viernes, 26 de noviembre de 2010

Algunas confesiones

Confieso que en esta ocasión fui yo la que abandonó. Nunca antes lo había hecho. Mi vida se había llenado de una serie de fracasos sentimentales y sufrimiento absurdo por el amor no correspondido. Es verdad, tuve que alejarme y el amor no me fue suficiente como para permanecer en la actitud estoica y que doliera más. Fui egoísta. Ahora estoy mejor. Sin embargo, hay recuerdos que se quedan anclados en la piel, tan imperceptibles y al mismo tiempo tan presentes. No es tan terrible, pues con la acumulación de ocasos se irán diluyendo del cuerpo.


Ya no pronuncio nombres, porque la palabra crea y reafirma, hace que existan. Sólo recuerdo en silencio, como siempre, anclada en un barco ebrio que navega sin querer tocar tierra, sabiendo que en el puerto el sol seguirá siendo igual de frío y de solitario. Inutilidades inolvidables habitan mi cabeza y a veces estoy tan cansada de guardar recuerdos que me parece imposible seguir viviendo para crear nuevos. Pero también a veces me encuentro dispuesta a tirarlo todo por la borda y sumergirme hasta exprimir lo más que pueda de la vida.
 Dándole vueltas al asunto del amo una y otra vez, me queda claro su naturaleza caprichosa, y que uno tiene la culpa por anhelar demasiado esas cosas que no pueden ser. Pero situados en la alegre ruleta de la vida, también entiendo que a veces se puede ganar, que de vez en cuando uno siente que las cosas valen la pena y que la compañía de alguien no es circunstancial sino verdadera. Impresiones nada más, evidentemente, pero de no tener un sueño cuando menos abstracto, ¿cómo se podría seguir adelante con la vida sin enloquecer o suicidarse?


La finitud me ofusca todavía. Mi reino sí es de este mundo, aquí se busca sin cesar esa eternidad luminosa que nos guarde sin peligro. Mi reino es este, el de los que anhelan encapsular instantes y hacer que el presente, en efecto, sea perpetuo. Mi reino está plagado por una planta opiácea llamada Esperanza que me atrae a engullirla con desesperación, para pensar que cosas mejores son posibles, para soñar, para entregarme, para amar, para regresar a la finitud.


Detrás de los años erijo un altar a la memoria, como un ritual que me resulta imposible evitar. No soy extraordinaria, al contrario, mis aspiraciones oníricas decrecen, tal cual sucede para todo aquel que vive –por necesidad y constancia-, con los pies bien anclados en la realidad. No soy feliz. Pero tampoco sufro. Escribo, una vez cada semana, para explorar mi mente, eso que soy y no comprendo, y muy importante: para no olvidar.




Music on: The suburbs - The Arcade Fire
Quote: "No hay cosa más amarga para el hombre que descubrir que ha estado creyendo en un fantasma" Salman Rushdie
Reading: Los versos satánicos - Salman Rushdie

jueves, 18 de noviembre de 2010

La soledad del Twitter

Hace poco tiempo que mantengo una cuenta en Twitter, la tengo más por interés en cierta persona que twittea mucho y que, como me interesa, ando al pendiente de lo que hace; ahora que le he agarrado el modo la utilizo cada vez con mayor frecuencia. Con el paso del tiempo he agregado gente a la sección de “siguiendo” y en ocasiones ha aparecido uno que otro curioso ahora listado en la casilla de “seguidores”. A ratos le encuentro el chiste, a ratos no tanto.


Me sucede que siento que esto del Twitter es una llamada de auxilio para la gente con soledad extrema. Además, encuentro curioso que a pesar de que hay grupos de gente que se siguen mutuamente, son muy pocas las veces en hay una respuesta a la sarta de tarugadas que uno puede poner. Es un grito de soledad que repercute en más soledad; se busca una compañía que por supuesto, no aparece (y ¿cómo va a aparecer si todo es en la web, si lo único que otorga un poco de personalidad es la coqueta @ que precede a los nombres?).


