante; pensaba
que entre el devenir irremediable de la existencia había dos maneras
particulares de salir de su cauce imparable, una de ellas era la poesía, otra
el amor, lo cual se percibe en varias estrofas de “Piedra de Sol”:
amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan las alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas.
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan las alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas.
En
1958, editó La estación violenta, su
segunda compilación poética. Con el nombramiento de embajador de México en
India, en 1962, Paz se encontró en un destino que implicaría un avance importante
en su producción literaria, desarrollo intelectual y personal. Los años de
estancia en India coinciden con la escritura de “Blanco” (1966), otro poema
representativo pero distinto y más apegada a la talla vanguardista. El poema
tiene una clara huella del proyecto hecho por Mallarmé a través de Un golpe de dados. En “Blanco”, el poeta
habla de la dispersión del ser en tanto que dicha dispersión es la única forma
de presencia. “Blanco” es un poema que sintetiza el poema como acto y como
proyecto, nunca como culminación. Asimismo, Paz regresa a la idea de la
simultaneidad; vacío y plenitud no son contrarios sino términos que existen al
mismo tiempo en una dialéctica que permite una nueva significación. La nueva
significación, cabe mencionar, estaba ligada a la problemática de la palabra.
Ya desde Libertad bajo palabra (1949),
donde el poeta dice: “contra el silencio y el bullicio invento la Palabra,
libertad que se inventa y me inventa cada día” se gestaba la voz del poeta como
descubridor de un mundo. Esta idea continuó en Semillas para un himno (1954) pues Paz decidió usar “semillas” para
significar “palabras” en tanto que serían estas las gestoras del mundo, además
de ser símbolo del origen y del lenguaje primigenio que Paz buscaba
constantemente, del tiempo cíclico y la fugacidad de los instantes. Así lo
expresan algunos versos de “Semillas para un himno”:
En una
tierra condenada a repetirse sin tregua
Todos somos indignos
Hasta los muertos enrojecen
Hasta los ciegos deletrean la escritura del látigo
Racimos de mendigos cuelgan de las ciudades
Casas de ira torres de frente obtusa
Infrecuentes
Instantáneas
No llegan siempre en forma de palabras
Brota una espiga de unos labios
Una forma veloz abre las alas
Imprevistas
Instantáneas
Todos somos indignos
Hasta los muertos enrojecen
Hasta los ciegos deletrean la escritura del látigo
Racimos de mendigos cuelgan de las ciudades
Casas de ira torres de frente obtusa
Infrecuentes
Instantáneas
No llegan siempre en forma de palabras
Brota una espiga de unos labios
Una forma veloz abre las alas
Imprevistas
Instantáneas
Desde
¿Águila o sol? (1951) Paz estaba
apostando por la mezcla de géneros, entre prosa poética o cuentos líricos
escribió enfatizando en el lenguaje en tanto puede bifurcar tiempos y cuerpos.
Resultado de sus viajes a India y el Oriente, queda la también difícil de clasificar
obra El mono gramático (1974), en donde
continúa su digresión por el lenguaje y recupera la idea de la simultaneidad:
“la sabiduría no está ni en la fijeza ni en el cambio, sino en la dialéctica
entre ellos.” Más adelante escribe: “no obstante, en cada caso la figura (la
palabra) posee una significación distinta. Distinta y la misma”. En esta obra,
Paz inserta abiertamente la concepción de la escritura como un proyecto
interminable que vuelve sobre sí mismo, idea que ya había esbozado desde El arco y la lira. No es tanto el
resultado del escribir sino el proceso, el proyecto constante e inacabado de la
escritura, que también es un ritual y un mito. Así lo expresa en El mono gramático: “esto que escribo es
una ceremonia, girar de una palabra que aparece y desaparece en sus giros”.
No
sólo por sus letras sino por su actividad diplomática y de crítica social, en
los años sesenta se consolidó el prestigio nacional e internacional de Octavio
Paz, recibió galardones múltiples e impartió cátedra en universidades
prestigiosas; también ingresó al Colegio Nacional de México. Además, continúa
proliferando su obra ensayística. Son los años en que aparece Cuadrivio (1965), Los signos de rotación (1965), Puertas
al campo (1966), Corriente alterna
(1967), entre otros. En estos libros Paz continúa poniendo interés en el
desarrollo de la vanguardia en México y consolida su forma peculiar de entender
la creación.
En
1968, con su renuncia al puesto de embajador en India, se convirtió en símbolo
de la rebeldía y su personalidad incursionó abiertamente en el debate público.
Paz abogaba por la revolución estética y moral, si desde joven se había
posicionado a favor de la izquierda, ahora criticaba abiertamente los vacíos
del liberalismo, los vicios del capitalismo y desconfiaba de los nihilismos
intelectuales. En 1971 retomó su actividad como editor, iniciada en Taller, para dirigir Plural, revista que se convirtió en un
foro de crítica que reunía a los principales intelectuales de la época. Su obra
seguía creciendo, publicó Posdata
(1971) y El ogro filantrópico (1979);
su último ensayo poemario fue Árbol
Adentro (1987). La década de los 80 le merece numerosos reconocimientos,
los cuales culminan en 1990 con la entrega del premio Nobel de Literatura. Tras
el premio, Paz continuó con una activa agenda cultural manteniéndose presente
con comentarios y publicaciones, la última de ellas es Visiones de la India (1995). El 19 de abril de 1998, Paz falleció
en la Ciudad de México.
Las
vueltas sobre los mismos temas le han valido a Paz estudios desde diversas
perspectivas. La palabra poética que Paz buscaba expresar era una palabra
primigenia y la poesía siempre era una revelación de la palabra original. Él
creía en la recíproca relación entre poeta y lenguaje, pero sabía que siempre
ganaba el lenguaje mismo, el lenguaje, ciertamente, habla desde el poeta pero
lo hace con libertad y esa libertad es consecuencia de un orden natural que desemboca
en una libertad que se inventa. Para Paz el mundo es una inminencia, el poeta
tiene la misión de que esa inminencia se revele o se convierta en presencia por
un instante, la poesía hará que ese instante también se vuelva permanencia.
Music on: One - Ed Sheeran
Quote: "La hoz del tiempo mutila lentamente vigilia y sueño". Amparo Dávila
Reading: Poesía Reunida - Amparo Dávila
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