Sor
Juana Inés de la Cruz afirma en la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz que el único escrito
auténticamente suyo y hecho a voluntad era el Primero Sueño. Pero habría
que ser bastante ingenuos si creemos que nada del resto era sólo escrito
por encargo. Los sonetos amorosos demuestran una clara experiencia en el tema; la monja, estando enclaustrada, entendió a la perfección una de las vicisitudes
más fundamentales en las relaciones amorosas, es decir, el viejo adagio de amar
y buscar a quien no nos ama y despreciar e ignorar a quien nos busca y nos
quiere. Ella lo escribió así:
Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
por quien no me apetece ingrato, lloro,
y al que me llora tierno, no apetezco:
a quien más me desdora, el alma ofrezco;
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
desprecio al que enriquece mi decoro
y al que le hace desprecios enriquezco;
si con mi ofensa al uno reconvengo,
me reconviene el otro a mí ofendido
y al padecer de todos modos vengo;
pues ambos atormentan mi sentido;
aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.
Y es la misma cantaleta de siempre, terriblemente actual. Sor Juana se dio cuenta
de que así funcionaban, en buena medida, las relaciones humanas. No es que me
sorprenda que seamos los mismos hace 500 años que ahora, a pesar de los
renovados acuerdos sociales y culturales; no me sorprende, pero sí me intriga
que nuestra naturaleza sea así de simple y de primitiva. Parece que no somos
capaces de amar sino lo que no tenemos y por estar empecinados en lo que no
tenemos, despreciamos a la gente que nos procura, nos cuida, nos llama, nos
busca y hasta nos quiere.
En este momento, lo que escribo con pretexto de Sor Juana,
se torna totalmente personal. Es cierto que quiero a alguien, que tengo, pues,
mi Lisardo, alguien que si bien no me aborrece, sí me roba buena parte de mis
esfuerzos y no me da lo que yo quiero. Por otro lado tengo varios Felicianos, gente que me busca, que
quiere estar conmigo, que me llama, que me pregunta cómo estoy y qué voy a hacer,
que quiere verme. Y yo, como la monja, los hago a un lado. Me he dado cuenta de
que este no es, para nada, un caso aislado, sino que forma parte de la vida.
Supongo que sucede que, de pronto, uno encuentra exactamente lo que está
buscando, o no lo encuentra y sigue en la deriva de lo que cree que quiere. Pasa como a Summer y Tom, de 500 days of
Summer, pasa que uno encuentra al amor de su vida, mientras el otro, no. Y así nos la vamos llevando, hundidos siempre en este tipo
de contradicciones, sufriendo algunas veces por no lograr lo que queremos –por no
ser suficiente para el otro- y sí, es
tormentoso de los dos lados. Uno se dice a sí mismo “no soy una mala persona”
pero en el camino, por propio enamoramiento (o empecinamiento) ya hemos
despreciado y quizá lastimado gente por perseguir lo que creemos que hemos
encontrado, por no dejarlo ir jamás.
Así somos y nos creemos el cuento de que hacemos lo
correcto, pero ¿habría que esperar a encontrar exactamente lo que uno quiere? ¿Y
mientras qué? Aquí Sor Juana ofrece un giro interesante a la situación,
tangible a través de otro de sus sonetos amorosos, en el cual se encuentra finalmente
resignada al dilema, donde se dice derrotada y conforme en la mediocridad.
Escribe:
Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.
Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.
Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.
Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.
Por ahí he leído y escuchado de bocas de la gente que es
mejor buscar emparejarse con alguien que te quiera y te procure y te busque y
así, sin importar que no sientas lo mismo. Sor Juana termina aceptando esto:
quédate con quien te quiere, en lugar de ser la sobra del que no. Así lo
entiendo, en mis parafraseos tropicalizados de la excelsa poeta. Y no estoy de
acuerdo. De todos modos se sufre, eso sí, pero no por aceptar ser ese “violento empleo” de
quien nos quiere, alcanzaremos más felicidad. La mediocridad, en esta
situación, no la acepto. Prefiero seguir penando por quien no me quiere que
resignarme a estar con quien no quiero pero sí me quiere. Sor Juana eligió,
todos tenemos la opción de elegir. Una vez elegí la mediocridad y tampoco tuve
buenos resultados, quizá vale la pena buscar más, quizá.
El ser humano, como sea, no deja de ser primitivo: si tiene
algo perfecto lo desprecia, si tiene algo seguro, no lo cuida; en cambio
busca con fervor lo que no le dan en bandeja de plata. Así somos. Pero ese ya es otro
asunto, y, tomando la frase de Michael Ende en La historia interminable: “esa
es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.”
Music on: Us and them - Pink Floyd
Quote: "Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay". Alejandra Pizarnik
Reading: El libro del desasosiego - Fernando Pessoa