Para eso, me quedo con lo clásico. Desde hace años escribo frustraciones, sueños rotos, desamores, quejas y demás bellezas en una especie de diario de vida. Lo empecé a los 15, cuando tenía ciertas cosas que decir, pero me avergonzaba confesarlas (nada fuera de lo normal, sólo me enamoré de un maestro), poco a poco las páginas se fueron llenando de ideas y manifestaciones varias, desde amorosas hasta existenciales, secretos ocultos, traumas, experiencias de vida, en fin, cosas que no podía decir abiertamente a nadie. Era más que nada, una manera de descarga de esa frustración acumulada y pensada sólo para el silencio, como si yo fuera la interlocutora de mi otro yo. Twitter es casi la misma cosa pero con espectadores fantasmas e impersonales; está acoplado a la modernidad y se limita a un número específico de caracteres, porque la vida rueda demasiado rápido y la concreción es la mejor forma de hacerse presente.


En Twitter he puesto algunas frases de mis poesías favoritas sin dar el crédito al autor (cosa curiosa, objeto de otro post, quizá), fragmentos de mis diarios y de esas cosas viejas que antaño me resultaban demasiado personales y obviamente secretas. Nadie se inmuta, ni un “Retweet” ni una respuesta. Me intriga ¿acaso es que aunque nos exterioricemos seguimos estando solos? Sí, estoy segura de que es eso. Además, ¿a quién le va a importar un pensamiento suicida subido a hora pico de Twitter, en medio de cien frases de alegres cibernautas seguidores? A nadie le importa, esa es la verdad. En silencio o no, estamos solos.


Así se resume pues, el cenit de mi experiencia con el Twitter. Personalmente, hay veces en las que prefiero regresar a lo clásico y disfruto enormemente hacerlo, es decir, escribir en el cuadernito mono, con tintas de colores, extendiéndome por hojas y hojas de divagación existencial. Me atrae bastante la idea de lo oculto, de pensar concretamente, que si no existe algo es por el secreto, no por la indiferencia. Sé que todo esto, de cualquier modo, no ayuda a reparar la soledad, esa penumbra eterna que muerde sin que nos demos cuenta.




Music on: Mediocre - Ximena Sariñana
Quote: "Creo todo lo que me dices, pero también sé que todo resultará distinto" Henry Miller
Reading: Los versos satánicos - Salman Rushdie

viernes, 12 de noviembre de 2010

Once upon a November

1. Otro 6 de noviembre detrás de nosotros, y yo sin él. De nada me sirve rememorar lo ido, sufrir por lo imposible, pensarlo una y otra vez cuando el día innombrable se acerca y acontece, de nada sirve volverle a escribir en el cuaderno que empecé hace años, agarrar su fotografía y estar imaginando que este tiempo no es este sino otro, el anterior, cuando todo, hasta la respiración, era más simple. Pienso en él, en ese día especialmente. Creo que nunca dejaré de hacerlo.

2. Hoy, 12 de noviembre, se celebra el natalicio de Sor Juana, pienso en sus sonetos, los que más me gustan, aquellos que versan sobre el amor más doloroso de todos: el no correspondido; yo misma he tenido muchos de ellos, me encuentro muchas veces como el yo lírico de aquel soneto “que no me quiera Fabio al verse amado”, teniendo a un buena promesa de amor a mi lado, y llorando el desamor del que peor me trata: cito a la musa: “Si de Silvio me cansa el rendimiento, / a Fabio canso con estar rendida: / si de éste busco el agradecimiento, / a mí me busca el otro agradecida: / por activa y pasiva es mi tormento, / pues padezco en querer y ser querida.” Nunca gana la razón. Y así más pierdo.


3. Los muertos se quedan aquí siempre, no es que se vayan y vuelvan simbólicamente en la fecha que les hemos asignado. Están presentes en la vida que seguimos, en cada rincón, endureciéndose. Este año hemos puesto la ofrenda más triste de todas, llena de fotografías de los muertos viejos y los nuevos (si tal descripción es correcta). Son demasiados. Apenas tengo 25 años; imagino lo que duele (¿duele todavía?) para la abuelita de 90 años que ha visto morir a todos sus hermanos, además de sobrinos, amigos y demás familiares.


4. Escribo sobre un viaje existencial que no he realizado, se trata de escapar del lugar en que uno está, de irse a la mitad de una tormenta en una especie de aventura sin previsiones. Necesito irme, aunque el viaje sea el peor y más fatídico, aunque no encuentre puerto seguro, aunque el barco esté lleno de fantasmas y ecos que me llaman y al mismo tiempo me ignoran, aunque me vuelva loca. Irme ya porque detrás de mí hay un fantasma todavía más grande. No planeo regresar a Ítaca.


5. Y sueño (despierta y dormida) con aquellas cosas imposibles e inamovibles, con el príncipe azul que no existe, con el amor eterno que hace andar el mundo, con el romanticismo como eje de la existencia, con el tiempo liviano y alterable que permite hacer las cosas bien, con muchas otras quimeras, deseos e intentos no condenados al fracaso. Sueño, espero, busco y, lo peor, amo: ¿qué remedio?






Music on: Another world - Antony and the Johnsons
Quote: "era como una noche de invierno, con nieve para asfixiar decididamente al mundo" Arthur Rimbaud
Reading: Los versos satánicos - Salman Rushdie

jueves, 4 de noviembre de 2010

Eternidad

Una madrugada de falsas estrellas bebí la sangre de un inmortal;
es posible,
más allá de lo que cruza el umbral de la mente de los hombres.


Hoy me apela la carga de mi voluntad mal decidida,
una eternidad, monumento incierto,
esta cárcel de fuego que no daña, pero consume y mutila el paso a salvación alguna.


La tortura hallada sufre del mismo mal: lo eterno,
renazco cansada al amanecer incorruptible.


El rojo atardecer me persigue bajo la amenaza el día siguiente:
renaceré, siempre.


El destino me saltará a la cara con la crueldad de lo ineludible;
y todavía albergo en rabia vestigios de humanidad presente,
un halo de niebla que puebla el cementerio de la carne.


Hago todo lo que un mortal haría.
Incluso agradezco que el dolor exista,
intuyo oscuramente que sólo necesito a alguien como yo,
porque de nada sirve poseer todo el poder del mundo
si el alma se encuentra confinada a una indestructible soledad.


Ojalá el cielo otorgara refugio ante el níveo trajinar de la fantasía;
que los ojos se derramaran ya sin preámbulos en sangre negra
y lavaran cada centímetro de mi piel carcomida hacia dentro.


Soy absurda hasta el infinito.


También soy oscura,
un arco iris de falsa raíz.


Soy de alma tortuosa,
aún atraída a los deseos más insatisfactorios y a los placeres más lascivos;
también víctima inevitable de los encuentros más rosas,
de la realidad imposible vertida en recuerdos de agua.


Y aún, en lo más profundo del mundo,
también soy un alma que busca reinventarse,
burladora del grito, cómplice amargo del dolor primero.


Pero nada importa,
ni las horas pasadas entre los mortales felices
o los sueños grabados en mis irónicas carencias
menos aún la belleza de una flor moribunda entre mis dedos.


El hecho irreductible aquí tratado es que soy humanamente inmortal.
Me he entregado al sueño de muchos: el lugar congelado,
la música de lo eterno,
la búsqueda de la nada en los oídos de los muertos
toda la saliva que profiera estas palabras es ahora y siempre,
segura,
marmórea,
cíclica,
mi única dulcísima y perenne condena.






Music on: Hard enough - Brandon Flowers
Quote: "Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo" J. L. Borges
Reading: Los versos satánicos - Salman Rushdie